La ocupación pacífica de Ottawa por los camioneros del Convoy de la Libertad, ese suceso crucial que no existe para la mayoría de los grandes medios, entra en su segunda semana con el peligro de extenderse a otros países, especialmente a su vecino del sur, Estados Unidos. Y la perspectiva no hace precisamente feliz a un Joe Biden en sus horas más bajas de popularidad.

Además de una inflación como no se conocía desde hace cuarenta años, un duelo al sol con su viejo enemigo de la Guerra Fría en Ucrania y los tribunales tirándole el mandato vacunal, solo le faltaba a Biden que los camioneros norteamericanos tomaran nota de lo que están haciendo sus colegas canadienses. O, sin más, que los canadienses sigan bloqueando la entrada de componentes que la industria del automóvil de Estados Unidos necesita desesperadamente.

 Así que el presunto presidente ha instado al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, aún en paradero desconocido y aún negándose a negociar con los organizadores del convoy, a usar toda la fuerza del gobierno federal para acabar con el bloqueo del puente fronterizo Ambassador.

El secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, y el secretario de Transporte, Pete Buttigieg, se han puesto en contacto con sus homólogos canadienses, según ha hecho saber la Casa Blanca, y no se descarta ninguna opción. Por ese puente, la vía principal que conecta Windsor (Ontario) con Detroit, pasa una cuarta parte de todas las mercancías que se mueven entre Canadá y Estados Unidos. El efecto sobre la industria del automóvil ha sido inmediato y brutal.

Ford asegura que su planta de Windsor reabrió el jueves después de cerrar el miércoles por falta de piezas. GM envió el primer turno a casa dos horas antes el jueves en su planta de camionetas de Flint (Michigan) debido a la escasez de piezas. Stellantis interrumpió el primer turno el viernes en su planta de Jeep en Toledo (Ohio) debido a la escasez de repuestos. Honda detendrá temporalmente la producción en una línea de montaje durante el turno de día del viernes en su planta de Alliston (Ontario).

Así que Biden quiere que la cosa acabe ya, que bastante tiene con lo que tiene. El dilema es qué medios puede usar el Gobierno federal canadiense que no haya usado ya. El más radical, movilizar al ejército, es una opción que propio Trudeau ha descartado desde el primer momento, con muy buen juicio, y muchas empresas a las que se está ordenado contrarrestar la acción de los camioneros se muestran, por decirlo suave, poco cooperativas. Así, las empresas de grúas se han negado a llevarse los camiones que ocupan Ottawa, alegando problemas de bajas por covid.

Se les intentó estrangular económicamente presionando a la plataforma de microfinanciación online que recogía las donaciones para financiar el convoy, GoFundMe, logrando que esta congelara los fondos recibidos, con gran escándalo generalizado. Ahora las autoridades canadienses han ordenado a GiveSendGo, una segunda empresa similar que se ha prestado a sustituir a GoFundMe, a que haga otro tanto, pero la respuesta de la empresa puede leerse en Twitter: “¡Que se sepa! Canadá tiene absolutamente CERO jurisdicción sobre cómo gestionamos nuestros fondos en GiveSendGo. Todos los fondos de TODAS las campañas de GiveSendGo fluyen directamente a los receptores de esas campañas, y no va a ser menos la campaña del Convoy de la Libertad”.

Trudeau se ha situado en una posición imposible. No puede sentarse a hablar con los camioneros después de haberles llamado sexistas, racistas y otras lindezas y asegurar que representan una postura marginal de la opinión canadiense. Pero tampoco es fácil que los camioneros vayan a ceder y largarse de Ottawa como si nada hubiera pasado. Y son la sangre de la economía canadiense.

Todo el espectro parlamentario canadiense está contra los camioneros, pero necesitan con urgencia una salida, y la irritación hacia Trudeau crece incluso entre las filas de su propio partido. Los gobernadores de las provincias, por su parte, están viendo cortar las barbas del gobierno federal y muchos ponen la suyas a remojar con anuncios de poner fin a las restricciones por la pandemia en distintos grados.

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