Compra votos, Corrupción, poder absoluto y mentiras verdaderas: el ocaso del PSOE y Pedro Sánchez tras la condena a Chaves y Griñán

“Estos mecanismos lograron salvaguardar en Andalucía cientos de empleos y empresas en momentos de dificultad en una comunidad fuertemente golpeada por el desempleo”

Corrupción 02/08/2022 Hernán Martín
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Chavez, Griñan, Pedro Sanchez

El Tribunal Supremo confirmó las sentencias de la Audiencia Provincial de Sevilla contra Manuel Chaves y José Antonio Griñán, referentes de la trama de los ERE que desviaron 679 millones de euros con un objetivo político claro: mantener al PSOE en el poder usando la corrupción y el clientelismo como herramientas para capturar votos, lo que les permitió obtener victorias demoledoras contra sus adversarios de Andalucía.

Este fallo representa un golpe terrible para Pedro Sánchez, horas después de que el mandatario decidiera renovar su partido con la intención de afrontar las elecciones del año que viene.

Tras este demoledor dictamen, el presidente ya no puede usar su exitosa y tradicional fórmula de acusar al Partido Popular de liderar la corrupción política, (recordemos que incluso usó una moción de censura para derrocar a Mariano Rajoy y llegar a la Moncloa), ahora que se demostró que su partido se benefició del reparto arbitrario de casi 700 millones de euros para conseguir votos que le permitieran conseguir y mantener en el poder al PSOE.

Griñán fue condenado a 6 años de cárcel y 15 de inhabilitación para el ejercicio de cargos públicos; y Chaves, a 9 años de inhabilitación por prevaricación, un verdadero golpe mortal también para la credibilidad del Partido Socialista Español que, como Sánchez, hizo, durante décadas, de la honestidad una de sus principales banderas políticas.

Desde Polonia, donde asistió a la cumbre hispano-polaca, Sánchez, sin embargo, no tuvo problemas en declarar muy suelto de cuerpo: “Yo creo que, en este caso, tanto en el de Chaves como en el de Griñán, podemos afirmar que están pagando justos por pecadores”. 

El presidente además señaló que los condenados dimitieron de sus responsabilidades políticas y no fueron acusados “de haberse lucrado o haberse llevado un céntimo de euro o haber financiado irregularmente a formaciones políticas. No hubo enriquecimiento personal, tampoco hubo financiación de partidos políticos. Lo que sí hubo fueron dimisiones hace más de un lustro asumiendo sus responsabilidades políticas”.

¿Por qué Sánchez defiende a Chaves y Griñán y no a otros condenados como Francisco Vallejo? Porque, a diferencia de Vallejo, que no provoca un gran impacto en el público ni en los medios de comunicación (carece, como otros sentenciados del ERE, del carisma necesario para generar amores u odios profundos entre los ciudadanos de a pie o los periodistas encargados de cubrir el caso) Chaves y Griñán le sirven al presidente para enviarle un mensaje claro a sus seguidores y defender el relato oficial sobre la persecución política que sufren determinadas figuras del PSOE por haber intentado hacer las cosas bien, de ahí la frase “justos por pecadores”.

No es casualidad que, tras las declaraciones del presidente, otras figuras del partido salieran a reforzar con nuevos argumentos este relato victimista. 

Juan Espadas, líder socialista de Andalucía, disculpó el delito diciendo que todo fue “un procedimiento que perseguía un fin social que permitió salvar buena parte del tejido producto y evitó que 6.000 personas fueran al paro”. 

Algo similar declaró Pilar Alegría, la nueva portavoz del PSOE, para justificar lo que hicieron Chaves y Griñán: “Estos mecanismos lograron salvaguardar en Andalucía cientos de empleos y empresas en momentos de dificultad en una comunidad fuertemente golpeada por el desempleo”

Lo que evitan decir tanto Sánchez como Espadas y Alegría es que las ayudas socialistas fueron usadas principalmente en aquellas regiones andaluzas donde el PSOE tenía mayores dificultades para ganar, lo que no es una casualidad sino una estrategia pensada con un fin bien determinado: ganar las elecciones.

Esto lo remarcaron muy bien Fernando Prieto y Rafael Escobar, fiscales del Tribunal Supremo, al señalar que los acusados fueron “conscientes en todo momento de la patente ilegalidad de sus actos” y por ello “modificaron el sistema de concesión de ayudas para evitar su control”. 

Es decir, de inocentes nada. Todo respondía a un plan.

Por otra parte, el argumento sentimental de que los funcionarios condenados no se enriquecieron ni beneficiaron personalmente es insostenible frente a una pregunta muy simple que ni Sánchez ni sus compañeros del PSOE respondieron todavía (tal vez porque no hay respuesta posible): ¿qué mayor beneficio personal podían obtener Chaves y Griñan que ganar sistemáticamente las elecciones gracias al uso indebido de fondos públicos, fondos de los que carecían las demás fuerzas políticas?

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