UNIÓN MONETARIA LATINA: EL ABUELO DEL EURO

¿Sabíais que ya se intentó unificar la economía en Europa en el siglo XIX? Hoy hablamos de la Unión Monetaria Latina

Sección Histórica 26/12/2022 Carlos Llanas
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UNIÓN MONETARIA LATINA

Uno de los grandes hitos de la historia económica de Europa ha sido sin duda alguna el Euro; una moneda única y compartida entre los países del Viejo Continente para facilitar la situación económica entre los diferentes países de Europa. Sin duda es una de las revoluciones económicas y sociales del siglo XX, pero ¿sabíais que ya se intentó unificar la economía en Europa en el siglo XIX? Hoy hablamos de la Unión Monetaria Latina.

 Todo empezó justo antes de Nochevieja
Prácticamente, desde el fin del Imperio romano, en Europa no existía una unidad monetaria entre los diferentes territorios. Los diferentes estados-nación e imperios del continente contaban con su propia moneda. Eso fue así hasta el 23 de diciembre de 1865. Ese día, el Segundo Imperio Francés de Napoleón III, la Bélgica del recién coronado Leopoldo II, la Italia recién unificada junto a los Estados Pontificios y Suiza, firmaron un acuerdo para adoptar como referencia monetaria conjunta la moneda de Francia: el franco francés de oro.

Esta moneda había sido creada por el tío de Napoleón III, Napoleón Bonaparte en 1803 tras convertirse en emperador, y tenía una mezcla exacta de 4,5 gramos de plata y 0,29 gramos de oro. Por lo tanto, las monedas de cada país de la Unión Monetaria Latina debían tener esta proporción de metales y, luego, ya, cada país, pues, le podía poner los dibujos que quisiera, de la misma manera que pasa hoy con las monedas del Euro. Al tener las mismas proporciones de plata y oro, las monedas servían para comerciar con los demás países de la Unión sin problema alguno y, de esta manera, él se facilitaba todo, igual que ahora.

De la misma manera que el Euro “nació” en 1995, pero no se puso en circulación hasta 2002, la Unión Monetaria Latina no funcionó en el mismo momento en que se firmó el acuerdo. Dicho acuerdo se hizo efectivo el 1 de agosto de 1866.

 Una moneda para todos
Tras un año de funcionamiento, los países de la Unión Monetaria Latina, junto con otros representantes de otros países, se reunieron en París para celebrar la primera conferencia monetaria internacional de la Historia, aprovechando que se estaba celebrando también la Exposición Universal en la capital francesa. Entre otras cosas que se decidieron, diferentes países europeos vieron con muy buenos ojos la unión monetaria de Francia, Italia, Suiza y Bélgica y decidieron unirse al proyecto de una manera u otra.

Por ejemplo, Grecia decidió ingresar al club de manera directa, pero, por ejemplo, el Imperio Austro-húngaro que, tras un rechazo inicial al proyecto, en 1867 hizo un acuerdo bilateral con Francia para ligarse de manera indirecta. España y Rumania, en 1868, harían lo mismo.

Durante los años siguientes, la Unión Monetaria Latina fue incorporando nuevos miembros en Europa. De esta manera, el ducado de Finlandia se unió en 1877; Serbia lo hizo en 1878; Bulgaria en 1880; Montenegro y San Marino entraron en 1889 y Albania en 1912 tras independizarse del Imperio Otomano.

Hasta ahora hemos dicho que la Unión Monetaria Latina y el Euro se parecían mucho en el concepto. Sin embargo, hay una gran y curiosa diferencia entre las dos: la Unión Monetaria Latina traspasó Europa. A mediados del siglo XIX, recordemos que estamos en una época de desintegración del Imperio colonial español, del surgimiento de nuevas potencias coloniales europeas, como era la misma Francia, la ideología de la unión monetaria.

Es por esta razón que, a través del colonialismo y postcolonialismo, muchos territorios fuera de Europa también se unieron al proyecto. Por ejemplo, Argelia entró en la Unión prácticamente desde el comienzo al ser una colonia francesa, o las Indias Occidentales danesas, una colonia danesa situada en el mar Caribe. En el caso del post colonialismo en Sudamérica, Perú, Colombia y Venezuela adoptaron el franco como moneda.

 Un sueño con fisuras
Aunque la idea era buena, tenía fisuras ya desde el principio. Una de las causas del fracaso del proyecto monetario fue la codicia de la gente. El cardenal Antonelli, administrador de la Tesorería Vaticana y Secretario de Estado de los Estados Pontificios, pudo acuñar monedas sin tener que respetar las proporciones de plata y oro con el permiso tácito de Napoleón III.

Los comerciantes alemanes, por su parte, importaban grandes cantidades de plata para acuñar monedas que cambiaban por las reglamentarias. Esta situación provocaba inestabilidad en el mercado. Por otra parte, había países como Grecia que no podían cumplir con la proporción de oro y plata en sus monedas por la simple razón de tener una economía débil para importar el oro necesario para cumplir.

Otro factor clave del fracaso de la Unión Monetaria Latina fue el propio uso del oro y la plata en la acuñación de moneda. En el año 1873, el valor de la plata cayó en picado, lo que hizo que el franco perdiera mucho valor. A pesar de los intentos por evitar un daño peor, la Unión decidió suspender el uso de la plata en la acuñación de la moneda, haciendo que la moneda solo quedara de oro.

El golpe de gracia a la Unión fue la Primera Guerra Mundial que provocó una pérdida del valor del dinero y, en concreto, del oro que era el elemento que sustentaba la economía mundial. Tras la Gran Guerra, el franco dejó de tener relevancia hasta la desaparición de la Unión Monetaria Latina en 1927.

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