El ministro y vicepresidente bávaro que rechaza vacunarse

En contra de la “cacería” contra los no vacunados

Alemania quiere acelerar el ritmo de vacunación. Por eso, este lunes, los ministros de Sanidad de los Länder y el del Gobierno federal, el conservador Jens Spahn, acordaron que, a partir de 12 años, todos los menores del país debían tener ya la posibilidad de vacunarse.
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Para el 21 de septiembre, el Gobierno de la canciller Angela Merkel quiere llegar al 70% de la población vacunada. A finales de esta semana, el porcentaje plenamente vacunado estaba en el 53,6%, según datos del Instituto Robert Koch (RKI), la agencia federal de prevención y control de enfermedades. Frente a la variante Delta del coronavirus, según indican en el RKI, la inmunidad de rebaño se alcanzaría con un 85% de vacunados.

 

Lograr ese objetivo parece complicado, más aún cuando la estrategia del Gobierno se topa con alguien como Hubert Aiwanger. Este político salido de la formación conservadora Electores Libres ocupa el cargo de ministro para Economía del rico Land de Baviera, en el sur germano. Baviera es el segundo Land en población en Alemania y el segundo en PIB, representando casi un quinto de la economía germana.

Allí Aiwanger ejerce también como vicepresidente en el Gobierno que preside el conservador Markus Söder, el líder de la Unión Social Cristiana (CSU) de Baviera.

En estos días de campaña electoral – Alemania celebra elecciones generales el próximo 26 de septiembre – Söder dice ser un “acelerador” de la campaña de los conservadores germanos. Pero él, que quiso ser canciller conservador aunque Armin Laschet le ganó finalmente la partida, ha sido de los líderes regionales que se ha mostrado siempre proactivo y favorable a tomar medidas contra la propagación del coronavirus.

Pero el “acelerador” bávaro tiene un problema. Porque ahora que los esfuerzos se concentran en la vacunación, Söder tiene que enfrentarse a Aiwanger, considerado aquí una “estrella del pop” entre los que evitan inmunizarse. En su particular ascenso, Aiwanger también se presenta ahora a diputado en la próxima gran cita con las urnas germanas.
 
 Un político que evita la vacunación
El mérito que ve en Aiwanger esa ruidosa minoría capaz de organizar conflictivas manifestaciones como las que se vieron hace unos días en Berlín es la de haber salido en la radio pública Deutschlandfunk aireando sus posición sobre las vacunas. Aiwanger, de 50 años, sacaba pecho de no haber pedido aún cita para vacunarse.

Aiwanger dice estar esperando “hasta que la situación se aclare aún más” y hasta que él mismo no se convenza de que tiene “más sentido vacunarse que no hacerlo”.

Aiwanger siempre ha buscado diferenciarse de los políticos de los partidos tradicionales con responsabilidades de Gobierno. En la pandemia, eso ha significado para este economista padre de dos hijos el ser partidario de abrir rápido los negocios obligados a cerrar para reducir los contagios de COVID-19. Ahora, diferenciarse parece implicar otras cosas.

Porque ante el micrófono de una emisora como Deutschlandfunk, que llega a más de dos millones de personas todos los días, Aiwanger encontraba más propicio hablar de los efectos adversos de las vacunas que de los beneficios de esos preparados.

“No hay que ocultar que cada vez se conocen más casos en nuestro entorno personal que tienen que soportar los masivos efectos secundarios de la vacunación”, decía Aiwanger, sin aclarar a qué se refería. Algo de fiebre pasajera suele ser el efecto secundario que más se ha registrado con las vacunas más utilizadas en suelo alemán.

En contra de la “cacería” contra los no vacunados
Aiwanger también aprovechó para posicionarse en contra de limitar las restricciones de aquellos que evitan vacunarse en el actual debate que mantiene Alemania sobre las libertades de quienes dan la espalda a la inmunización masiva. Esa inmunización, las autoridades identifican con la salida de la pandemia. Aiwanger, sin embargo, decía ver en ese debate una “cacería” contra los no vacunados.

En vista de esas afirmaciones no sorprende que Söder haya tenido que salir a la palestra para mostrarse “algo preocupado” por su compañero en el Gobierno bávaro. El presidente bávaro ha calificado como “no bueno” que Aiwanger saliera por donde salió ante el micrófono de Deutschlandfunk, entre otras cosas, porque su vicepresidente podía estar metiéndose “en un rincón del que podría no salir”.

Ese rincón es el de los antivacunas, el de los que niegan la mayor ante la política anti-COVID-19 de Merkel y compañía y, en definitiva, un espacio político hasta ahora ocupado mayormente por la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Con ese espacio dice Aiwanger que no tiene nada que ver.
Niega ser un antivacunas, Söder le necesita
“Es una desfachatez querer ponerme la etiqueta de negacionista por estar en contra de la vacunación obligatoria”, según unas declaraciones del líder bávaro de los Electores Libres recogidas por la agencia Deutsche Presse-Agentur.

Decir eso no ha evitado que prácticamente todo el espectro político se le haya echado encima estos días. Las críticas de Söder, las que más podrían afectarle, sin embargo, no han ido más allá.
“Söder se distancia de su vicepresidente, sin duda . Pero no le ataca”, juzgan en el diario muniqués Süddeutsche Zeitung, donde explicaban esta semana por qué el presidente Bávaro no ha echado de su Gobierno a “la estrella pop” de los antivacunas. Söder depende de los Electores Libres para Gobernar y, de momento, una salida de Aiwanger sería políticamente otro serio problema para Söder.
 
En las últimas elecciones bávaras, celebradas en 2018, la CSU ganó claramente con un 37,2% de los votos. Pero, para los socialcristianos, ese fue el peor resultado de su historia. Por eso necesitaron a los Electores Libres (11,6%) para mantener a Söder en el poder.
Las próximas elecciones en Baviera están previsto que se celebren en 2023. Hay encuestas que ven actualmente a la CSU aún más débil que en 2018.

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