Gracias Panchito, Panchito

 “ Me gusta más lo que cuento, que lo que canto “. ( Pancho Varona ).

 Tras estos meses pandémicos que hemos venido sufriendo, parece que, aunque de manera sutil, empezamos a ver la luz al final del túnel.

 Es verdad que, si atendemos a la lógica, nada de esto ha terminado. Existen signos evidentes de que nuevas cepas, venidas de exóticos lugares, nos harán retroceder. Pero no es menos cierto que las circunstancias permiten el optimismo y, sobre todo, una vuelta a la normalidad que ya es, para todos y para todo, una necesidad.

 Ayer viernes, en mi pequeño universo, se produjo la confluencia que, para mí, marca el principio del fin o, mejor dicho, el principio de un nuevo comienzo.

 Ayer, a las nueve de la noche, traspasé una puerta que llevaba casi dos años sin atravesar y que siempre, en cada ocasión, me ha proporcionado instantes de felicidad casi absoluta.

 Ayer volví a la sala Galileo. Y no para un acontecimiento cualquiera. Ayer acudí, por primera vez desde hace muchos meses, que han parecido siglos, a un concierto de Pancho Varona. Lo hice además en compañía de mi hermano Javier, que como yo ama la música, y de un par de buenos amigos.

No es necesario que yo haga aquí una glosa de Pancho Varona. Pancho es, probablemente, uno de los músicos en activo con mayor bagaje del panorama nacional, junto con su amigo y compañero Antonio García de Diego. Dos monstruos de la creación musical, sin embargo a la sombra de una figura tan grande como la de Joaquín Sabina.

 Fue allá por el año 1982 que Pancho Varona intervino, por primera vez, en un concierto de Joaquín Sabina en el teatro Salamanca de Madrid. Como él mismo contó anoche, fue él quien acudió al encuentro de Sabina, del cual había oído hablar, una de esas noches canallas de La Mandrágora, que este compartía con Javier Krahe y Alberto Pérez en el mítico local de la Cava Baja.

 A partir de aquí, Pancho se integró en los viceversa, de cuyos miembros también permanece en activo Paco Beneyto, que recientemente, en 2018, regresó a la banda de Joaquín Sabina. Junto con Mara Barros, el propio García de Diego y Jaime Asúa son los actuales artífices de las Noches Sabineras. Si no han estado en una de estas noches, si no han subido al escenario con estos monstruos, no saben lo que es una fiesta inolvidable. Yo, que me he tirado en paracaídas con ellos en muchas ocasiones, destrozando temas de Joaquín Sabina ante el aforo completo de la Galileo, nunca voy a olvidar esos momentos que me llevaré a la tumba en mi corazón, sin duda.

Como siempre dice Pancho en estas noches de fiesta en las cuales invitan a cantar al público, no buscan cantantes, buscan valientes. Pero esa sensación, esa vivencia impagable de subir al escenario con músicos de su calibre, no tiene precio.

 Ayer, sin embargo, pudimos disfrutar de un concierto acústico de Pancho Varona en solitario. Con su guitarra, recuerdo de su gran amigo Jose Antonio Romero, integrante también de este grupo de benditos locos y tristemente fallecido en abril de 2019.

 Pancho comenzó su concierto con el tema “ más de cien mentiras “, recordándonos que existen más de cien motivos para no cortarse de un tajo las venas. No está de más que alguien nos lo recuerde de vez en cuando, por si acaso.

Además, fiel a la filosofía de su gira, las historias de las canciones, nos explicó anécdotas de la creación y composición de muchos de los temas más preeminentes de Joaquín Sabina, de cuyas músicas es autor, en la mayoría de los casos.

 Nunca hay que perder de vista aquello que te hace feliz. No hay que dejar escapar los momentos luminosos. Desafortunadamente, son escasos. Por eso hay que atraparlos al vuelo.

 Volvamos, pues, a ser felices. Volvamos a la calle, volvamos a los cines, volvamos a los conciertos. Como reza la letra de “ caballo de cartón “, “ me podrán robar tus días. Tus noches no “.

 Aunque al paso que vamos, no sé yo.

 Gracias Pancho. ¡ Viva la música !.