El mundo occidental actual podría festejar en principio, el “cierto logro” ante la agresión rusa. Sin duda, la unidad y solidaridad en este caso podríamos decir que no han decaído en los meses de guerra que llevamos a las espaldas y, ello que países como Francia, Italia, Alemania, Polonia y Países Bajos, entre otros, andan muy lejos de lo que estaba previsto según comentan los analistas. Sí que atisbamos en nuestros horizontes una cierta cohesión y, nunca la OTAN había dado tal salto para poderse hacer ver. Ahora, con Suecia y Finlandia, las cuales eran neutrales, han decidido cobijarse al mejor postor.

Es más, desde hace muchos años, desde la antigua Guerra Fría, los países europeos habían decidido ir al son de los Estados Unidos. El miedo a la guerra, sin duda, nos ha empujado a muchos de los que antes, en el caso de España, solo íbamos a poner tiritas cuando había un montante declarado y, porque no dijesen, mirábamos detrás del tercer muro ante el “por si acaso”. 

Tal solidaridad sin hendiduras en el mundo occidental no debe llevarnos a tirar cohetes y ni siquiera petardos. Se dice que estamos unidos, aunque hoy por hoy no es creíble del todo, pero también, si lo piensan, estamos muy aislados mucho más de lo que pensamos. Todos desean realizar sanciones contra Rusia y, con excepción de países democráticos lejos de nuestro continente, ninguno de ellos ha adoptado tales sanciones. Hablamos de Corea del Sur, Japón, Australia, Nueva Zelanda entre otros.

Todos ellos, sin duda, se han negado a seguir tales estropicios del brazo del mundo occidental, un mundo que desde lejos se mira de perfil. Por tanto, Vladimir Putin podríamos decir que nos ve, nos siente y sabe de qué pasta somos. Su inteligencia lo afirma y los europeos jugando a intentos de… pero con falta de fortaleza, tanto interna como apoyo externo. El llamado “Sur Global” ha dejado que nos las ventilemos a nuestro gusto y manera.  

Algunos se preguntan si no estamos soplando a un rescoldo de hoguera, a una nueva Guerra Fría de “pasta flora”. Antiguamente estábamos divididos entre dos magnas haciendas: con Rusia o con Estados Unidos. Sin embargo, el “sur global” prefiere jugar con ambos según su conveniencia. El mundo sudafricano no olvida la presunta ayuda de Moscú. La India mejor se queda quieta. Arabia Saudí y los Emiratos Árabes son más listos de lo que pensamos y sus materias primas energéticas son las que hablan. Así, con estos lodos, no tienen por qué mojarse y prefieren mirar por sus intereses.

Muchos de ellos, así me lo ha comentado más de uno de aquellos lares, el mundo occidental vive de la hipocresía, no se aclaran y “parecen que…pero no son de lo que presumen ni son de fiar”. Nos echan en cara nuestras falsedades de valores que decimos poseer y, como dicen desde dichas lejanas posiciones, los utilizamos de manera oportunista a la conveniencia en cada momento. Pero no todo queda aquí para Occidente.

Argelia no tiene claro en suministrar el gas comprometido con Mario Draghi o Giorgia Meloni, según salgan las votaciones en breve. Francia puede dejar de vender electricidad a Italia durante los dos próximos años. ¿Es esta una Unión Europea? Por ello Portugal, callada ella, hace y deshace y no le va mal ante la jauría que observa. 

Si los falsos occidentales continúan con una Hoja de Ruta creyendo que tienen el pescado vendido a estas horas, están bastante equivocados y se encontrarán antes o después más que desilusionados. Tendrán que reflexionar e incluso asumir que el resto de los países en la época en que los demás estados no poseían otras opciones que seguir de manera dócil las ideas occidentales ya han pasado.

La que llaman Comunidad Occidental debe caer en la cuenta de que no vale tanto como ella cree, solo es un trocito del mundo, y que debe saber que existen otras sensibilidades si desea llegar a buen puerto. Saben perfectamente muchos países que lo de la Unión Europea, más que “Unión” es algo muy distinto y, que los “valores” de los que ellos presumen de “valores” habría que hablarlos. 

Claramente, la historia europea no acabó con el fin de la guerra fría para dejarnos paso al plácido reinado perpetuo de las democracias liberales. Muchos han creído vivir en burbujas de paz, libertad y prosperidad, pero estamos de lleno en otro paraíso, el posmoderno, donde existen demasiadas oscilaciones y hemos de advertir no hacernos demasiadas ilusiones pensando que los momentos actuales son excepcionales y que no falta mucho para que todo vuelva a la normalidad. No es un hecho garantizado que Occidente seguirá pilotando la historia, aunque no sea el actor principal y exclusivo en el escenario mundial.

Los occidentales, los europeos, se han olvidado de su historia. Ahora mismo estamos viviendo un sistema multipolar y caótico en el que es posible escape al monopolio de los Estados. Nos ha entrado la pereza y la demagogia, que caminan al compás de ideas simples cercanas a las falsas. Ante esto, el mero pragmatismo no basta para salir al paso de la demagogia y el populismo y, es que la mentalidad economicista termina dando prioridad absoluta a la seguridad sobre cualquier otro planteamiento y para ello recordar el peligro de disociar la libertad política de la económica: ahí tenemos a China.

A la democracia del siglo XXI le siguen acechando dos grandes males: el individualismo y la pérdida del sentido común. Estos males son obstáculos para afrontar los retos locales y globales del tiempo presente. Valores, una vez más, desde España, desea llevar con ahínco el humanismo cristiano y todo lo que engloba en sus diversas áreas hacia Bruselas. Deseamos desde la seriedad y el compromiso que, unidos a otros partidos cristianos de Occidente dar la belleza a nuestro Continente que va perdiendo cada día su importancia hacia sí y su apertura a la aldea global con luz suficiente que irradie todo lo bueno que se puede aportar, partiendo, eso sí, de que la movida global ha tomado hoy otros rumbos que habrá que saber llevar. 

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