PODEMOS, el partido de la izquierda más radical ha propuesto al Gobierno, del que forma parte, una segunda modificación del Código Penal, que se refiere al delito de malversación, la primera es suavizar las penas por sedición que ha levantado una gran polvareda. La malversación es un delito contra las Administraciones públicas que se nutren de los Presupuestos Generales del Estado, las regiones y los ayuntamientos, que mantenemos los ciudadanos por distintas vías, sobre todo, impuestos, veinte en total.

Este delito, que en nuestro país es frecuente, se ejecuta por funcionarios, autoridades y políticos, lo que en lenguaje de la calle, es una clara corrupción a veces millonaria, cuando se roba o se consiente con ánimo de lucro, como hemos comprobado en nuestra comunidad autónoma, ante los tribunales de Justicia, un acto repugnante que ofende gravemente a la ciudadanía. Por ello extraña que sea un partido como Podemos constantemente condenando las cloacas del estado, que lo proponga, y que  el Gobierno lo tenga como posible, un socialismo como aquel de los cien años de honradez y del cambio.

Si esas modificaciones que se barruntan en el Código Penal y llevarlas a las Cortes por la coalición, se concretan, supondría un duro golpe a la dignidad del pueblo español, porque así mismo se hacen para aliviar las penas a   los golpistas catalanes, y al ex presidente, socialista, GRIÑÁN, condenado por malversación, en Andalucía, y evitarse un indulto difícil de digerir. Sin embargo, el mal mayor se daría de cara al futuro, salvar a los presuntos malversadores, de mañana, y dañar a la hacienda pública tan necesitada de medios económicos para mejorar la sanidad o sencillamente, a doce millones de personas en los umbrales de la pobreza.

Cerramos este editorial soñando con otro país distinto, sin tantos corruptos y más talento anulado por un maniqueísmo feroz, como esa actitud cínica de apoyar la manifestación de los médicos en huelga, un problema para millones de enfermos, y denostar la de los camioneros supuestamente de derechas, por un teórico desabastecimiento de los grandes supermercados, pero en el negocio de los transportes existen minorías oscuras que dividen al transporte español. Aquí y en el resto de Europa en guerra el capitalismo salvaje arruina a los autónomos del camión, al tendero de la esquina de toda la vida y a la viuda que cobra una miseria.

En este panorama desolador nos parece vergonzoso que los políticos, en este caso el Gobierno y ERC, deroguen sus propios delitos en un parlamento sin igual en las democracias. No llores por mí España, como aquella canción de Paloma San Basilio recordando a la Argentina del peronismo populista y sus tupamaros.

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