DE LA MERITOCRACIA A LA MEDIOCRACIA
Los mediocres están en su mejor momento, porque HEMOS PASADO DE REIVINDICAR LA MERITOCRACIA A ACEPTAR LA MEDIOCRACIA.
Ahora que las cifras de la pandemia han menguado, irrumpen en nuestras vidas nuevas epidemias:
-La invasión del buenismo con meros fines comerciales.
-La progresiva banalización del discurso político.
-La pereza intelectual y la MEDIOCRACIA.
Pienso que los mediocres son una de las amenazas de este decenio, deseo que no sea de este siglo. Los reconocemos así en páginas y pantallas: sonríen felices porque han llegado a lo más alto, están encantados consigo mismos, y atraen a sus semejantes para devolverse los favores.
Los buenistas son los ilusionistas de la moral: con una mano firman el despido de la empleada que se ha quedado embarazada, y con la otra un acuerdo con una ONG para la conciliación de la vida familiar y laboral. Tan meticuloso es el buenismo que estamos entontecidos.
El filósofo Alain Deneault, dice en su libro Mediocracia, cuando los mediocres llegan al poder, que hubo un tiempo en el que creíamos que los mediocres eran minoría.
Los mediocres están en su mejor momento, porque HEMOS PASADO DE REIVINDICAR LA MERITOCRACIA A ACEPTAR LA MEDIOCRACIA.
Un ejemplo es la cumbre mundial por el medio ambiente asaltada por charlatanes que emiten frases oportunas.
Recuerden que en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Mientras los líderes del poder contemporáneo nos advierten sobre la salud del planeta, el despliegue de vehículos y aviones por parte de todos los dirigentes de las naciones es escandaloso. A la cumbre del G-20 el número de aviones, y de vehículos que han llegado clama al cielo, a la vez que en las conclusiones nos piden que vendamos nuestro coche y circulemos en bicicleta.
En mi opinión, la mediocridad es el mayor factor que amenaza con cambiar la lógica de las cosas, y anula el sentido común. Este buenismo galopante impide discernir con sensatez, y nos adorna la estupidez de tal forma que uno se ahoga en un océano de mediocres.
La mediocridad es un campo abonado del que debemos excluirnos para mantener nuestra inteligencia, actuar en silencio y a solas, lejos de esos gurús que nos afilian en otro pensamiento unificado. Recuerden, hagan lo que yo digo pero no lo que yo hago.
Sureste Press
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