Una vez realizado el balance de las pasadas elecciones, con la “posible vista” en las próximas, habiendo hablado el pueblo español con sensatez, es más que aplaudible que nuestras gentes hayan optado por el camino más recto para quitar cuanto antes al presidente del Gobierno.

Aun así, son muchos los que, a nivel nacional, siguen optando por otras marcas menos influyentes pero que llevan años estando entre nosotros, en Europa y en otros lares de nuestro planeta. Me refiero al Humanismo Cristiano. Ayer y hoy los tenemos en todas las áreas de nuestras sociedades e incluso siguen siendo ganadores de los premios internacionales de Princesa y Príncipe de Asturias. Economía, Cultura, Artes, etc, son claro ejemplo de ello.

El mismo Antonio Fontán, primer presidente del Senado español, del partido popular, tras la transición ya nos contaba desde su estrado que era fundamental el Humanismo Cristiano para que España fuese adelante.

Hoy sin embargo, el mundo laicista, impregnado en nuestra sociedad, en los mismos partidos que gobiernan y desean gobernar, quisiera volver a meter a Jonás en el oscuro vientre de la ballena, relegando así los sentimientos religiosos al plano privado, vetando su presencia en la esfera pública, pero son cortos de miras cuando algunos piensan que la laicidad de los estados es, como tendría que ser, la expresión de una auténtica libertad, favoreciendo el diálogo y, por tanto, la cooperación transparente y regular entre la sociedad civil y religiosa, al servicio del bien común, contribuyendo en la edificación de la comunidad internacional sobre la participación y no sobre la exclusión o el mismo desprecio.

Humanismo Cristiano no tiene nada que ver con el mundo clerical, ¡No! Es tan elevado o más. Todo lo bueno que hemos oído en las elecciones pasadas sobre medio ambiente, verdad, familia, educación, cultura, artes, leyes, etc, todo ello, sin darnos cuenta, todo es Humanismo Cristiano.

El resultado de la cultura grecorromana, la gran sabiduría del pueblo griego y la fe cristiana ha sido la que ha envuelto a toda Europa en su magnifico hacer y hoy se sigue en ello.

El mundo griego nos ha legado la alta visión legada de la persona llevando así un humanismo teórico de máximas cualidades, pero sin consecuencias en los mundos moral, jurídico y religioso. Hacía falta una religión trascendente que diesen tales semejanzas un paso más allá. La religión griega poseía 14 dioses mientras que en el cristianismo solo uno, el cual acampaba y vivía dentro de cada ser humano. Grecia estaba sometida a sus dioses y en Roma, Dios era el amigo y padre, hijo del mismo Dios. Dos mundos muy distintos.

San Pablo, en su discurso en el Aerópago (Cortes griegas) lo dejó todo claro. A partir de ese momento, la dignidad humana surge de hecho. La persona pertenece a la especie humana, ya nazca bello o sin piernas, triunfe en la vida o caiga en coma, sea esclavo o libre, sea ladrón o un gran santo.

Con la llegada de la Ilustración ( hoy en manos del PSOE y PP), que nace en el siglo XVIII, surge otro humanismo desvinculado de Dios. Ahora no tendremos nada que ver con Dios, seremos autónomos y no dependemos de nadie. Pero no es verdad: estamos sometidos a las pasiones y adicciones, a ser manipulados e influenciables. 

El menosprecio de lo no elegido y el deseo sacralizado entrarían en el mismo vagón. Antinatalismo, abortismo y animalización del hombre y humanización del animal son las lanzas vencedoras de un Occidente enfermo hoy. Recordemos por un momento unas palabras de Ángela Merkel: “la fe que poseo me proporciona una viva conciencia de mis limitaciones y me previene contra fantasías o delirios de omnipotencia”. Ahí queda eso.

En España, el humanismo cristiano ha traspasado los límites de la cultura, pintura, arqueología y otras ciencias. Las Reales Ordenanzas dadas en 1500 reconoce a los naturales del nuevo mundo su condición de “hombre-mujer junto a unos derechos”, entre ellos la libertad. La ONU, en 1948, sacará del Humanismo Cristiano la grandeza, profundidad y vigencia de nuestro humanismo.

Diría en su momento: “la consecuencia para la consecuencia de esta humanidad basadas en la compasión, la caridad y en la libertad-dignidad ha producido a lo largo de los siglos, corrientes políticas y culturales que han generado un progreso social, cultural y económico, DESCONOCIDO en la historia”.

Las Instituciones Democráticas, el Derecho Natural, el Sufragio Universal, la separación de poderes, la justicia independiente, la protección de los Derechos Individuales, las libertades personales y colectivas, el respeto a los distintos contratos, todo ello, procede de Occidente, procede el Humanismo Cristiano.

Los mundos de la Ilustración y la Escuela de Fránkfort, donde acampan Hegel, Karl Mark, Sigmund Freud, Adorno y otros “luceros”, nunca han parado de luchar contra el Humanismo Cristiano. Luego ya se ve que, esto del Humanismo es algo más de lo que muchos creen y por falta de formación, sin duda, no alcanzan a verlo.

Hoy, en pleno siglo XXI, ante las elecciones Generales del 23 de julio, el Humanismo Cristiano sigue teniendo la misma vigencia, la misma importancia que en sus inicios y como tal, posee la misma o más calidad y estructura en liderar partidos políticos nacionales y europeos que otros , más en el tiempo y en calidad sin duda. 

El Humanismo Cristiano por tanto, hoy y mañana, sigue teniendo sus “Antorchas Encendidas” ante borrascas, rayos y ventoleras cuya procedencia sea dispar. Ya está acostumbrada y, sus raíces, no lo duden, tienen más fortaleza y actualidad que el resto de partidos políticos de España. Otro tema diferente es la formación de nuestra ciudadanía. 

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