Dice Conchita, mi cuidadora proletaria, votante socialista aún, enamorada de su macho huertano, cocinera ejemplar de ollas gitanas, y respetuosa −me llama de usted a mi pesar y no me ha sugerido ducharme, como otras anteriores−  me comenta que en los consejos de ministros se llevan horas hablando de sexo a iniciativas de las feministas ultras y sus leyes que huelen a androfobia .

Y muy bajito me indica que sus fuentes son, con mucha pesambre −habla un panocho ilustrado− de un familiar que trabaja en Moncloa a las órdenes lejanas de Carmen Calvo, la vicepresidenta que desenterró al generalísimo. Le pregunto qué si sabe lo que es, de verdad, androfobia congénita. Ofendida me responde que ya se lo explicaron en una tele, la SEXTA, “pues José Juan, que como si yo rechazara en y fuera del catre a mi marío”.

Esta mañana, con un calor sahariano y la voz trémula, me dice que eso de multar los piropos es una “gilipollez, cuando lo que pedimos es trabajo, salud y amor. A mí que mi Rogelio me diga que me va a comer a besos o palabros parecidos, me encanta. Figúrese que un día se me cruzan los cables o se nos cruzan, y me voy al cuartelillo de la guardia civil y  acuso a mi pareja de haberme piropeado a lo bestia, que eso si que no me agrada, multa de 500 euros o denuncia ante el juez”.

Anécdotas aparte, como menos ilustrado que Conchita, opino que esta panda de feministas con el sexo mental a la caza de varones, sean culpables o no, es una bofetada a la dignidad humana, y en este caso a los hombres. No sé si limitar el piropo tradicional es una freno a la libertad de expresión, porque mientras se legisla que las ofensas al jefe del estado o a las autoridades no deben ser castigadas, aquí y ahora, anda el país asombrado como la señora ministra y populachera, IRENE MONTERO, entra en un combate permanente para reducir  los problemas nacionales en el fornicio y otras actividades que tanto castigan las iglesias y religiones con estilos fanáticos.

Aquella frase de un doctor murciano  que montó un escándalo impropio y profesionalmente punible de que “mire señora, lo que le ocurre es que usted está mal follada”, nos dan pistas de cómo anda el patio mental en una nación, cuya mitad, varones, está bajo sospecha de un machismo galopante.

 Creo, sinceramente, que han habido muchos abusos, desde el mundo político nada inocente hasta en los ‘tapaillos’ de religiosos obligados a la castidad feroz, antihumana, porque hacer el amor con amor es encontrarse un brillante, hoy o un día de esto, dentro de la normalidad, que cuando se alcanzan losn 85 años es el imperio de una mina surafricana o un ‘esclavejio’ semanal, de semana santa a semana santa o de nochevieja al día de reyes magos.

Evidentemente, se trata de regular los polvos, copular según una agenda fría o cuando diga el partido, como en la china comunista o si usted forma parte de una asociación religiosa que te recomienda no masturbarte porque  deriva en enfermedad o en vicio horrendo contra natura. Te meten en un lio o en la fórmula egoísta de “uno, dos, tres y fuera, tía”.

A la vista de este virus sexual podemita el piropo va a dejar de ser una tradición, ni siquiera el piropo de leyenda como los de don Juan Tenorio o aquel romántico de Romeo y Julieta y el bello de los Amantes de Teruel o los de Casanova, no, no estamos hablando de Barbarroja.

Nos han quitado el botijo, la grandiosa bota del vino, la tortilla de patatas española, los huevos con chorizo y hasta los toros con sus polémicas corridas −digo taurinas− ahora tocará, después del piropo retrechero eliminar el DIA DEL PADRE, machista. !!Bien coño!! No, no, coño no, pijo. No sea que entre en la lista negra del periodismo desatado que habla claro y hasta piropea a las políticas listas o las colegas guapas.

Pero el miedo no tiene fronteras porque con la nueva LEY DE SEGURIDAD NACIONAL, reciente, el presidente del Gobierno puede asumir TODOS LOS PODERES. Me preocupa que un personaje como este con los vasallos que tiene en regiones como Murcia, pude ser más que una amenaza-.Y en Cataluña con sus socios, como en el País Vasco. El rey queda como mera figura decorativa en esta Ley, tan oscura.

Cano vera