Opinion Juan Eladio Palmis 20/07/2022

EL PRÓXIMO ENGAÑO 

Una ciudad, como Cartagena, que se ha ganado la fama nacional de ser una de las ciudades con mayor contaminación peligrosa para la convivencia con la salud pública

Cartagena

Si todo sale según lo programado, próximamente, en una España calcinada sin más sombras que las tapias de los cementerios y las ermitas, dejaremos de tener las 17 Comunidades Autónomas, con las Dos Ciudades amparadas por la Otan, para pasar a una mejor distribución administrativa, que está ahí, tranquilamente esperando su momento, y que consiste que  España se divida, como muy poco, en 70 diócesis que impartan justicia y paz española. 

Porque aquellos ilusos que podamos pensar que una de las grandes vías por donde se hace el dinero público un inmenso caudal que moja de corrupción el buque español de quilla a perilla, va a desaparecer, estamos más equivocados que los 8.125 ayuntamientos que existen en España y que muy pronto, van a denominarse como parroquias. 

Y todo así programado, porque, aunque apenas existente, existe en la actualidad un que viene el lobo, en referencia a la fiscalía española. Y  todo ese vocerío se acabará tan pronto España vuelva oficialmente a su realidad de quien manda y administra el dinero público; y, precisamente, en la superioridad de los muchos más doscientos casos de pederastia que se han reconocido en España, con la justa seriedad y prudencia con los que se han llevado, sin el cacareo de los asuntos de la Sexta Tv, cuando interviene la santa justicia pontificia. 

El engaño nacional; lo que se ha denominado picaresca española, que permite que en ciudades como Cartagena, el casi nulo de dinero público presupuestado anualmente, que sale de las costillas de nosotros la gente, restante de pagar jornales de los de ojos hastiado de aburrimiento, se emplee en arreglar o construir nuevas iglesias, aunque el índice de ocupación de ellas sea mucho más bajo que los bomberos que está dejando en plantilla la derecha y la derechona en la cortijá murciana, nos está indicando, que la mentira nacional encubierta, voceada desde partidos mesiánicos, tan del gusto de la simpleza carpetovetónica, nos van, a costo de una bula caducada de más de tres años, a llevar al cielo justiciero. 

Una ciudad, como Cartagena, que se ha ganado la fama nacional de ser una de las ciudades con mayor contaminación peligrosa para la convivencia con la salud pública, está donde está porque con el engaño de las siglas, para esta otra sección y asunto, cuidar y proteger la naturaleza, no solo es que se hace desde la nula protección de las empresas capitalistas, sino que a modo de las sectas, siempre resulta milagroso la capacidad generadora de fondos, aparentemente sin culo en la bolsa, si ese no es el fin del medio ambiente, como lo puede ser de un banco o una financiera; pero, al parecer, el “proteger” la naturaleza ( a la vista está la protección) es todo un negociazo económico especialmente en el litoral cartagenero y en el murciano. 

Con la administración nacional mediante, como mínimo, las setenta diócesis que van en el programa subliminal de los santos partidos que nos están camelando en la actualidad, se evitarían esos gastazos inútiles de que haya leyes nacionales que estén tratando de anular la memoria de aquellas personas que tengan más que reconocidos sus hechos punitivos contra el conjunto social, y las Comunidades, caso de la Cortijá Murciana con su Lorzas a la cabeza de sus tránsfugas tragaperras, estén erre que erre con pasarse por el arco del triunfo lo ya escrito y dispuesto en el boletín de las Cortes de Madrid de que se anule el condado de la Cierva, y ellos ponerle el citado nombre al tremendo negociazo (para cuatro o cinco) que ha significado el aeropuerto ya conocido popularmente como Corvera-Tragaperras. 

En realidad, el estirado de la tripa de Jorge, en la Cortijá murciana se refiere al buche tragamentiras que por más que se emitan a diario, estira lo que sea necesario para que sigan entrando más en el buche, y no se llene a rebosar. De ahí que estemos donde estamos de fango tanto en el Mar Menor, como mucho más, en los palacios murcianos, consejerías y asesorías políticas. 

Ah, y en los comités ejecutivos de los partidos políticos cortijeros. 

Salud y Felicidad sin Otan. 

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