ESPAÑA, DIEZ POLÍTICOS, DOS ASESORES, CINCO FUNCIONARIOS SIN FUNCIÓN, UN CURA Y CUATRO MEAPILAS CONCERTADOS, POR UN SANITARIO INTERINO

En esa proporción, más o menos, se ha consolidado, con tendencia a reducir los sanitarios y, por tanto, los centros públicos sanitarios, en esta España de crisis perpetua, que, aunque oficialmente está encuadrada en las políticas europeas, sus verdaderos amos y los que nos marcan el paso son los EE.UU. y el tremendo miedo al poder político-económico vaticano de los paraísos fiscales. 

Pero, en apariencia, todo orquestado, España sigue teniendo desde el franquismo de antaño y el actual heredero, una gran capacidad social para llenar los campos de futbol, los bares y cafeterías, ante la rabia eclesial que no llenan las iglesias, porque de momento ya no es como fue, obligatoria la asistencia, y sí llenan en los actos idólatras de barrigueo paralelos donde se lucen trajes,  mantillas, medallas y cordones. 

Pienso que hay ciudades, el caso de Cartagena, cuyo ayuntamiento y propuestas parecen ser el espejo que se refleja en toda España, donde existe un temor reverencial a los temas eclesiales, fruto de ser una ciudad miembro de un estado pontificio que puede hacerlo trizas la declaración de un obispo, generalmente con papada, y ni qué decir la opinión del papa de Roma. 

Nadie está hablando ni sacando a publicidad el hecho hipotecante que Cartagena, como en el resto de España, la sanidad, la enseñanza, el temor político, la continuidad en las listas de los partidos, no depende para nada de la voluntad popular, sino que los poderes que mueven los hilos de un país, de una ciudad, cayendo en el vació hacia el destrozo total de ella, depende de los que ya ni se molestan en opinar porque les sobran perros ladradores lanzaderas, que con sus bocazas esperan alguna migaja de los que en realidad son los poderosos que nunca opinan salvo en la oscuridad de sus despachos donde dan las órdenes a sus perros obedientes. 

No sé en qué se basa el ayuntamiento de Cartagena para que el dinero público empleado en una secta religiosa, sea la solución a las penurias locales; y que manifieste que donde se ponga una basílica católica milagrera, que se quiten todos los hospitales públicos; porque los privados disponen del agrado y la voluntad política, ante la total indiferencia de nosotros como ciudadanos, que estamos en el borde de convertirnos en “clientes” y perder la condición pública de “enfermos” cuando llegan las fiebres y los temblores. 

Dentro de un proceso destructor y destructivo de los logros alcanzados por la vía de la sanidad pública, todas las reformas llevan el signo menos en lo referente a que, aunque aumente el número de población asidua a los servicios sanitarios porque la sociedad en su conjunto se está envejeciendo, los políticos en la cortijá murciana y en el resto de España, muy acentuado en Cartagena, siguen en su actitud que las listas de espera, los desvíos de enfermos hacia los centros de sus “amichis”, hay que potenciarlos al máximo, porque las órdenes recibidas son claras y tajantes; y se tiene que lograr cuanto antes, que el que se ponga enfermo y no tenga recursos, que se muera, tal y como ya lleva años ocurriendo en países altamente, según ellos, civilizados y democráticos. 

  Días atrás me decía un amigo; me comentaba, que es tan elevado el grado de podredumbre social y estamental que estamos viviendo, orquestado y organizado por las multinacionales sajonas empapadas en agua bendita vaticana, que como ya el mundo de la empresa funciona en China, y, en general en Asia, en la “Atlánticidad” solo queda como negocio el convertir a las gentes de la calle en vasallos del peor sistema capitalista de todos los tiempos. 

Y el ayuntamiento de Cartagena se está esforzando a tope en ayudar a toda granujería social. 

Salud y Felicidad sin covid.