Así reza la Biblia y la Torá judía, esta es la consigna dada a las tropas de Israel que han invadido esta madrugada la zona  sur de Gaza, mientras por el norte los terroristas de Hezbollah atacan  desde Líbano, entre ambos, militares españoles mandatados por las Naciones Unidas, con otras tropas  europeas.

Un drama, una tragedia y sangre, pero la guerra la empezó las bandas fanáticas de Hamás que debieron adivinar la reacción hebrea que  tenía una perfecta información sobre cómo era armadas las milicias musulmanas, a tope, por Irán, Siria, Afganistán y Qatar como financieros. Todo este escenario nos recuerda las Torres Gemelas, en Nueva York con tres mil muertos inocentes, cuando Ben Laden mataba sin ninguna clase de escrúpulos.

Es una guerra a muerte, de invasiones por todos los poros y la desinformación, cuando siguen un montón de pateras cargadas de carne humana en las Islas Canarias y en la región murciana, como nunca se ha visto sin que el Gobierno populista dé soluciones, ni  en este campo ni en otros que tensionan al pueblo español que huye hacia las playas buscando olvidar tanto horror, mentiras y golpes bajos.

La crisis española  puede explosionar aunque se monten espectáculos bonitos como la jura a la bandera de la princesa Leonor, el desfile de la fiesta nacional y dentro de unos días la jura a la Constitución, tan puteada por una izquierda enloquecida que no aspira a ganar una batalla sino la exterminación de los demócratas.

Cuando uno llega de una isla de ensueño que fue y hoy abarrotada de miles de inmigrantes, nos llena de pena, una pena negra que diría Lorca. Si el ser humano es una arma que mata, odia y arruina la naturaleza. Y cuando leo la prensa, veo las tv y oigo voces desgarradas, corro hacia mi refugio de mi dormitorio  y escribo, como droga, procuro que no sea veneno, la violación grupal a la democracia española, todavía en edad de merecer.

A ver si escampa o el sol deja de darnos por el culo machacado por tierra, mar y aire, y hasta en los supermercados batiendo récords de precios para ricos y políticos de sueldos fantásticos. Nos robaran el alma un día de estos.

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EPÍLOGO.- Las manifestaciones que se están convocando en las capitales europeas demuestran que el colectivo árabe propalestina es muy superior a las israelitas, unos 80 millones de personas residentes en el mundo occidental explican esas movilizaciones que algunos casos, en Francia por ejemplo, terminan violentamente  y en el terreno político influyen en las elecciones.

Nosotros en la ciudad de Melilla funciona un partido sospechoso de recibir ayuda de Marruecos, y tienen seis concejales en el ayuntamiento, y en Ceuta en igual proporción, naturalmente  con sus problemas. El argumento de que Israel debe velar por la seguridad de los civiles, no se sostiene, como ocurrió en España cuando los etarras mataban en grandes almacenes, incluso niños, esos mismos cuyos herederos han acordado apoyar al Gobierno sanchista,  se  estrechaban las manos, sin un temblor.

El cinismo llueve sobre un país sometido a una presión sicológica que ya se ha cobrado unos siete mil suicidios, problema que supera la violencia de género que no termina. Gente joven y ancianos comiéndose la soledad de hora en hora.

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