LOS ÚLTIMOS REYES DE FRANCIA. PARTE 1

La Revolución francesa. Aquel momento histórico a finales del siglo XVIII que significó, más allá del fin del régimen monárquico en Francia, el fin de la Casa de los Borbones en el país

Sección Histórica 25/11/2022 Carlos Llanas
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LOS ÚLTIMOS REYES DE FRANCIA

La Revolución francesa. Aquel momento histórico a finales del siglo XVIII que significó, más allá del fin del régimen monárquico en Francia, el fin de la Casa de los Borbones en el país, el surgimiento de nuevos ideales y nuevas maneras de pensar. Un momento en el que los siervos pasaron a ser ciudadanos, un momento en el que los reyes dejaron de ser vistos como gobernantes intocables, un momento en que se vio que todos los hombres eran iguales.

Esta revolución nos trajo muchos de los conceptos que son básicos para nosotros en la actualidad y mucho se habla de que, con la Revolución, Francia dejó atrás el Antiguo Régimen, pero eso no es cierto al cien por cien. Para empezar, en Francia, entre 1791 y 1792, hubo una monarquía constitucional porque el rey Luis XVI siguió siendo rey de los franceses hasta que lo pasaron por la guillotina el 21 de septiembre de 1793. De manera oficial, Francia fue república entre 1793 y 1799, cuando el cónsul Napoleón Bonaparte hizo un golpe de estado y acabó con la Primera República francesa.

Por lo tanto, la Revolución francesa, aunque muy relevante para la historia de Francia y del mundo por todo lo que inició, podemos asegurar que esta no fue el fin del Antiguo Régimen, ni mucho menos fue el fin de la monarquía en Francia, como se ha vendido muchas veces. En este artículo dividido en dos partes, hablaré del fin del sistema monárquico en Francia y empezaré con el fin de la Casa Borbón como casa real.

 El rey del exilio
Justo, el mismo día que detuvieron al rey Luis XVI mientras intentaba huir del país, otros miembros de su familia si lo lograron. Entre ellos su hermano, el conde de Provenza, el futuro Luis XVIII. En 1795, tras la muerte de su hermano y de su sobrino, el efímero Luis XVII, Luis XVIII se proclamó rey legítimo de Francia. Hasta la llegada de Napoleón al poder, el “rey” su otro hermano estuvieron trabajando con los contrarrevolucionarios y monárquicos que todavía quedaban en el país.

Por desgracia para el Borbón, Napoleón Bonaparte llegó al poder en Francia y empezaría su imperio en Europa. Durante los años en que el emperador de Francia fue el hombre más poderoso de Europa, los Borbones tuvieron que ir refugiándose en Prusia, en Rusia, Polonia, Suecia y Gran Bretaña y trabajando con sus partidarios en Francia para ganarse al pueblo francés. Con la caída de Napoleón y su exilio en la isla de Elba, el Senado reconoció a Luis XVIII como rey de Francia.

Al llegar a Francia e instalarse, el nuevo monarca se negó a reconocer la Constitución e inició un proceso de reinstauración del absolutismo. Lo primero que hizo fue elaborar una nueva constitución donde reconoció ciertas libertades y de carácter moderado para evitar posibles revueltas. La paz no le duraría mucho al rey, ya que, el 1 de marzo de 1815, tras escapar de Elba, Napoleón desembarcó en Francia con un centenar de seguidores.

A él se unió gran parte del ejército, dejando París desprotegida y con el rey huyendo de la ciudad a Bélgica. Napoleón volvió a proclamarse emperador, pero el puesto le duró 100 días hasta la derrota en la batalla de Waterloo, que lo llevó a abdicar y a exiliarse a la isla de Santa Elena, en el Pacífico, donde acabó muriendo. Luis XVIII volvería al trono francés el 8 de julio de 1815. El segundo reinado de Luis XVIII estaría marcado por una reforma del ejército, una serie de reformas que beneficiaron a la nobleza y tensiones con la casa real rival, la Casa de Orleans. El rey acabaría sus días postrados en una cama como resultado de un pésimo estado físico. Murió en septiembre de 1824.

 El último rey Borbón de Francia
Tras la muerte de Luis XVIII, el cual no tuvo descendencia, el nuevo rey de Francia fue su hermano que se le conoció como Carlos X. Este ya tenía experiencia en la gestión política del país, ya que, durante el reinado de su hermano, él estuvo al mando directo de la gestión política.

Coronado el 25 de mayo de 1825, Carlos X siguió con su idea de establecer una monarquía absolutista en Francia, ya de manera visible y no como lo había hecho desde entonces, siendo la mano derecha de su hermano, el rey Luis XVIII. A pesar de lo ultraconservador que era, el nuevo monarca se ganó, en un principio, la simpatía del pueblo, pero esto duraría poco al ver como favorecía a nobleza y clero, los ultramonarquicos. Aparte de esto, y como buen rey absolutista, Carlos X estableció una corte y tomaba decisiones por su cuenta.

Por otro lado, en el invierno de 1829, el pueblo francés pasó una fuerte hambruna a causa de las bajas temperaturas que tuvieron que soportar y que destrozó cosechas. Esta situación provocó que el pueblo estuviera cada vez más en contra de la monarquía hasta el punto de llegar a amenazarlos públicamente. Tampoco ayudaba la inestabilidad política dentro del seno de gobierno, donde había conspiraciones y reformas constantes.

Para intentar tapar la situación, el rey decidió declararle la guerra a Argelia, en enero de 1830, tras la expulsión del cónsul francés de la zona, aunque tampoco sirvió de mucho. En marzo, en la inauguración de la legislatura, el rey hizo un discurso donde justificaba sus políticas absolutistas y defendía al primer ministro (amigo suyo) ante unas cámaras legislativas de ideología liberal que le exigieron la convocatoria de unas nuevas elecciones para elegir al gobierno.

Al final se convocaron dichos comicios generales, pero el rey, previendo una derrota de sus partidarios, intentó amañar dichas elecciones. Por miedo a una revuelta, si se descubría el complot, Carlos X, paradógicamente, decidió tirar de la Constitución liberal que detestaba y usar el artículo 14 que le otorgaba poderes especiales en caso de emergencia nacional. La idea era suspender las elecciones convocadas para convocar otras elecciones en las que el rey podía beneficiar a los suyos para su elección “legalmente”.

En junio de 1830 se celebraron las elecciones en Francia para la Cámara de los Diputados. El rey intentó disolverla para celebrar “sus” elecciones en septiembre. Para esas elecciones, el rey cambió todo lo que pudo de la ley electoral para asegurar una victoria de sus simpatizantes. Esto provocó manifestaciones en diferentes ciudades del país que llegaron incluso a una ocupación de París por parte del pueblo francés. Esta situación hizo que el rey se replanteara el plan y reabrió la Cámara de los Diputados y rehizo al gobierno con políticos liberales y moderados. Pero no era suficiente.

Había estallado la Revolución de Julio. El rey y su corte se fue refugiando de palacio en palacio, huyendo de los revolucionarios mientras se iban quedando cada vez más solos. Por su parte, la Cámara de los Diputados desposeyó de su corona al rey y le entregó a Luis Felipe de Orleans, el cargo de Lugarteniente General del Reino. Carlos X, al verse abandonado ya por sus últimos aliados, decidió abdicar y se exilió, primero a Gran Bretaña y, luego, a Praga. Carlos moriría por cólera en un viaje para asistir a la coronación del emperador de Austria.

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