Pocas personas en el mundo habían oído hablar de Níger antes del golpe militar de la semana pasada en este país sin salida al mar del África Occidental, y aún menos podrían haberlo ubicado en un mapa. Sin embargo, los principales medios de comunicación pretenden convencer a los espectadores que Níger se ha convertido repentinamente en un epicentro global del terrorismo.

Esta narrativa no es más que una guerra de información destinada a asustar al público para que apoye la invasión de este país del ECOWAS (Comunidad de Estados del África Occidental), respaldada por la OTAN y liderada por Nigeria, que se espera que comience a finales de este mes.

Este es en realidad el último conflicto de poder en la nueva Guerra Fría entre la OTAN y Rusia.

El público occidental no comprende las razones geoestratégicas por las que el bloque atlantista se inmiscuye en esta parte de África y empuja al país más poblado del continente a invadir a su vecino del norte. Es por eso que los medios de comunicación dicen que Níger se ha convertido repentinamente en un epicentro global del terrorismo, porque esperan que su público objetivo esté tan asustado que apoyen ciegamente el curso de acción que sus gobiernos finalmente decidan adoptar para resolver este problema. .

Esta narrativa de propaganda recién inventada tuvo eco por ejemplo en Voice Of America: «Golpes en la región del Sahel abren espacio a grupos terroristas«. The Economist publicaba «Por qué la pesadilla en Níger es un problema que preocupa al mundo entero«, o la agencia Associated Press, que afirmaba que el «Golpe de estado en Níger solo envalentonará a extremistas, dice excombatiente yihadista«.

Todos afirman que una disidencia militar y popular distraída conducirá a un recrudecimiento del terrorismo.

Para ampliar brevemente, la primera mitad de este producto de guerra de información fabricado artificialmente alega que las fuerzas armadas estatales regionales posteriores al golpe están demasiado enfocadas en retener el poder y eliminar a los rivales que crean, sin darse cuenta, un espacio para la expansión de los terroristas.

En cuanto a la segunda, increíblemente implica que los manifestantes supuestamente pacíficos a favor de la democracia pronto serán tan radicalizados por el régimen militar que se convertirán en una masa extremista violenta que supondrá una amenaza inminente para todo el mundo.

Irónicamente, el gobierno de Estados Unidos ni siquiera cree en la propaganda de los medios o en las afirmaciones relacionadas hechas por sus pares, como lo demuestra la decisión del martes de suspender el entrenamiento antiterrorista con Níger. Si existiera la más mínima posibilidad de que cualquiera de los factores anteriores pudiera convertir a Níger en un epicentro mundial del terrorismo, entonces no habría forma de que Estados Unidos arriesgue su propia seguridad y la de sus vasallos regionales al permitir que esta amenaza se agrave.

Como resultado, el gobierno de Estados Unidos ha señalado accidentalmente todas estas declaraciones alarmistas como propaganda sin fundamento, o está mostrando al mundo que cínicamente prefiere que Níger se convierta o siga siendo un epicentro mundial del terrorismo en lugar de luchar conjuntamente contra este flagelo con sus fuerzas armadas.

Como no hay verdad en el segundo escenario esgrimido por las agencias de prensa, la primera explicación es la única creíble, lo que confirma que tales afirmaciones no son más que mentiras destinadas a ocultar motivos geopolíticos.

Para ser honesto, hay algo de verdad en su afirmación de que la combinación de fracasos militares y la pobreza sistémica desempeñan un papel en la aceleración de la propagación del terrorismo en los países en desarrollo, pero eso se debe a una educación occidental mediocre/insincera y al neocolonialismo francés, respectivamente.

Precisamente debido a estos factores interconectados y a las consecuencias regionales de la guerra de la OTAN contra Libia en 2011, el terrorismo estalló en el Sahel y luego sentó las bases para los recientes golpes militares patrióticos.

Estos cambios de régimen tienen como objetivo reorientar las prioridades de sus fuerzas armadas y reequilibrar los lazos de sus países con Occidente y Francia para resolver los problemas correspondientes que han llevado a un deterioro tan drástico de su seguridad y situación económica en el curso de la última década.

Si no se hubiera hecho un esfuerzo serio para contrarrestar estas tendencias en Mali, Burkina Faso y ahora Níger, la existencia misma de estos estados inevitablemente se habría visto amenazada con el tiempo.

Sus jefes militares son sinceros en su objetivo declarado de combatir el terrorismo, no sólo porque corresponde a su devoción patriótica por los intereses nacionales de sus países, sino también porque es del interés de su institución, pues son ellos quienes están combatiendo en primera línea contra este flagelo. Sin mejorar sus habilidades asociadas, lo que Wagner les ayuda a hacer, sus camaradas continuarán muriendo en vano y la amenaza para sus familias solo crecerá.

En conclusión, afirmar que Níger es ahora un epicentro mundial del terrorismo es una verdadera noticia falsa, pero se espera que las principales agencias de prensa amplifiquen esta narrativa tanto como sea posible en un intento de asustar al público occidental para que apoye la invasión planeada de ese país por parte del ECOWAS, apoyada por la OTAN y dirigida por Nigeria.

Este enfoque, sin embargo, corre el riesgo de desacreditarse a sí mismo si desencadenan malos recuerdos de la llamada «Guerra Global contra el Terror» al recordarle al público cuán escéptico se volvió a fines de la era de Bush hijo.

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