Cuando una gran mayoría de españoles nos alegramos y curioseamos cuando nuestra selección de mujeres conquistaron el MUNDIAL y el país era una fiesta entre tantas noticias violentas, salta por los aires, con rabia y cálculo el ÓSCULO visceral del presidente del fútbol, Rubiales, que desde hace años ha sido cuestionado por sus malas maneras de administrar uno de los mejores negocios del mundo, y sus juergas. Hasta hace una semana el silencio sobre el personaje, amigo de Pedro Sánchez, aunque no íntimo, ha sido amordazado, hasta en los medios.

Verde y con asas el escándalo montado tiene visos políticos muy extraños aunque el feminismo ultra e irracional ha explosionado  el montaje, un espectáculo que ha trascendido nuestras fronteras, como aquella gripe española del pasado siglo que nosotros no contagiamos, sino que vino bien para aumentar nuestra mala imagen.

Pensaba en todo este volcán de un feminismo a veces incontrolado y en otras ocasiones estratégico, cuando recordaba  aquel otro de los años cincuenta a caballo de un progresismo racional y culto que llegaba desde las universidades. Incluso desde el reformismo del régimen y  su ala social que en aquellos años promocionaba una gran mujer burgalesa, BELÉN LANDÁBURU, procuradora y durante la transición senadora, hasta 1979, dimitiendo con valentía.

La conocí bastante, durante mis siete años de director del diario LA VOZ DE CASTILLA, una abogada con luces, pragmática y socialmente avanzada como otros políticos, jueces, periodistas y sociólogos trasvasado al socialismo y la derecha desde un falangismo rebelde y distanciado, roto.

Belén Landáburu en otra nación  pudo llegar a ser  ministra, y pudo, pero el clan  de El Pardo lo evitó como ocurrió con Torcuato Fernández Miranda  dejado en la cuneta porque puso en duda la España de las autonomías y especialmente una Ley electoral altamente peligrosa para la unidad del país que no digerimos hoy. Belén también entró en un mar de dudas, y lo dejó traslucir cuando declaró a un medio: “lo que me anima  en estos días es pensar que pronto, cuando los españoles hayamos alcanzado a madurar políticamente lo suficiente, se podrá decir en una entrevista lo que ahora se dice en los corrillos y apartes».

Esta mujer de elevada personalidad y formación fue una avanzada del feminismo empírico de aquellos años 60 que consiguió que la edad de mayoría de las mujeres pasaran de 25 −como los varones− a 21 y formara parte de organismos internacionales, incluyendo la ONU, y cooperadora en el hito histórico de la Codificación de la justicia española, de la mano de MARIA TELO.

Hemos entrado en un proceso de corrupción ideológica empleando a la mujer como elemento electoral oportunista manipulado. En fin, de un Mundial formidable a una polémica con aspectos delictivos, que ya se veían llegar  desde hace más de una década. Hoy, Belén, debería surgir de su silencio, quizás, tan mayor, tiene ideas dinámicas y la cabeza en su sitio. Lo intentaremos. En el Senado, fue clave en la redacción del borrador constitucional, algo debe saber.

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