En esta Cartagena de Romanos, no de gente de Cartago, con voto de obediencia al dinero fácil, nadie obliga a nadie, en mi caso, a escribir por cualquier tipo de imperativo. Hoy no tenía ninguna gana de hablarle, escribiendo, a una ciudad que sigue clara y decidida en sus planteamientos que lo más importante es vivir de la leyenda suministrada, pero, con un día a día de abandono vecinal, que a no tardar la gente nueva nos lo echará en cara.  

Por eso me he limitado a reproducir unos renglones antiguos; pero que tienen plena vigencia ante una granujería cartaginesa que no cesa. 

Lo de “Novo Carthago”, el planeamiento urbanístico sobre unos terrenos protegidos medioambientalmente a orillas del Mar Menor que, hasta el momento, tiene a la alcaldesa de Cartagena y al Delegado del Gobierno como imputados judiciales (No pasó naica, la “diligencia” se paró y atascó en el primer charco de agua bendita) no pasa de ser una “pelufa de caña” ante otro movimiento urbanístico, el Plan Parcial Hondón, aprobado definitivamente por el muy ilustre ayuntamiento de Cartagena, en los envenenados terrenos donde en su día, y hasta el año del 2.001, estuvo abierta contaminando lo que a la hora del aplaudido cierre se llamó Potasas y Derivados….Derivados, después, a la enfermedad y la muerte. 

         Por ceñirnos a los propios “alardes” municipales aireados en la prensa local, durante tres años, como el que transporta caramelos de menta refrescantes, mucho más de un millón de metros cúbicos afectados por la radioactividad de los fosfoyesos, reconocido el porcentaje de su presencia, según el Ayuntamiento cartagenero y según los informes técnicos, en una cuantía del 30%, serán montados en vehículos, y, los vecinos de La Unión, en lo que el consistorio cartagenero denomina como el vertedero de la Cruz Chiquita, pasará a convertirse, si no lo media rápido el Instituto Nacional de Radioactividad, en un cementerio nuclear para que el Banco Cam Sabadell, con un 50%, la empresa Podecasa, ayuntamiento de Cartagena y Comunidad Autónoma con el otro 50%, puedan hacer negocio, bien promocionando ellos mismos la obra, o vendiéndoles a terceros la posibilidad de construir un puñado de miles de viviendas, que se puede ver su cifra, número y tipología en el propio Plan, que para eso el Ayuntamiento de Cartagena, es muy suyo y sabe muy bien hacer números, especialmente cuando se trata de obras y presupuestos donde pueda haber faifa. 

         Y, así, sin más, obviando que la ley vigente prohíbe taxativamente edificar sobre suelos que se sabe por informes técnicos que están contaminados, el Ayuntamiento, que entiende lo de mayoría política por aquello de que aquí mando yo y la ley la tienen que cumplir otros, se lanza a la ilegalidad más pasmosa, más dañina.  

Y, aún sabiendo que desde Europa nunca lo van a dejar edificar, en Cartagena sí; si coloca un puñadico en el ayuntamiento, o reparte unos euros para cualquier fiesta, o regala un manto para un palo seco, inicia: tiene iniciada el ayuntamiento una huida hacia adelante, engañando aquí y allá, aún a sabiendas de que está cometiendo un doloso delito por iniciar un planeamiento urbanístico en unos suelos que sabe, porque tiene en sus manos estudios técnicos que lo avalan, que primero tiene que descontaminarlos, y, después, si organismos superiores a este ayuntamiento, que ha demostrado con creces que no está capacitado para regir el urbanismo de la ciudad, le autoriza la construcción de viviendas. 

         Lo ya hecho hasta ahora (en su día) a nivel de papeles y difusión del Plan Parcial Hondón en terrenos contaminados con metales pesados, según ellos mismo reconocen en un 50% de la millonada de metros cúbicos a descontaminar, aparte del 30% de fosfoyesos, son, sin más, motivos sobrados para que la autoridad que le corresponda tome cartas en el asunto y ponga a cada cual en el lugar judicial que le corresponde, porque todo el montaje tiene los claros indicios de estar atentando contra la salud pública de los cartageneros, y eso es entendible que no admite juegos ni devaneos políticos de gente no apta para regir los destinos locales del vecindario (todo fielmente continuado con La Trinca Actual, que tanto sisa, sisa tanto como antes, un poco más porque son tres). 

         En opinión de los expertos en tales asuntos de contaminación, la única solución menor que no resuelve el problema pero lo amortigua, sería que, siguiendo las instrucciones que se están esperando, al parecer varios años ya, del Instituto Nacional de Radioactividad, siguiendo sus normas, se cubran, una vez que se hayan aislados lo mejor posible, los suelos contaminados con arcillas y gravillas por encima, y plantar árboles y vegetación. 

         Y, con el paso de los años, más de un siglo, esperar que todo haya quedado latente, pero controlado. Porque en ningún momento, ningún experto piensa que nadie puede proyectar  hacer viviendas sobre unos suelos radioactivos que deberían estar ya, en beneficio de la salud local, en su proceso de descontaminación; Pero, eso, por la tardanza y despreocupación, parece que no es la opción municipal de un ayuntamiento que vive para las fiestas, el postureo y construir iglesias para regalárselas al Vaticano. 

 Salud y Felicidad actual, sin covid-22. 

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