Opinion MARIANO GALIÁN TUDELA 09/09/2023

UNIDAD “CENTRO DERECHAS” (Parte II)

En el Humanismo Cristiano admiramos y enarbolamos el concepto del “desarrollo integral de la persona”, tema que a otros no les interesa pues huyen de tales vocablos y ello dice mucho

Valores

En el artículo anterior (I parte) sobre el bien común que parece haberse ladeado de los que suelen denominarse “centro derechas”, no saben lo que se pierden cuando miran de reojo al mundo humanista, sobre todo cuando hablamos de “igualdad”, pues más que en la equiparación arbitraria de un nivel de vida, está en asegurar la igual participación de todos los ciudadanos en los bienes compartidos.

También, nos descubre el bien común su forma activa y pasiva, es decir, se hace hincapié no sólo en el derecho de recibir lo que a cada uno le corresponde de ese conjunto de bienes, sino en el deber de contribuir, como parte del modo de perfeccionarse que es propia de todos nosotros.

En el Humanismo Cristiano admiramos y enarbolamos el concepto del “desarrollo integral de la persona”, tema que a otros no les interesa pues huyen de tales vocablos y ello dice mucho. Una buena cuestión, ¿Es posible mantener esta cuestión del bien común en sociedades plurales como las de hoy, donde conviven ciudadanos y grupos con convicciones sobre la persona y la vida dispares e incluso antagónicas? Dicen los amigos que tal como está el asunto hoy mejor dejarlo, pero vamos a más. ¿Existe alguien que se oponga al bien común? Respuesta: nadie, por supuesto.

El bien común no puede pasar por alto el pluralismo. Aquí debe tratarse de recuperar el entramado moral y comunitario de la política, de aclarar y discutir, precisamente, cuáles son los bienes o las condiciones que deben compartir los ciudadanos y aproximarnos a un ideal común. Sentido común, ante todo.

https://impactoespananoticias.com/contenido/18976/pedro-sanchez-rechaza-volver-a-reunirse-con-feijoo?l=1694230252031

Si volvemos a Michael Sandel nos recuerda que, éste más que servir para defender una determinada concepción moral, ayudaría a remediar los principales males que, a su juicio, padece la política contemporánea: polarización y mentalidad tecnocrática y, ellas, para el que suscribe estas líneas, son las verdaderas causas del populismo. 

No nos olvidemos que el individualismo liberal transforma la política, y aquí está el centro de todos los males, en un juego de intereses privados donde corroe brutalmente el mundo del compartir: de ahí la fragmentación ideológica, auténtico veneno de la democracia. La política identitaria nos acentúa este proceso y destaca lo diferente. Nos duele mucho pensar en expresiones como las siguientes “la política consiste en la gestación de demandas utilitarias, sin ninguna entraña moral”.

Es decir, “ancha es Castilla”. Reenfocar la política de nuevo hacia la discusión sobre el bien común nos ayuda, en este sentido, a revitalizar la esfera pública y convertir la política en lo que debe ser: “una conversación entre conciudadanos sobre -el tipo de personas que somos y que deseamos ser-“.Pero para ello es necesario instaurar un nuevo pluralismo, en el que podamos hablar acerca de todo, sin cortapisas de los mundos de la corrección política.

El vaciamiento moral del ámbito público se ha dejado a merced de los deseos individuales y, aquí, es donde Génova, y Bambú, los dos mosqueteros, han dejado nuestras calles plagadas de permisivismo, permisivismo que es consecuencia del abandono del debate de la vida buena.

Así díganos si no merece la pena la “unidad” de la que hablábamos al principio. Tenemos toda España repleta de pequeños partidos políticos y plataformas a la sombra de lo que les hemos explicado. La gran duda, por el bien de nuestro país es: ¿No es posible la unidad?

Hablando con un teniente de alcalde de una ciudad española importante nos comentaba: “para vivir esa unidad que me pides lo mejor es que os vengáis todos a mi partido”. Su partido, “para más inri”, ha sido el que rompió la baraja y anda estos años tan lejos del sentido común, por tierras parecidas a la Cuenca Atchafalaya, el mayor pantano de Estados Unidos en el centro-Sur de Luisiana. 

Es entendible pues que las aguas vuelvan a su cauce si deseamos esa “unidad” que muchos españoles anhelan y, si se mira alto, por el bien de Europa. 

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