Lo han hecho a modo y manera del mercadeo moderno para que se hable de ellos; pero, les ha salido el tiro por el culo, no por la culata, porque como buen grupo fascista, están totalmente convencidos que todo lo que ellos hagan está bien hecho, porque, al fin y al cabo donde haya un hecho fachoso, hay junto una bendición apostólica.  

Hace ya muchos, en un espacio urbano de una Barcelona por entonces de acogida y donde todos nos sentíamos estar bien, en el lugar que se denominaba la Carretera de Sarriá, en una especie de jardín cercado donde había un pequeño club de golf, por acompañar a un compañero del barco que, según él, se estaba aficionando a un deporte más que cojonudo, el golf, me dispuse a esperarlo sentado en una mesa pensando en mis musarañas, pero en modo alguno dispuesto a acompañarlo en un deporte o juego a mi modo de entender de puro postureo y gilipollismo sajón. 

En la mesa de junto a donde este sirvo entre los siervos estaba sentado, habían dos señores sentados, uno de los cuales era don José Manuel Lara, hablando con un fluido acento andaluz de puro encanto para los que nos gusta escuchar el acento de aquella hermosa tierra que tanto amamos. 

El otro señor que lo acompaña en la mesa tomando unos refrescos, aunque a veces he pensado que muy buen pudo haber sido el barcelonés Vázquez Montalbán, como no tengo total seguridad, no puedo afirmarlo. 

Se ve que a un servidor se le veía la cara de aburrimiento a la legua, porque el señor Lara, después me enteré que era él y su actividad literaria porque personalmente me informó de ello, me dijo que yo daba la impresión que no lo estaba pasando muy bien, y, poco a poco, como las mesas estaban muy juntas, los tres nos pusimos a charlar de muchas cosas, mientras mi compañero del barco de vez en cuando se acercaba hasta la mesa y nos contaba sus proezas con la pelotica de los cojones. 

Con los dos contertulios recuerdo tan solo que lo pasé muy bien porque aunque no recuerdo muy bien de lo que hablamos, sí recuerdo que me llevé y archivé un recuerdo de gente con la que podía hablar y escuchar, que se interesaron mucho por mi actividad marinera y la vida a bordo de los buques. 

No creo, tengo la completa seguridad, que aquellos dos señores de un palique de oro, de una pose de estampa, uno el señor Lara y el otro, posiblemente, el señor Montalbán, se sintieran gozosos con lo que un “todo vale con tal que hablen de uno” pueda ser consecuente y buena cuenta para que se mantenga con el prestigio debido un premio literario, el premio Planeta, que unos gañanes actuales lo han desprestigiado de golpe. 

El único camino de decencia que le quedaba a una sociedad como la española, hipotecada por las sectas religiosas y los políticos, sin más luz ni ventana al aire fresco que la lectura, hay un empeño especial que fluye desde la “Atlanticidad”, que inunda de lleno a “Españosauria”, que no se cansa de aplaudir y premiar toda gilipollez que le impongan desde fuera, siempre y cuando tape la luz del conocimiento propio, la ética y la decencia, algo que en países brutales como el que ya casi se ha impuesto en la comunicación hablando inglés, conlleve al emporio personal que da categoría, que nunca se ha leído ni se va a leer un puto libro mirando solamente su contenido y no el nombre del autor. 

Estoy, como se está viendo, hablando del premio Planeta; pero entiendo que su trabajo de enterrador de la lectura al servicio de la brutalidad mendruguera orquestada, para la ocasión del premio, creo que lo han logrado a perpetuidad de dinosaurio los que han aplaudido y aplauden algo totalmente gilipollesco sin gracia alguna. 

Salud y Felicidad sin covid.