Opinion MARIANO GALIÁN TUDELA 29/01/2023

ANTISEMITISMO, GENOCIDIO DE ARMENIA Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Ya hace tiempo que en los sistemas legales europeos se ha generalizado la inclusión de disposiciones que penalizan el llamado “discurso del odio”

ARMENIA

Actualmente, el poder del activismo que representa la corrección política es inmenso y se ha extendido tentacularmente en todos los ámbitos del espacio público, excluyendo del debate temas de extraordinaria relevancia social con acusaciones que buscan la denigración del disidente”. 

Ya hace tiempo que en los sistemas legales europeos se ha generalizado la inclusión de disposiciones que penalizan el llamado “discurso del odio”, a pesar de que no existía en ese momento un concepto universalmente aceptado sobre ello. Se habla de odio racial, xenofobia, antisemitismo, nacionalismo agresivo, etnocentrismo, discriminación, hostilidad contra las minorías, emigrantes, etc.

La pregunta que surge hoy es: ¿por qué se condenaba y se condena el odio en tales casos y no en otros? ¿Por qué no se condena la promoción del odio entre las clases sociales, o contra los no nacidos o los ancianos e incluso si rezas cerca de una clínica de abortos? Realmente, en los 4 años que llevamos con este gobierno tendríamos para escribir en demasía, pero de igual manera, a otro nivel, es posible que otros partidos resbalasen también en estas aceras. No lo duden.

La aplicación de la prohibición legal del llamado discurso del odio y las legislaciones antidiscriminación dan lugar a numerosos efectos no deseados. Tales efectos perversos son extensos, y tienden a estigmatizar a personas y grupos que poseen puntos de vista disidentes. Ello se debe a que tales legislaciones suelen formularse de modo amplio, vago e impreciso, dando lugar a fórmulas abiertas que aumentan el riesgo inherente de abuso en la aplicación.

También contribuye a tales efectos el celo excesivo de las autoridades y la explotación abusiva que de tales disposiciones hacen grupos radicales que buscan silenciar las críticas y anular al disidente. El efecto producido es que tales legislaciones se convierten en herramientas de represión más que en vehículos de protección de la libertad.

Pactos de Derechos Civiles y Políticos años atrás afirmaban que el ejercicio de la libertad de expresión entrañaba deberes y responsabilidades especiales y, podían restringirse por ley siempre que fuese necesario para asegurar el respeto a los derechos o reputación de los demás, protección de la seguridad nacional, orden público, salud o moral pública. De todas maneras, tal cual está hoy el ambiente en España cabe decir que “sálvese quien pueda”.

En un ¡Ya!, en breves días, sabremos que el Desgobierno Español sacará una Orden o Ley sobre el mundo antisemita pero olvídense los que son cristianos ya que no recibimos a lo largo del año “ni los buenos días y…miren si podríamos hablar”.

No cabe duda de que la armonía social es indispensable para la coexistencia pacífica entre las personas, pero la paz social en una sociedad libre no excluye el debate crítico sobre toda cuestión de relevancia social. En tal sentido, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos nos ha advertido que la libertad de expresión protege no solo el contenido, la forma y el tono de las informaciones o ideas recibidas favorablemente o consideradas inofensivas o indiferentes, sino también las que “ofenden, resultan chocantes o perturban al Estado o a una parte de la comunidad, excluyéndose la incitación a la violencia, a la resistencia armada o la insurrección.

Ciertamente, el Estado democrático de Derecho debe proteger a toda persona de la violencia, de la incitación a la violencia, de la intimidación y el acoso. Pero no beneficia al bien común social la exclusión de ningún asunto del debate público, la expulsión del disidente mediante su estigmatización, ni la manipulación lingüística que utiliza clichés para mantener el control ideológico del espacio público. 

Sí hemos de constatar hoy que, tanto la Unión Europea como España, nos están lloviendo leyes, día sí y día también, que son mucho más incitantes que lo que cualquier ciudadano realice contra las Órdenes Ministeriales del BOE, las cuales, sí o sí, desde hace tiempo están haciendo a nuestros países unos verdaderos desgraciados. Deseamos que la ciudadanía europea, al igual que hizo en su momento contra Charlie Hebdo, ahora, sea el momento de exigir en la calle todo aquello que nos está restando en dignidad a la ciudadanía. 

A nadie gusta el mundo de los holocaustos y antisemitismo que se han vivido en Europa con el mundo judío, pero tampoco, el silencio voluminoso que se lleva en toda Europa con los genocidios hacia la Armenia cristiana que se hicieron desde Turquía. Allí murieron más de un millón y medio de personas y huyeron unos ocho millones.

El silencio desde Europa y desde los estados miembros lo dicen todo. Armenia sigue siendo uno de los países que engloba la Política Europea de Vecindad pero sin embargo se la tiene rodeada en falta de progreso y de silencio que aún es peor. El mundo cristiano, por volver al tema de nuevo, sufre el mismo silencio a nivel global y europeo en el genocidio que se está realizando hacia ellos. La muerte armamentística y los aires del veneno se han convertido hoy en leyes y silencios que de alguna manera son otro tipo de muerte y perseguimiento. La indiferencia, lo peor. 

Mas nos vale ser justos y realizar leyes, si las hubiese, contra Holocaustos y genocidios actuales. Mas nos vale que los eurodiputados clamen por las injusticias sociales provengan de donde provengan. Mas nos vale que los medios de comunicación vuelvan a las andadas que todos anhelamos y, más nos vale que la crítica y los silencios de nuestras autoridades no nos lleven forzados a callar ante lo políticamente correcto y a mirar al otro, a la otra,  con la dignidad que se merecen esas personas y no por lo que nos aportarán otros países que tanto bien nos pueden hacer o no.

Una vez más, las autoridades españolas y los eurodiputados no siguen la Hoja de Ruta del Bien Común sino la de los bienes particulares. ¡La Armenia cristiana, primera piedra del cristianismo occidental, también existe! No nos olvidemos que la corrección política en la que vivimos es, simplemente, una estrategia ideológica que busca la adquisición y el mantenimiento del poder a través del secuestro del lenguaje. 

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