Industria petrolera de EEUU repudia complicidad de Biden con Maduro

No necesitamos ir a mendigar a nadie, y mucho menos a un dictador de hojalata que apoya la guerra de Vladimir Putin en Ucrania»

Noticias 22/02/2023 Oriana Rivas
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Joe Biden, Maduro

La situación actual de Estados Unidos respecto a su producción petrolera es un tema que probablemente no enorgullece a la Administración de Joe Biden. El mandatario llegó a la Casa Blanca prometiendo una agenda verde que inició con la cancelación del oleoducto Keystone XL y la disputa con empresas del sector. Sin embargo, sus planes se truncaron cuando Vladímir Putin ordenó la invasión a Ucrania. A partir de ese momento, el mandatario demócrata tuvo que redibujar su estrategia.

Pero el plan no era el más adecuado en términos de soberanía, ni de relaciones con productores estadounidenses. Se trataba de que EE. UU. iba a recibir petróleo de Venezuela para combatir el aumento de los precios de la energía en medio de la guerra de Rusia en Ucrania. Entonces, Washington tuvo que ceder ante el dictador venezolano Nicolás Maduro para conseguir el crudo que faltaba, tras la imposición de sanciones a Moscú por parte de Occidente.

Mucho se ha hablado del tema, especialmente porque Biden autorizó a Chevron, la segunda petrolera de EE.UU., para comprar barriles a la estatal venezolana PDVSA luego de cuatro años de sanciones contra el chavismo. Ahora, las consecuencias molestan a la industria estadounidense. Tal como menciona a Fox News Robert Rapier, ingeniero con 25 años de experiencia en el mercado de productos químicos, «es realmente triste ver la forma en que el presidente Biden trata a nuestra industria petrolera nacional, mientras pide a países como Venezuela y Arabia Saudita que produzcan más petróleo».

Marea de críticas contra Biden
El experto también remarca que «en lugar de trabajar con la industria petrolera, el presidente Biden se acerca a esta con total hostilidad, le exige y la critica por obtener ganancias». Ciertamente, al mismo tiempo que el mandatario cancelaba el oleoducto de más de 1800 kilómetros —que iba a cubrir la ruta desde Canadá hasta la costa de Texas— pidió al Congreso aplicar multas contra aquellas empresas con terrenos públicos que no los estaban explotando.

En consecuencia, Maduro parecía ser una solución idónea, aunque costosa en términos políticos. Muchas sanciones quedaron suavizadas y eso le sirve al dictador no solo para garantizar ingresos, sino para exigir cada vez más. Porque además, Biden le permitió que reanudara negocios petroleros con Europa.

Para Tim Stewart, presidente de la Asociación de Petróleo y Gas de EE. UU., «cada barril de crudo venezolano que la administración importa a los EE. UU. solo apoya aún más al régimen de Maduro e indirectamente financia la guerra de Rusia en Ucrania».

Lo que ambos expertos remarcan va en consonancia con lo que el senador republicano John Barrasso advertía en diciembre de 2022: la débil posición de Biden respecto a las sanciones terminó siendo «un regalo de Navidad anticipado» para Maduro. «No necesitamos ir a mendigar a nadie, y mucho menos a un dictador de hojalata que apoya la guerra de Vladimir Putin en Ucrania», aseveró entonces.

Producción «sucia» de Maduro
El resultado de las decisiones de Biden también terminó afectando la agenda verde que promocionó para ganar votos de colectivos progresistas porque según los expertos de la industria petrolera, «Venezuela tiene la producción de petróleo más sucia del mundo». Sin importar eso, Chevron llevará a EE. UU. unos 106.500 barriles diarios solo en febrero, según cifras de Reuters. Es decir, serán casi tres millones de barriles sacados de inventarios acumulados de crudo pesado.

La afirmación tiene bases. Hace un año ya se sabía que PDVSA está retrasada en su compromiso de disminuir sus emisiones de CO2. La falta de mantenimiento de sus refinerías, sumado a los continuos derrames petroleros ignorados por el Estado confluyen en un problema que fácilmente podría ser criticado por grupos ambientalistas de EE. UU. si no estuvieran atados a una ideología política.

De acuerdo con el Correo del Caroní, la industria petrolera debe destinar de 10 % a 15 % de su presupuesto al área ambiental, pero de parte de PDVSA no hay cifras al respecto.

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