LA COMUNA DE PARÍS: HISTORIA DE UNA MINI GUERRA CIVIL

En esta guerra, Francia fue destrozada por el ejército prusiano hasta tal punto que Napoleón III fue capturado por los enemigos

Sección Histórica 27/03/2023 Carlos Llanas
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La Comuna

Viendo los disturbios en Francia, y en concreto, por parte de la población civil contra el gobierno, se me viene a la cabeza un momento parecido en el que el pueblo francés se levantó contra el gobierno tras ver que este les estaba atacando sus derechos y libertades. Ese episodio fue el periodo revolucionario de la Comuna de París de 1871.

Este breve episodio en el que las clases populares y trabajadoras cogieron las riendas de la capital francesa se acabaría convirtiendo en un mito del socialismo y el comunismo que en realidad no fue tan así. Hoy hablaremos de lo que fue y de lo que no fue la Comuna de París.

 80 años moviditos
Entre 1789 y 1870, Francia no paró de cambiar. Entre 1789 y 1804, Francia pasó de la monarquía absolutista por excelencia de Luis XVI a ser la primera república de la Historia que tumbaba unos modelos de vida que parecían inamovibles.

Entre 1804 y 1814 se pasó de la república a un imperio francés dirigido por Napoleón Bonaparte que llegó a dominar casi toda Europa. Después de Napoleón, entre 1814 y 1852, Francia pasaría por dos restauraciones monárquicas, primero por una borbónica y luego por una orleanista; para luego instaurar otra república que duraría 4 años, para luego volver a un periodo imperial dirigido por el sobrino de Napoleón Bonaparte llamado Napoleón III. Este Segundo Imperio Francés duraría hasta 1870.

En 1870, Francia y Prusia empiezan una guerra a causa de las tensiones producidas entre ambas potencias, por un lado, a causa de disputas territoriales, ya que Prusia estaba llevando a cabo el proceso de unificación alemana y, por otro lado, a causa de disputas políticas como el enfrentamiento entre los dos por ver si podían poner a alguien de los suyos en el trono español que había quedado vacío tras La Gloriosa que echó a Isabel II. Finalmente, entre 1870 y 1871, se produjo el enfrentamiento directo entre Francia y Prusia en la llamada guerra francoprusiana.

En esta guerra, Francia fue destrozada por el ejército prusiano hasta tal punto que Napoleón III fue capturado por los enemigos. Durante su cautiverio, en Francia se declaró la Tercera República.

Parecía que con el cambio de régimen, Francia firmaría la paz con el enemigo, pero el nuevo gobierno continuó la guerra. Como respuesta, el ejército de Guillermo I y Bismarck, el rey y el canciller de Prusia, decidieron sitiar la capital de Francia, París. La gente de París se quedó sin suministros y sin políticos, los cuales huyeron a Burdeos. Finalmente, Francia y Prusia firmaron la paz en enero de 1871, pero las humillaciones hacia los franceses no cesaron: Guillermo I se proclamó emperador de Alemania en el palacio de Versalles, las tropas alemanas desfilaron victoriosas por París y las regiones de Alsacia y Lorena pasaron a ser alemanas.

 La Comuna
Tras el desastre, el gobierno se trasladó de Burdeos a Versalles. Al sentimiento de abandono y de sentirse traicionados de los parisinos, ahora se le añadía el sentimiento de desconfianza hacia una Asamblea Nacional de carácter moderado y presidido por Adolphe Thiers, un orleanista reconocido.

Esta desconfianza se vio confirmada cuando el Gobierno ordenó retirar el sueldo a la Guardia Nacional, el grupo de voluntarios que se creó para defenderse de los prusianos; envió el Ejército a ocupar el fuerte de Mont-Valérien que servía para controlar parte de París, retiró ayudas a la población parisina y, para colmo, ordenó que el Ejército entrara a la ciudad para requisar los 417 cañones que los propios ciudadanos habían comprado con su propio dinero para defenderse del asedio prusiano y que, antes de que entraran los enemigos a desfilar victoriosos, tan bien escondieron.

Los militares fueron expulsados de los barrios a balazos y se empezaron a organizar las primeras barricadas. La Revolución había empezado.

Sin organización ni planificación alguna, los revolucionarios ocuparon el ayuntamiento de París para establecer el nuevo poder. Aquí viene una de las mayores confusiones historiográficas de este suceso. Cuando se habla de la Comuna de París se suele confundir como una experiencia comunista, pero lo cierto es que una Comuna en Francia es el nombre que recibe el ayuntamiento.

Por lo tanto, “Comuna” no viene de “Comunismo”. Los communards o comuneros eran los defensores de la Comuna que también eran llamados federativos porque estaban organizados a partir de la Federación de la Guardia Nacional. Ante el vacío de poder, la Guardia Nacional convocó unas elecciones comunales para el 28 de marzo, por sufragio universal masculino, para elegir a la nueva Comuna, la cual estaría formada por republicanos radicales, jacobinos nostálgicos de la revolución francesa, proudianos (seguidores de Proudhon) y de blanquistas (seguidores de Blanqui).

Auguste Blanqui fue nombrado presidente simbólico porque estaba detenido por la Asamblea Nacional. Hay que decir que en estas elecciones se produjo un 52% de abstención, la cual aumentó hasta el 70% en unas elecciones que se celebraron en abril. El ejemplo parisino se extendió a otras ciudades del país, pero la revolución fue rápidamente sofocada por el ejército. París quedó sola.

Tras organizar un gobierno y contar con una fuerza defensiva, la Comuna empezó a aplicar sus políticas; unas políticas de carácter popular que beneficiaban a la clase obrera y trabajadora y que rompió con el status quo del momento. Todo esto mientras que la ciudad se encontraba en estado de sitio por las fuerzas gubernamentales que pasaron a ser llamados como versallescos.

Entre las principales medidas que llevaron a cabo, La Comuna de París recuperó las indulgencias hacia los alquileres impagados que Thiers había suprimido y abolió los intereses por deudas que la gente tenía con los bancos.

A nivel más de Estado, La Comuna recuperó el espíritu de la Revolución de 1789 y declaró la separación entre Iglesia y Estado y promulgó decretos que apostaban por una educación laica, pública y gratuita para todo el mundo. Por influencia de los seguidores de Proudhon, padre del Anarquismo, y de Blanqui, los federativos apostaron por la autogestión de las industrias y talleres de la ciudad.

Otra confusión historiográfica que se ha tenido con la Comuna es que fue organizada desde la Internacional de los Trabajadores de Karl Marx a causa de estas políticas tan radicales de izquierdas y porque así lo quisieron vender los versallescos a la opinión pública internacional, pero la realidad es que la Comuna fue un movimiento espontáneo y de influencia anarquista.

Marx, los comunistas y otros pensadores de izquierda mitificarían la Comuna y la usaron como ejemplo con el tiempo para sus tesis sobre la autogestión de los trabajadores y la lucha obrera, cosa que no fue así.

 Los pecados de la Comuna y su final
A partir del mes de abril, los enfrentamientos entre los comuneros y los versallescos se llevaron a campo abierto. Este fue el último error de la Comuna porque los militares tenían más experiencia en luchar en un campo de batalla.

Los otros dos primeros errores que cometió el gobierno comunero fueron: por un lado, no atacar el fuerte de Mont-Valérien y ocupar Versalles en los momentos iniciales de la revolución y de mayor confusión para la Asamblea Nacional y, por otro lado, no nacionalizar y expropiar los fondos del Banco Nacional que, con las manos libres, pudo seguir financiando a la Asamblea Nacional para rearmarse tras los primeros momentos de la revuelta popular.

París se estaba desgastando por la situación estancada que estaban sufriendo y entonces cometieron otro error. En el mes de abril, el gobierno decidió crear un Comité de Salvación Pública. Este grupo no gustó a mucha gente porque recordaba a un comité con el mismo nombre durante la Revolución francesa en el Reino del Terror en el que se perseguía a todos los disidentes y a los que lo podían ser.

Fue la etapa negra de la Revolución que no querían repetir. Este comité también empezó a perseguir a posibles contrarrevolucionarios y a perseguir a la prensa contraria. Esta situación creó un mayor rechazo hacia La Comuna.

En mayo, Otto von Bismarck pactó con la Asamblea Nacional el retorno de miles de soldados franceses que seguían encarcelados tras la guerra francoprusiana. Bismarck, alarmado por las noticias de que la Comuna era cosa de la Internacional del prusiano Karl Marx, no quería que la Comuna triunfara y sirviera de ejemplo a los obreros y trabajadores de Alemania, donde el marxismo tenía fuerza por ser el lugar de origen de Marx.

Con este refuerzo, el ejército francés entró en París el 21 de mayo, dando comienzo a la Semana Sangrienta. La falta de organización de los diferentes mandos intermedios comuneros llevó a una semana de fusilamientos y combates en las calles parisinas.

Para dificultar el avance del enemigo, los revolucionarios decidieron quemar edificios de la ciudad como el Palacio de las Tullerías o el propio ayuntamiento de París. El día 28 se produjeron los últimos disparos en el cementerio del Père-Lachaise. La mini guerra civil se había acabado.

 Mientras que en el bando de los militares hubo un millar de bajas, en el bando revolucionario se estima que hubo entre 20.000 y 30.000 fusilamientos, más unas 40.000 personas encarceladas y enjuiciadas. Muchas de estas personas fueron enviadas a colonias francesas como Guyana o Argelia. Los que pudieron escapar se exiliaron y no recibieron la amnistía hasta 1895.

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