El 19 de junio, entrevisté a Roger Foley, un canadiense con discapacidades, en mi podcast sobre su fea experiencia con el régimen de eutanasia de Canadá. Una y otra vez, me dijo, se le ha ofrecido proactivamente la eutanasia, incluso después de confesar haber tenido ideas suicidas. En su momento más vulnerable, no le ofrecieron la ayuda que había estado pidiendo (y por la que está luchando en los tribunales), sino más bien una inyección letal.  

  El 4 de julio, CTV de Montreal informó que a Tracy Polewczuk, una mujer que sufre de espina bífida, también se le ofreció “MAiD”, o “ayuda médica para morir”, dos veces. Su historia es casi idéntica a la de Foley en todos los detalles. En 2022, Polewczuk se rompió una pierna en un accidente.

La espina bífida es un defecto de nacimiento que causa huesos débiles, y su pierna rota nunca se curó por completo, lo que provocó dolor constante y visitas diarias de atención domiciliaria por parte del CLSC de Pointe-Claire. Al igual que Foley, dice que la atención que recibe suele ser superficial y que con frecuencia no se abordan sus necesidades claramente articuladas.  

“No se molestan en preguntar, saben tu nombre, pero no se dirigen a ti”, le dijo a CTV . “Es tan impersonal y no les importa. Te levantas cuando te lo dicen. Te acuestas cuando te lo dicen. Haces lo que te dicen. Eso es todo. No tienes control sobre tu vida. Y me he lastimado varias veces porque la gente no me escucha. El dolor apesta. Todos estamos de acuerdo. Es terrible. Tengo dolor las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Nunca se detiene. Puedo sobrevivir a eso. No puedo sobrevivir a que me traten como a un saco de carne”. 

Su esposo James le dijo a CTV que con frecuencia ha temido que sus circunstancias pudieran llevarla a ideas suicidas. “Tuve que esconder cierto medicamento que tenemos suficiente de eso, si ella los tomaba acabaría con su vida. Y los escondí”, dijo. F

Fue entonces –cuando Polewczuk era más vulnerable– cuando los profesionales médicos le informaron que era “elegible para recibir asistencia médica para morir”. CTV informa que esto fue planteado una vez por una enfermera en el centro de rehabilitación del hospital Ste-Anne y una segunda vez por un trabajador social en el hospital Verdun. 

“Parece como si nos estuvieran empujando hacia el programa MAiD en lugar de recibir ayuda para vivir”, dijo Polewczuk. “Quiero sobrevivir. Quiero prosperar. Quiero mi vida de vuelta. Quiero lo contrario de lo que intentan que hagamos”.

Eso es, casi palabra por palabra, lo que me dijo Roger Foley. No quiere morir, pero siente que quienes lo rodean ven que su vida no vale la pena vivirla y lo empujan, suave pero firmemente, hacia esa “elección” final que no parece una opción para aquellos que son vulnerables. , sufriendo y totalmente dependientes de quienes los rodean.  

Como era de esperar, la Autoridad Sanitaria Regional de West Island declinó hacer comentarios sobre el caso de Polewczuk cuando se le preguntó, afirmando simplemente que: “Las reglas que rodean la asistencia médica para morir son muy estrictas y las respetamos al pie de la letra. La iniciativa siempre debe venir del paciente, no del personal de enfermería”. Pero como dijo a CTV el Dr. Paul Saba, médico de familia, las sugerencias del personal médico a menudo se perciben como recomendaciones: 

¿Cuáles son las circunstancias en las que esas personas lo han pedido? ¿Estas personas en casa no están siendo atendidas adecuadamente, no reciben suficiente atención, no tienen a nadie que les ayude a cuidar su salud? Mi teoría es que muchas de esas personas que pidieron y obtuvieron ayuda médica para morir, podrían haber estado en circunstancias en las que no tenían otra opción.

Historias como estas arrojan una luz escalofriante sobre el creciente número de canadienses que mueren por eutanasia cada año. La Coalición para la Prevención de la Eutanasia informó esta semana que se reportaron aproximadamente 15,280 muertes por eutanasia en 2023 , más del 15 por ciento más que en 2022. 

El informe Medical Assistance in Dying 2023 de Columbia Británica indica que hubo 2.767 muertes por eutanasia, un aumento del 10 por ciento. Entre los reportados, el 2,4 por ciento fueron por enfermedades autoinmunes, el 24,8 por ciento fueron por dolor crónico, el 9,8 por ciento fueron por diabetes y el 60,5 por ciento fueron por “fragilidad”.  

¿Cuántos de esos fueron casos como el de Roger Foley o el de Tracy Polewczuk? 

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