A lo largo del siglo XX, el consumo de agua a nivel mundial creció más del doble que el aumento de la población. En 2017, se produjo la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial, cuando 20 millones de personas en África y Medio Oriente tuvieron que abandonar sus hogares por la escasez de alimentos y por múltiples conflictos debidos a sequías severas.

“Se prohíbe atacar, destruir, sustraer o inutilizar los bienes indispensables para la supervivencia de la población civil, tales como (…), instalaciones y reservas de agua potable y obras de riego, con la intención deliberada de privar de esos bienes, por su valor como medios para asegurar la subsistencia, a la población civil o a la Parte adversa, sea cual fuere el motivo, ya sea para hacer padecer hambre a las personas civiles, para provocar su desplazamiento, o con cualquier otro propósito”. - Protocolo I adicional a los Convenios de Ginebra de 1949.

Hoy, en la actualidad, el agua se considera el nuevo petróleo del siglo XXI y numerosos estudios apuntan a que la posibilidad de que se desaten “hidroguerras” supone un 75 % del total de los conflictos bélicos. Se habla ya de hidrofronteras, hidrocolonialismos, hidrohegemonías,  hidrodiplomacia, hidrodominación….

Pese a que la Unión Europea condena firmemente el uso de agua como arma de guerra y se compromete a que sea un elemento de paz, seguridad y estabilidad, la realidad es que hay a quienes se les permite total impunidad, violación de derechos humanos y tratados internacionales.

Según informes de organizaciones de Derechos Humanos, Israel, desde mucho antes de su creación en 1948, niega al pueblo palestino el derecho al agua ejerciendo un control total de los recursos hídricos comunes y aplicando duras restricciones y políticas discriminatorias, Concretamente, en la declaración de Balfour – Rothschild de 1917, en la que Gran Bretaña entregaba Palestina al sionismo, ya se insistía sobre la importancia de la seguridad hídrica del futuro Estado judío. Pero solo del pueblo judío, el “elegido”. El palestino ni tan siquiera se nombraba.

Fue en 1967, cuando un decreto militar israelí estableció que las aguas de los nuevos territorios “conquistados” o robados militarmente eran “recursos estratégicos bajo control militar” con todo lo que ello suponía y sigue suponiendo.

Y fue también en ese mismo año cuando Israel invadió los Altos del Golán, zona hidroestratégica que suministra un tercio del consumo de agua dulce a Israel; los campos de Cheba y Cisjordania privando también a Siria de su parte de agua.

Otro conflicto en donde la guerra hídrica está presente es en Rusia-Ucrania (OTAN, EEUU). Parece ser que uno de los objetivos de esta guerra es la presa de Kajovka, en el río Dniéper. Una infraestructura construida por la Unión Soviética en 1956, de suma importancia para Moscú por abastecer un 85% de agua potable a Crimea.

El presidente de Ucrania, Zelenski (quien conviene recordar llegó al poder por el llamado movimiento popular Euromaidan  apoyado por agentes externos en 2014, llámenlo popular o golpe de Estado) declaró recientemente su temor a un ataque de falsa bandera por parte de Rusia sobre dicha presa. Teniendo en cuenta que el atentado del Nord Stream 1 y 2, en septiembre, y el del puente de Crimea en octubre tienen, al parecer, huella británica, (otra vez los mismos) no sé sabe nunca de qué lado vienen las falsas banderas o suciedades varias…

El hecho es que la voladura de la presa de Kajovka, de llevarse a cabo, provocaría según los expertos, un tsunami artificial de 18 millones de metros cúbicos de agua que afectaría a la población cercana. Es posible también que pusiera en riesgo la central nuclear de Zaporiyia, ya que sus sistemas de refrigeración se abastecen del agua de la presa.

En Irak durante décadas, se han provocado daños masivos en sus infraestructuras de agua dejando a 1,85 millones de personas sin acceso a agua potable

En Siria, unos 12,2 millones de personas necesitan acceso a agua y saneamiento debido a los graves daños en su infraestructura durante los últimos 10 años de conflicto.

El conflicto del Mar de Aral; el del río Jordán; el de Egipto, Sudán y Etiopía que dependen del Nilo Azul; las llanuras del norte de India…

En definitiva, las crisis del agua han estado casi todos los años desde 2012, entre los cinco primeros peligros de la lista de Riesgos Globales por Impacto del Foro Económico Mundial.

Decía Leonardo da Vinci que el agua es la fuerza motriz de toda naturaleza. Lamentablemente se puede añadir que ha sido, es y será la fuerza motriz de prácticamente todas las guerras.

Continuará, «Privatización y Mafias del Agua»

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