Bildu se cobra la factura con Sánchez

La llegada de Sánchez y su alianza con Podemos era lo que Sortu y EH Bildu estaban esperando tras años de tensión acumulada

Noticias 27/03/2023 EC
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Arnaldo Otegi, Pedro Sanchez

EH Bildu cerró este viernes un capítulo de enorme importancia histórica para la izquierda abertzale: el fin de la dispersión de los presos de ETA.

La decisión de Instituciones Penitenciarias de trasladar a Euskadi a cinco de los seis miembros de la banda que seguían internados en otros centros de España –sólo queda Jaione Jauregi en Alcalá– supone el portazo definitivo a una estrategia diseñada a finales de los ochenta por el Gobierno de Felipe González para tratar de debilitar a la organización terrorista.

Más de tres décadas después, la clausura otro Ejecutivo socialista que sobrevive gracias al apoyo, entre otros, de Arnaldo Otegi. EH Bildu rentabiliza al máximo lo que su coordinador general definió como una «ventana de oportunidades»: la presencia de Pedro Sánchez en La Moncloa.

El fin de la dispersión formó parte de la agenda del actual Gobierno desde la misma moción de censura en 2018. El PSOE hacía tiempo que había expuesto que tras el final de ETA no tenía sentido mantener la política de alejamiento. Una fórmula avalada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, pero que desde la desaparición de la violencia había sido cuestionada incluso por magistrados del Constitucional.

Su derogación contaba, además, con un amplio apoyo social y político en el País Vasco. Así que la llegada de Sánchez y su alianza con Podemos era lo que Sortu y EH Bildu estaban esperando tras años de tensión acumulada.

En el entorno de la izquierda abertzale habían estado convencidos de que tras el cese de la violencia en 2011, el fin de la dispersión llegaría de forma inmediata. Que, de forma indirecta, se acabaría aplicando la fórmula «paz por presos». No reclamando su libertad, pero al menos sí su traslado a Euskadi. Pero nada de eso sucedió. Llegó el Gobierno de Mariano Rajoy y no hubo movimientos.

Internamente, los sectores que se habían opuesto al abandono de las armas empezaron a ganar influencia. La situación llegó a tal punto que la izquierda abertzale encargó a Antton López 'Kubati' que tratase de controlar a los díscolos. El asesino de 'Yoyes' y Rufi Etxeberria, entre otros, recorrieron pueblos, se entrevistaron con familiares de presos, trasladaron mensajes, pidieron paciencia... y entonces apareció Sánchez.

Su investidura coincidió, además, con las refundaciones de EH Bildu y Sortu. La coalición y la marca matriz comenzaban su giro estratégico. Su apuesta por ampliar su base social, mediante la firma de acuerdos a todos los niveles, «sin prejuicios», afirmaban en sus documentos internos. Y todas las piezas empezaron a encajar, según los protagonistas, casi de forma natural.

Porque tanto desde la izquierda abertzale como desde el PSOE se subraya que en ningún momento ha habido un acuerdo explícito para que el Gobierno acerque a los presos a cambio del apoyo de EH Bildu en el Congreso.

«Ni tan siquiera ha sido necesario», afirma un destacado militante de Sortu, que le da la vuelta al argumento. «Lo que teníamos claro es que con el PP en el poder esto no sería posible». Pero, al mismo tiempo, pocos dudan de que ha existido un canal extraoficial abierto para agilizar estos traslados. Un dato. En 2018 había media docena de miembros de ETA en Euskadi y Navarra, en poco más de cuatro años la cifra ronda los 150.

Pensiones de viudedad, MIR...
Hay ejemplos que demuestran la importancia que para la coalición soberanista tenía solventar esta cuestión de la forma más rápida posible. El primero, la intervención de Arnaldo Otegi en Eibar en octubre de 2021,  en la que reconocía ante sus bases que «si para que salgan los 200 presos hay que votar los Presupuestos, los votaremos». Una forma de rebajar el malestar expresado por parte de sus simpatizantes ante lo que consideran «un exceso de entreguismo» a Sánchez.

El otro ejemplo se vivió en noviembre del año pasado, cuando tras acabar una masiva manifestación de la izquierda abertzale el propio Otegi comenzó su discurso haciendo una «mención especial» a los familiares de los presos de ETA, con quien la izquierda abertzale tiene «un compromiso ético y político».

De hecho, se felicitó por el fin de la dispersión. «Lo hemos conseguido. Es algo de lo que debemos estar orgullosos». En ese momento apenas quedaba ya una docena de presos alejados de Euskadi y Navarra.

Pero el fin de la dispersión, con todo su simbolismo, no ha sido la única victoria política que EH Bildu ha obtenido en los últimos años. El resto tiene que ver con su giro estratégico. A cambio de convertirse en uno de los apoyos más sólidos de Sánchez, la coalición soberanista se ha apuntado varios tantos. El principal, un 'blanqueamiento' total de su trayectoria y marcar su perfil social.

Pactó reforzar el control de la Inspección de Trabajo sobre los despidos colectivos, algo que provocó que la CEOE rompiese relaciones con Yolanda Díaz, y recientemente se apuntó el tanto de la subida de las pensiones de viudedad.

Logros «regalados» por el Gobierno a Bildu, como denuncia la oposición. Hay más. En la negociación de los últimos Presupuestos, Bildu se vanaglorió de haber logrado más plazas MIR en el conjunto de España y sacó la transferencia de Tráfico para Navarra. Una competencia que había negociado con anterioridad el PNV, pero que Sánchez no terminó de concretar.

Lo que fue imposible con los jeltzales, ahora llegará gracias a los de Otegi –al final será el 1 de julio y no el 31 de marzo–.

Los motivos por los que EH Bildu logra sacar tantos réditos de Sánchez son diversos. Hace unos meses, un alto cargo socialista aludía a dos en concreto. El primero, la nueva estrategia soberanista de llegar a acuerdos. «La verdad es que lo ponen muy fácil». Y el segundo, más vinculado a la propia debilidad del Gobierno. «Contar con Bildu nos ayuda a mantener a ERC». La suma de las dos fuerzas independentistas reporta Sánchez 18 escaños. El PNV tiene 6.

¿Qué obtiene la izquierda abertzale? Aparecer como un partido «serio» que se preocupa de las 'cosas del comer', ampliar la base social, diluir su pasado y, como consecuencia de todo ello, ganar cuotas de poder. Porque en la formación liderada por Otegi admiten que, llegadas las elecciones, sigue existiendo una especie de voto «del miedo» 'antiBildu' que frena su crecimiento institucional y termina por beneficiar al PNV.

La competencia con Sabin Etxea es otra de las claves a tener en cuenta. De ahí que el viernes, una vez conocido el fin de la dispersión, los jeltzales emitiesen una nota en la que al mismo tiempo que se felicitan por ello, lanzaban una pulla a la izquierda abertzale y les recordaban que aún les queda mucho recorrido ético por hacer.

Entre otras cosas, reconocer el daño «injusto» causado durante décadas por los miembros de ETA, a los que Otegi definió el viernes como «presos políticos vascos». En su comparecencia, no mencionó en ningún momento el nombre de la banda terrorista.

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