A estas alturas no nos andaremos con medias tintas tras haber hablado lo suficiente sobre nuestros jóvenes hace pocos días. Allí dejábamos claro los tres puntos esenciales para que las nuevas generaciones empezasen a ver algo de luz y cuyos padres, agonizantes de desesperación, al menos recibiesen soplidos de esperanza.

Por otro lado, el progresismo europeo que se vanagloria al manosear el concepto de libertades ya ha enseñado su rostro a cada uno de nosotros y es ahí donde el pueblo sencillo se ha dado cuenta del jugueteo que se han llevado con nosotros. Pero aún nos queda una tecla que tocar: los estudios de los hijos, base irremediable para un buen trabajo y columna inexorable para oxigenar tantas almas que ansían felicidad.

Hace pocos días vinieron directivos internacionales por nuestras tierras procedentes de Estados Unidos que representan a casi un centenar de centros de Bachiller denominados Chesterton Schools Network, en Italia y en España también los tenemos. También nos encontramos con otros parecidos en el Reino Unido.

Todos estos centros dan un aire refrescante a lo esencial del alma humana que es lo importante en nuestros alumnos y está siendo aún más gratificante en las diversas empresas e instituciones donde van tras finalizar sus estudios. Todos estos centros educativos llevan un tesoro auténtico en su ADN: el mundo de las Humanidades, ese que en España ha sido apartado por “azules y rojos”, ya me entienden. Un ejemplo clarividente: el salto del códice manuscrito al impreso fue una gran revolución mucho mayor que la de internet, pero ninguno de los humanistas del Renacimiento dijo que ya no había que estudiar contenidos.

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El mismo Platón criticaba a aquellos que por dominar la escritura pensaban que ya no se había que educar la memoria y, muchas veces, los ignorantes, están tan atareados diciendo novedades, como hoy, que no tienen tiempo de estudiar historia, y no se han enterado de que sus presuntas novedades no poseen nada de novedoso y ya han sido dichas y repetidas por todos los tontos e ignorantes que en el mundo han sido.

Estos poderes y lideres ocultos de nuestra juventud , al igual que los mundos de la Historia, dentro de las Humanidades, la Grecia antigua tiene mucho que susurrarnos. Los clásicos griegos nos han dejado como legado grandes argumentos en torno a la belleza, naturaleza de los conceptos matemáticos, amistad y amor, paz y guerra, valor y cobardía.

Todos ellos siguen siendo actuales. La necesidad de pensamiento de antes lo sigue siendo ahora. Podríamos decir, sin lugar a dudas, que seguir siendo griegos hoy nos ayuda a seguir siendo civilizados. Cuando los distintos gobiernos españoles y otros estados miembros de Europa han negado espacio a las Humanidades no han sabido que se inclinaban a una sequía del conocimiento. Es por esto, que renegar de los clásicos grecolatinos no es mirar al futuro, sino regresar a la barbarie.

Conscientes de que la juventud del hoy serán los que tomarán las decisiones del mañana, sigue siendo nuestro “hoy” un verdadero marco idóneo para reflexionar desde las Humanidades, sobre las cualidades personales de las jóvenes promesas y sus posibles liderazgos, así como los valores morales por los que ha de guiarse. Hoy por hoy, sin duda, ni los hay ni se nos regala algo tan necesario que necesita nuestra ciudadanía. Embarcarse en un grato proyecto de buenas lecturas, desarrollar talleres de reflexión sobre los mismos es para saltar de alegría ante la mediocridad que nos circunda.

Qué duda cabe que la identidad de ilustres personajes de la historia de Europa, cuyos rostros llenan las paredes de nuestros grandes museos, se les proporcionará a nuestra juventud y se les propondrá concepciones de liderazgo como servicio transmitiéndole la relevancia de virtudes tan valiosas como pueden ser la gratitud o la humildad.

Tomar conciencia del bien común, discutir con sus compañeros desde el mundo de las ideas como verdad, bien y belleza, divulgación de proyectos de investigación, ciclos de conferencias abiertas y otras es esencial. No dudarán ustedes que a fecha de hoy trabajar valores y virtudes como humildad, sabiduría práctica, honestidad, gratitud, compromiso y vocación de servicio no es importante para los tiempos que corren.

Si ayudamos a estos jóvenes desde las Humanidades tendremos por seguro que nos agradecerán ser personan de mentes abiertas. Hasta es posible, más aún, lleguen a ser personas mucho más idóneas hacia el mundo político, social y económico que hoy vislumbramos.  

Por tanto, importante es, a ser posible que, desde el Humanismo Cristiano lleven esta gran opción opción a las próximas elecciones de Europa 2024.

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