El padre Mattia Bernascon decidió celebrar la emblemática ceremonia católica en las aguas del Mediterráneo ante un grupo de jóvenes.

Todo comenzó porque el sacerdote italiano, párroco de la iglesia de San Luigi Gonzaga de Milán, estaba ayudando en un campamento para estudiantes de secundaria organizado por la asociación antimafia “Libera” y decidieron visitar una playa cerca de Crotone.

En ese bellísimo lugar, Mattia planeaba realizar la tradicional misa, pero no pudo encontrar un lugar apropiado para sus planes. El propio sacerdote contó al periódico Corriere della Sera lo que pasó: “Hacía mucho calor. Así que nos dijimos: ‘¿Por qué no en el agua?’. Una familia nos escuchó y nos dio su colchón, que transformamos en un altar. ¡Era hermoso!, incluso si nos quemamos con el sol”.

Rápidamente comenzaron a circular fotos y videos donde podía verse a Bernasconi celebrando misa vestido solo con su traje de baño, con los brazos extendidos y el torso desnudo, sobre un colchón de aire que flotaba en el mar. Esto generó severas reprimendas de las autoridades católicas.

Tras el escándalo que se generó, la Archidiócesis de Santa Severina emitió un durísimo comunicado donde exigieron al sacerdote “mantener el decoro mínimo y cuidar los símbolos necesarios por la naturaleza misma de las celebraciones litúrgicas”.

Además, agregaron: “En algunos casos especiales, durante retiros, campamentos escolares, en lugares de vacaciones, también es posible celebrar misa fuera de una iglesia. Sin embargo, siempre es necesario ponerse en contacto con los líderes eclesiales del lugar donde se está, para asesorar sobre la forma más adecuada de llevar a cabo una celebración eucarística de este tipo”.

Según el diario “Il Giorno”, el fiscal jefe de Crotone, Giuseppe Capoccia, dijo que su oficina había iniciado una investigación por “ofensa a una confesión religiosa”.

Tras este inmenso revuelo mediático, Bernascon decidió hablar del tema públicamente y justificó su actitud: “Fue simplemente una misa con la que se concluía una semana de trabajo con los jóvenes que participaron en el campamento. Los símbolos son fuertes, es cierto, y son elocuentes. Hubo una cierta ingenuidad de mi parte en no darles el justo peso”.

El sacerdote cerró su descargo con un pedido de perdón para todos aquellos que pudieran haberse sentido ofendidos por su actitud: “Solicito humildes disculpas desde el fondo de mi corazón por la confusión causada por las imágenes divulgadas en los medios”

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