Han pasado algunos años desde que Roger Douglas, era nombrado ministro de Economía de Nueva Zelanda. A partir de ahí realizaría un programa de reformas radicales con la intención de convertir su país en el más libre del mundo.

Él y su equipo hubieron de hacer frente a innumerables intereses creados y a arraigadas situaciones de dependencia del Estado, además de vencer oposiciones internas en el seno de su partido. Hubo tal efectividad que, más tarde, ni uno solo de los puntos centrales de su revolución ha sido discutido hasta el día de hoy. Como decía ante su público “realizaría el arte de lo posible”. 

Cualquier día en torno al arte en todas sus vertientes es tan aplaudida y digna como otra, incluso en el arte de hacer una buena política. Tanto lo que pasaba en aquellos momentos en Nueva Zelanda, podríamos decir que, algo parecido es posible esté pasando hoy en España y en algunas Comunidades Autónomas.

La búsqueda de la calidad y de la excelencia parece que están sólo para ciertos mundos, pero no para la política. Pues bien, las decisiones de aquel momento tomadas por el equipo de Roger, decisiones de calidad, son siempre la clave para la reforma de las infraestructuras de un país y para el éxito de un Gobierno.

Quienes buscaron el éxito político y social recurriendo a soluciones ad hoc y evadieron los verdaderos problemas no solo causaron un daño cierto a su nación, también destruyeron su propia reputación. Cuando un Gobierno, nacional o autonómico, toma decisiones solo para salir del paso, por su ventaja inmediata y a medio plazo, notamos la insatisfacción creciente de los habitantes.

Pero existe algo que no se nos puede quedar en el bolsillo ante el ejemplo de Nueva Zelanda y ante los pasos que está tomando nuestra España: para realizar políticas de calidad se necesitan también personas de calidad. 

Las políticas siempre deben empezar por las personas. Nacen de la calidad de sus observaciones, conocimientos, análisis e imaginación, capacidad para pensar en alternativas y examinar el abanico de opciones más amplio posible. La situación sólo mejorará cuando un número suficiente de personas se tome la molestia de involucrarse y asuma que en sus manos está la responsabilidad de asegurar que existan buenos candidatos a disposición de todos los partidos.

Arte nos sobra en España, pero personas que deseen realizar auténtico arte allí donde estén, sea la materia que sea, incluso la política, es harina de otro costal.

¡Bienvenido sea este Día Mundial del Arte!

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