La estrella del pop Madonna ha lanzado un llamativo montaje fotográfico en Vanity Fair Italia, en el que posa de diversas maneras como la Virgen María y Jesucristo y en el que aparecen muñecos que aparentemente representan bebés muertos.

Retomando el arte sensacionalista que la lanzó a la fama en los años 80, la diva de 64 años posa como la Madre de los Dolores para la foto de portada, que muestra su corazón atravesado por siete espadas, iconografía tradicional de los siete dolores de María.

 Más inquietante aún para muchos cristianos, Madonna también posa tres veces como Jesucristo durante la Última Cena, rodeada de mujeres semidesnudas y sosteniendo pan en aparente referencia a la misa católica.

 
 
 En la entrevista que acompaña a la obra, Madonna interpreta el papel de víctima de los despiadados ataques de la Iglesia católica en la que se crió.

En Roma, “fui ferozmente criticada por la Iglesia católica”, afirma, y añade que, mientras promocionaba “En la cama con Madonna”, se quedó atónita al verse atacada por la Iglesia, “porque era incapaz de entender hasta qué punto mi trabajo intentaba producir algo bueno”.

“Enseguida me di cuenta de que ellos eran el problema, no yo”, afirma. “Ellos eran el problema porque no entendían que mi trabajo como artista unía a la gente, les daba libertad de expresión, unidad. Era el espejo de las enseñanzas de Jesús”.

Los fotógrafos Luigi & Iango dirigieron la sesión fotográfica de dos días de Madonna, en la que al parecer participó un equipo de más de 80 personas.

“En este número tan especial, Madonna vuelve a ser Madonna: un icono. No sólo la encarnación de una tendencia musical o un estilo de vestir, sino una figura tan perturbadora como sagrada”, ha declarado Olivier Bouchara, Jefe de Contenidos Editoriales de Vanity Fair Francia.

 
Madonna ha hecho carrera burlándose de su fe católica de diversas maneras, desde representaciones de la crucifixión de Jesús hasta canciones como Like a Virgin, Like a Prayer y Live to Tell, y su sesión fotográfica más reciente resultará para muchos un recauchutado cansino y poco imaginativo de excesos pasados.

Al principio de su vida profesional, la estrella del pop optó por hacer de la blasfemia su oficio preferido y, cuando otros trucos fracasan, inevitablemente vuelve al trampolín de su celebridad.

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