Me gustaría escribir, dadas las fechas, algo relajante, algo refrescante. Hacer una pausa y no abrumar. Porque hablar de lo feo, lo injusto, lo corrupto, el maltrato, el abandono y la violación de cualquier derecho humano, máxime al final de la vida, cuando uno es más vulnerable y en muchos casos dependiente parece ser que espanta, repele e incluso hasta cansa… Discúlpenme que no pueda.

...“Los jefes nos dicen que levantemos primero a los abuelos a los que la familia visita por la mañana para que los vean vestiditos y sentaditos. Las familias no saben ni la mitad de lo que pasa aquí dentro”. Trabajadora en residencia.

“Necesitaríamos un 50% más de personal gericultor para atender a los ancianos de forma correcta, “sin florituras”. A. Rueda. Asociación Profesional Centros y Servicios Atención Dependencia.

Antes que nada, quiero recordar que en España siguen impunes los responsables políticos que firmaron, ordenaron y participaron en unos protocolos que abandonaron a miles de ancianos en las residencias en plena ola pandémica. Impunes siguen también aquellos trabajadores que no cumplieron con su deber de auxilio y en algunos casos hasta mintieron a familiares sobre el estado de sus mayores hasta su muerte o como quieran llamar su abandono.

No se derivó a hospitales siguiendo protocolos muy restrictivos como el de Cataluña, Castilla y León, Valencia y sobre todo Comunidad de Madrid.

No se trasladó ni a contagiados graves ni a ancianos que necesitaban tratamientos crónicos como transfusiones de sangre o patologías necesariamente hospitalarias. ¿Para qué? Se preguntaba Ayuso quien con su sapiencia sanitaria y, por qué no decirlo, su cinismo sempiterno, afirmaba que se iban a morir igual. El resultado de todo este horror ya lo sabemos: más de 35.000 ancianos fallecidos en España de los que más de 7.000 fueron en la Comunidad de Madrid.

Lo cierto es que en estos días de agosto y tras una primera desestimación, el Tribunal Supremo ha admitido a trámite el recurso presentado en julio por el Ayuntamiento de Leganés, en el que se acusaba de inacción a la Comunidad de Madrid en las residencias del municipio durante la pandemia.

El nuevo alcalde del PP afirmó que será el letrado municipal quien decida la continuación del proceso judicial pero matizó que  “la petición se basa en unos hechos del año 2020, con lo cual, una resolución en el año 2023 qué sentido tiene”. Parece claro que el sentido quizá sea tapar, enterrar, en las cunetas o fuera, todo lo que pasó y toda responsabilidad.

En cualquier caso, pese a la impune barbarie pasada, el maltrato y la violación de los derechos de los ancianos continua en toda España. Parece que la llamada sociedad del bienestar se solaza y se relame rebién una y otra vez en ese, tan de moda, enfoque individualista y egoísta que prodigan casi obsesivamente los tan famosos coaches» e «influencers». Enfóquense en sí mismos, dicen y luego, sólo si se puede, en el amor al débil y al prójimo. El problema es que esto último no llega. Sólo unos pocos hacen algo y luchan.

A este respecto, creo que es importante visibilizar el excelente trabajo de Mónica Bernabé, periodista, quien trabajó de incógnito como limpiadora durante varios días de este año, en una residencia de Barcelona que forma parte de uno de los grupos inversores líderes en el sector geriátrico en España y que obtuvo un beneficio de 1,9 millones de euros en 2021. Estas son algunas de las cosas que presenció y oyó:

“Me da pena que tengan que desayunar así, cagados y meados, pero no podemos hacer más”. Son dos gerocultoras para atender a 28 personas.

“Te tengo dicho que no te levantes, que te vas a caer. Ahora no puedo llevarte al lavabo, que estoy con otra persona”, grita una gerocultora a una viejecita en silla de ruedas que hace ademán de incorporarse en el comedor y hace rato que pide que alguien la lleve a la taza del váter. “Es que se me escapa”, se queja la mujer. “Si se te escapa, mea en el pañal. Yo te limpio después”

Su investigación confirma la situación de abandono y la falta de personal que llevan denunciando desde hace tiempo periodistas como Manuel Rico y plataformas y asociaciones de familiares de afectados. Situación que afecta a las residencias de titularidad pública, la mayoría en manos de fondos de inversión, y que como tales, sólo tienen un objetivo: ganar dinero y cuanto más mejor.

Por otra parte, familiares de ancianos y dependientes que malviven en distintas residencias, en este caso de la Comunidad de Madrid han denunciado que no tienen aire acondicionado en las habitaciones, donde se alcanzan temperaturas mayores de 30º grados e incluso 35º C. “Son verdaderos hornos” dicen .Esto supone un problema todavía mayor para ancianos encamados quienes además, no pueden abrir las ventanas por cuestiones de seguridad y para aquellos que necesitan máquinas, que de por sí generan más calor.

Declaran que sólo cuentan con sistema de refrigeración en las zonas comunes y que es totalmente insuficiente. «El aire está puesto al máximo y no enfría. Es insoportable», aseguran. Y en algunas empresas (porque eso es lo que son) restringen su funcionamiento para ahorrar costes, según informes de CCOO. Ya ha habido algún anciano ingresado con insuficiencias respiratorias y deshidratación.

Ante esto, la Comunidad de Madrid alega que ellos siempre trabajan pensando en lo mejor para sus residentes. Menos mal que trabajan poco y si lo hacen será para sí mismos porque muchos de sus residentes como los del centro Francisco de Vitoria de Alcalá de Henares han denunciado reiteradamente la escasez y las malas condiciones, o sea la podredumbre de su comida. Pero el gobierno de Ayuso no sólo desoye las quejas sino que ha vuelto a contratar a la misma empresa de servicios hasta marzo de 2024.

Conviene recordar también, en este cúmulo vergonzoso de deshumanización y maltratos, los más de 200 ancianos afectados por un brote de sarna en un geriátrico de Santa Coloma de Gramenet,  que comenzó en junio y no trataron hasta agosto. Y el brote de tuberculosis en Domus vi, Santiago de Compostela, donde según familiares, “no se tomaron medidas preventivas tras la confirmación del primer contagio”.

Con toda esta barbarie, que sólo es un resumen, no es de extrañar que los mayores de 80 años tengan la tasa de suicidio más alta de España. No, no son los jóvenes como nos están diciendo. Qué alivio ¿verdad? Por favor, perdonen la ironía.

Pero por si alguien se aliviase, parece que van ampliando los grupos diana. Galicia y Cataluña están derivando pacientes psiquiátricos menores de 65 años a residencias de mayores sin tener personal especializado ni protocolos de actuación. “El personal y los usuarios de las residencias tienen miedo”. Los  trabajadores de los centros públicos alertan de la “difícil convivencia”.

¿Quiénes serán los próximos? Empiezan con los más vulnerables y seguirán con quien sea para ganar más y más dinero. Detrás de un fondo de inversión no hay humanidad y continuarán “disparando” si no somos capaces entre todos de impedir que gestionen las necesidades de los ancianos y ahora también de pacientes psiquiatrizados.

La gestión privada y los fondos buitres están convirtiendo las residencias en mataderos. No hace falta gas…

Por favor, beban mucha agua mientras quede, resguárdense del calor y cuídense.

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