No cabe duda de que no se valora a las personas por lo que son, qué hacen o lo que dicen, sino por desgracia, por su posición en las distintas áreas de esta vida.

El lema de la gente sencilla “se ha perdido el respeto”, sin duda, hoy está en primera línea, pero aún más, si lo advierten, nos hemos perdido el respeto a nosotros mismos, a la incapacidad por reconocer la valía de lo que tenemos a nuestro alrededor, nuestro desprecio absoluto a ello frente a nuestros “egos” que satisfacen continuamente nuestros deseos, el tratar a las personas, a todo bicho viviente, sea material o humano, de manera desproporcionada por decir algo.

Si los Derechos Humanos son el gran núcleo de la moralidad enquistados en la idea de la dignidad humana, es evidente que el tema se las trae.

Con la Modernidad vino la exaltación de la libertad individual: “que cada uno haga lo que le rote” y tal principio de Stuart Mill se ha convertido en el primer mandamiento del sacro euro parlamento y muchos de los estados miembros. Esta libertad individual conlleva algunos perfiles a tener en cuenta: nuestra autonomía por encima de todo; sentimientos, emociones y deseos por encima de la razón y, nuestra propia moralidad que la retoco cada vez que me venga en gana.

Toda una pantomima de muy señor mío. Piensen por un momento: al no existir verdad ni bien alguno como referencia frente a las decisiones que yo estime conveniente, de entrada, choca de manera sublime. Enorgullecerse de nuestra libertad individual en este mundo global puede suponer un cerrar los ojos a la realidad, desprestigiar la sensibilidad ante lo que observamos y, en definitiva, ladear por completo la humanidad que sin duda poseemos 

La niñez, la infancia y la tercera edad, sin duda, son las más vulnerables. Si hablamos de pobreza ahí tenemos los estudios de Cáritas anuales que nos parten el corazón cada vez que salen a la palestra. En Occidente se está dando otra pandemia que asusta al ser más frío: las rupturas familiares y el mundo del erotismo y la pornografía. La libertad de expresión no se queda atrás, al igual que la libertad religiosa y así nos podrían salir muchos más puntos que hoy son deleznables.

Ustedes pueden preguntarse el por qué sigue primando la libertad de elección de unos ciudadanos, pese a dejar en la más absoluta vulnerabilidad al resto de los ciudadanos, y en particular, a los mencionados anteriormente. ¿Qué sentido tiene que nuestros estados y el mundo del derecho no promuevan ni protejan a los más frágiles de toda unidad familiar? No solamente no propician a que todo marche mejor, sino que, por desgracia, se enorgullecen de tales pandemias y que vayan a más.

Cuando miro a la ONU, aquella madre que nos daba suspiros de esperanza, ahora, miren por donde, es la que presiona de continuo a menospreciar la vida de los más vulnerables. Mientras que el 4 de Julio en Estados Unidos es un gran día de fiesta, el 4 de Julio español es un día aberrante por donde lo mires hacia los más vulnerables.

Para unos será la conquista del progresismo a las más altas cúspides, para otros ha sido un día irreparable con consecuencias devastadoras y efectos corrosivos: la entrada en vigor de una ley que confiere a la mujer la plena capacidad de mutilar al hijo que lleva en sus entrañas.

Tal ley supone el triunfo de la autonomía de la voluntad que no conoce más límites que los impuestos por la ley, e incluso, puede pasar por encima de los derechos de otras personas. No hemos de olvidar que tal ley u otra puede ser muy laxa en ciertos ámbitos y estricta en otros.

Al entender que la fuente de la bondad moral de los actos proviene del ejercicio mismo de la autonomía de la voluntad, la elección de la mujer y, no el derecho a la vida, ha llegado a convertirse en un valor sagrado sobre el que no puedes inmiscuirte. La voluntad, el capricho, si están amparados por la ley, lo sentimos, no tiene límites algunos. Todo vale si la ley lo permite. 

En la obra de Byung Chul Han, “La sociedad del cansancio”, libro encantador, nos muestra cómo el exceso de permisividad está realizando estragos haciendo que la libertad corra el riesgo de decir “NO” a lo que está al alcance de la mano. Una libertad que deja anulada la negatividad no es libertad, sino esclavitud, autoexplotación. Ello nos explica por qué esta sociedad genera tanta angustia, ansiedad, depresión y otros trastornos. Sobre el mundo de la eutanasia más de lo mismo. 

La UE, el gobierno español, están logrando un “Summa cum laude” en las herramientas para transformar la sociedad en la que estábamos viviendo. Muchos siguen aletargados en sus domicilios y quejándose de esto o aquello, pero he aquí que, ni unos ni otros se echan al ruedo.

Si desde la sociedad civil no logramos combatir tales procesos, acreditando con válidos argumentos jurídicos las muchas leyes inconstitucionales, no lo duden, como ahora, experimentaremos un retroceso descomunal, abocando a nuestro país, a Europa hacia una pendiente resbaladiza de deshumanización.

Como ustedes comprenderán: agricultores, ganaderos, mundo rural, pequeñas empresas y tantas otras se están convirtiendo en vulnerabilidades de primer orden. No lo duden por un momento, los días que nos han tocado vivir poseen vientos del mundo de la Ilustración y para ello hemos de aprender de qué va todo esto.

La ignorancia de un país procede de la falta de educación en los temas claves y, uno de ellos, sin lugar a dudas, es la moralidad de un pueblo la cual va unida a la cultura que se debe merecer y custodiar.

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