Excentricidades en Davos: la otra cara del Foro Económico Mundial

Un show de baile en la nieve, un rito chamánico y cenas elegantes son la otra cara de un evento en el que muchos líderes progresistas enarbolan la bandera del ambientalismo en medio de múltiples contradicciones

20/01/2024 Oriana Rivas
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Pedro Sánchez

Si hay un evento que sirve como vitrina para mostrar el verdadero rostro de voceros globalistas y de gobiernos que defienden sus objetivos bajo el pretexto de “salvar al mundo y a la humanidad” es precisamente el Foro Económico Mundial, también conocido como el Foro de Davos. Las distintas ediciones dan cuenta de cómo el encuentro sirve a la agenda 2030 para intentar influir en el pensamiento colectivo usando causas como la lucha contra el cambio climático y el racismo o la defensa de la igualdad social.

Además, del evento se desprenden escándalos como el del año pasado, cuando trascendió cómo se convierte en epicentro de prostitución, alejándose completamente de la igualdad de género que tanto profesan muchos asistentes. Así, en los hoteles donde se alojaban las delegaciones se colaron trabajadoras sexuales vestidas con ropa ejecutiva para estar de bajo perfil.

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Esta vez las cosas no son muy diferentes en cuanto a las distorsionadas prioridades que allí se exponen. Por ejemplo, una presentación de bailarines en medio de la nieve fue justificada con el fin de “llamar la atención sobre el cambio climático a través del arte” y para “despertar la esperanza”. Pero el romantizado show luce fuera de lugar cuando mucho se ha documentado sobre el enorme consumo de combustibles fósiles en los aviones privados de líderes mundiales para trasladarse al evento, entre otras hipocresías.

El contraste de Javier Milei
En el Foro de Davos también desconcertó la escena de una especie de rito chamánico sobre el escenario. Si bien los panelistas hablaban sobre “clima y naturaleza”, la aparición de este personaje parece obedecer más a la necesidad de llamar la atención en lugar de aportar soluciones verdaderas. La mujer de la tribu amazónica yawanawá se frotaba las manos y “oraba” antes de soplar aire en la cabeza de cada panelista.

Todo esto ocurre en medio de agasajos que incluyen “cócteles, canapés, reuniones a puerta cerrada, cenas en restaurantes elegantes, palmadas en la espalda y autocomplacencia interminable”, tal como se describe en una nota de Breitbart.

En medio de tanta pleitesía entre líderes mundiales y representantes de la élite globalista, como Álex Soros, hijo y sucesor del imperio del multimillonario George Soros, hubo un asistente que rompió con el status quo del evento: el presidente de Argentina, Javier Milei. Su discurso marcó la pauta de manera tal que terminó viralizándose en redes sociales hasta llegar a los ojos del empresario Elon Musk.

 Y es que además de dejar claro cómo “los líderes occidentales abandonaron la libertad y decidieron optar por el socialismo, que solo conduce a la pobreza”, el mandatario libertario fue la muestra de austeridad de la cual carecen muchos de sus homólogos de izquierda.

Acudió al evento en un vuelo comercial de 20 horas con escala en Frankfurt y Zúrich, acompañado de una comitiva reducida de cuatro funcionarios. Dijo que eso le permitió ahorrar al Estado argentino 392.000 dólares, demostrando que las decisiones consecuentes con su discurso contrastan con las excentricidades de quienes se dicen defensores de la humanidad.

Los mismos de siempre
El resto de la lista de asistentes no distó mucho de la que se repite año a año para demostrar que el evento responde a una costumbre más protocolar que efectiva de parte de los organizadores. Klaus Schwab, fundador del Foro de Davos, dijo presente al igual que Bill Gates, el cofundador de Microsoft.

También estuvieron Pedro Sánchez, presidente socialista del Gobierno español; Antony Blinken, secretario de Estado estadounidense; Gustavo Petro, presidente de Colombia; Li Qiang, primer ministro chino y un nutrido grupo de empresarios o directores de organizaciones sociales.

Justamente el mandatario colombiano fue otro que incurrió en el despilfarro de recursos para asistir a Davos. Siendo consecuente con su viejo eslogan de campaña “vivir sabroso” (aplicado finalmente solo para él y su gabinete) habría pagado un millón de dólares por una casa en la ciudad suiza para promocionar a Colombia, cuando la que se encuentra justo al lado estaba siendo alquilada para la misma fecha por 170.000 dólares, según un reporte de la emisora colombiana La FM de RCN.

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