LA MESA DE REDACCIÓN de este diario digital ha decidido aceptar la propuesta de nuestro compañero JOSÉ JUAN CANO VERA, coordinador de Opinión, y escritor y próximo a editar un poemario, de viajar a las ciudades españolas de MELILLA Y CEUTA, y posiblemente la zona del RIF en rebelión permanente con RABAT.

Nuestro veterano colega vivió durante 23 años por aquellos territorios, fue corresponsal de la AGENCIA EFE y redactor jefe del TELEGRAMA DE MELILLA, y posteriormente subdirector de EL ECO DE CANARIAS antes de ser trasladado a la Península, desde Las Palmas visitó frecuentemente varios países africanos, entre ellos Mauritania, GUINEA E. y Argelia, considerado como un experto analista dedicó mucho tiempo a trabajos de rastreo geoestratégico plasmado en tres libros. 

Lo primero que siento en mis propias carnes cuando aterrizo es que esta hermosa ciudad que fue de una vitalidad en progresión es hoy una ciudad en decadencia emocional, y escepticismo por una falta de confianza en los distintos gobiernos españoles, desde la década de los ochenta, y por ende incomprendida.

Los españoles de a pie y los instalados en el puente de mando, pero en silencio se preguntan, nos preguntamos ¿por qué no nos visitan miembros de la familia real o el mismo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, estrechamente vinculada su familia con el mundo financiero y comercial marroquí que es un misterio.

Y pregunta de cajón, por qué Ceuta y Melilla no tienen las mismas prebendas que Cataluña, Canarias, Navarra y País Vasco, aunque si, nuestro país paga millones de euros para controlar los cientos de miles de inmigrantes que avanzan hacia Europa imparables., subvenciones que desaparecen repartidas a manos llenas en los aledaños del poder real, policial y algo entre militares.

La crisis es amarga y a punto de estallar entre dos naciones en guerra de siglos, una crisis que convertirá el ESTRECHO DE GIBRALTAR en un coladero o un cerrojo comercial y estratégico, desde siglos.

Melilla es la parte más amenazada y débil, sin apenas defensa, aunque la ministra MARGARITA ROBLES haya visitado la zona tres veces en menos de dos meses cuando falta dos para otro lamentable aniversario de la MARCHA VERDE que aniquiló el SAHARA que fue provincia española, sí que fue el príncipe Juan Carlos, pero la clase política se rindió ante la presión norteamericana de que no colaboraría con el gobierno español muriéndose el general Franco.

Hoy estamos en un elevado nivel de soledad, ni Europa ni ISRAEL, ni Argelia, ni tampoco los hermanos de la Unión Europea preocupados por la deriva de un gobierno español de la calidad bananera tipo Venezuela, a las espaldas.

La impresión que nos viene encima a las seis horas de la llegada es que este enorme montaje no es consecuencias de los inmigrantes, sino de intereses económicos, militares y mafiosos multimillonarios que utiliza todo tipo de tecnología, hasta drones y una tupida red de información más la potencia de las redes sociales globales que escapan de los controles mediocres de titularidad oficial.

En esta bella ciudad olvidada se sabe hasta quien es quien , hasta te indican quienes son miembros de la inteligencia marroquí, y un dato nuevo , significativo, están llegando latinoamericanos, no de turismo sino trabajando para el fantástico paraíso de las drogas que se cultiva en el RIF y silenciar los brotes del separatismo, solo a ochenta kilómetros de Melilla, desde AZIB DE MIDAR, aquel rincón hermoso donde viví cinco años imborrables, si me deja pasar la temible Gendarmería del rey más rico de AFRICA que paga bien a sus generales. El ejército español observa, pero no lo veo con el suficiente apoyo logístico de sus aliados naturales.

EPÍLOGO.- Es más que evidente que hay otro mundo, la amistad del pueblo español , musulmán  y judío, una tradición pacífica sin odios por encima de los enfrentamientos religiosos de los tres sistemas que el Papa Francisco condenó ayer en Yakarta, no el pacifismo sectario sino el que emana del alma humana sin que la cultura sea motivo de choques viscerales, en mis años de niño.

Ellos, los rifeños fueron mis amigos, aunque sus padres hicieron la guerra a España, la invasora, en la escuela todos vivíamos en la misma clase, chicos y chicas, y tuve un primer amor platónico, se llamaba Batula, catorce años de las mil y una noches.

Hablaba y escribía en español, yo el meyi. Luego llegaron los bárbaros del sur marroquí, los mercenarios del terrorismo. Y finalmente mis hermanos saharauis que quieren ser libres en una África sin vaciarse, huyendo de las mafias políticas, y el terror.

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