Aquí, en la ciudad departamental, ha permanecido durante tiempo, uno de los mejores servicios secretos del Estado español, los de la Marina, y tuvo de jefe a lo mejor de lo mejor, a D.C., así mismo la contrainteligencia, división del CESID, cuya cabeza privilegiada era de un ciezano, el coronel F.S. Todos han muerto, pero su recuerdo es inolvidable para quienes tuvimos el gusto de tratarlos profesionalmente en los años de plomo de la transición y anteriores al golpetazo de Tejero, el que pagó el pato por otros. La región murciana fue clave.

Aquellos servicios funcionaban con medios mediocres pero muy profesionalizados, especialmente en el exterior, y nutridos de  militares, luego llegaron los civiles y políticos, y la jodieron porque a pesar de la lucha interna y la resistencia, desde el gobierno de Felipe González y el periodo brillante de Dezcallar, los negocios secretos han ido de peor en peor, hasta llegar a los escándalos de estos últimos años bajo  un gobierno sanchista con apoyo populista y  socios separatistas, todos ellos, hasta 65 personalidades catalanas, espiadas por orden de la Moncloa.

Ha saltado la liebre, éramos pocos y ha parido la abuela, porque el país se encara a una crisis social, económica y ética sin precedentes, mucho más graves que cuando los Pactos de la Moncloa, porque la corrupción era una pálida imagen de lo que sufrimos ahora, y aún queda por sufrir lo peor, cuando la izquierda se parta en tres bajo la batuta del resucitado Pablo Iglesias, repartiendo caña a la vicepresidenta Yolanda Díaz, que se pronosticó, hace dos años, en esta misma digital. 

Resulta que un previo informe y análisis de la Unión Europea pone a caldo a nuestros servicios de inteligencia en el caso burdo de PEGASUS, cuando Marruecos tiraba piedras y escondía la mano en Cataluña, Madrid, Melilla y Ceuta, la guerra fría global cuyo campo ardiente se extiende desde Ucrania a los cinco continentes, donde perderemos todos, menos las cuatro grandes potencias occidentales, más Rusia y China.

Veamos. La Comisión de Investigación del Parlamento Europeo que chequea el escándalo Pegasus que tocó duramente al Estado español, y específicamente al presidente del Gobierno y ministros de Interior, Defensa y Asuntos Exteriores y sus servicios de información, señala la comisión lagunas en el marco legal español durante las investigaciones de los golpistas catalanes de primera y segunda línea, y afirma que la protección legal es OBSOLETA, que supone un desequilibrio democrático serio. Y no existe TRANSPARENCIA.

Hay que indicar que naturalmente nuestros agentes de inteligencia reciben órdenes directas de sus ministros y altos cargos políticos, y sus responsabilidades quedan en manos de sus jefes superiores, salvo, en casos determinados en el exterior. El caso de Pegasus fue una chapuza de la Moncloa y ministro de Presidencia, todos ellos espiados desde el interior y el exterior, incluso el ministro de Agricultura ex embajador en Rabat. El resultado final, fue la caída de la directora general del CNI y un clima de desconcierto generalizado en estos servicios secretos, anteriormente valorados en las zonas africanas e iberoamericanas.

La historia no ha terminado, ahora falta la taimada batalla política en el Parlamento, entre coaligados, otro circo incalificable en donde los enemigos del pueblo español se reparten el poder, no el oscuro sino este tan descarado y visible.

EPÍLOGO. - Es un hecho fehacientemente comprobado, y a la vista está, que el deterioro de la imagen de nuestras competentes fuerzas de Seguridad del Estado no ha mejorado en los últimos años porque al frente del Ministerio de Interior, señor Marlaska, magistrado en excedencia, es un incompetente, y otro ejemplo es el pésimo maltratado a los funcionarios de Prisiones, en el campo económico y de seguridad. Marlaska tiene hoy una papeleta que viene arrastrando por último asalto a las vallas de Melilla, vallas nuevas levantadas bajo se mandato.

La masacre, la muerte de 36 personas, en la frontera con Marruecos –el país que nos espía frecuentemente– ha cobrado una actualidad hiriente para el prestigio de nuestra nación en el exterior. Hay que investigar más y los medios de comunicación especialmente.

Este jueves intentaré viajar a Melilla y a Nador, donde viví 18 años. Mi instinto me dice, y algunos amigos, que se está tapando la responsabilidad misteriosa de las autoridades en aquel luctuoso asalto que conmovió al mundo. Los socios del Gobierno tratan de pasar los muertos a la policía española, pero no a los mandos políticos. Claro, que si cae Marlaska, Pedro Sánchez y su gobierno, deberán dimitir. Palabras mayores en las actuales circunstancias en las que vive el pueblo español, tan fustigado. Y comprando masivamente en los súper ante el paro de los camioneros este lunes que llega.

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