En mis artículos anteriores, analizamos la guerra mundial contra los agricultores, las organizaciones que impulsan el Gran Reajuste Alimentario, las tácticas utilizadas para imponer estos cambios al público, y los proyectos en marcha para eliminar tu acceso a alimentos sanos y frescos de granja. Hoy profundizaremos en el polémico tema de las vacunas en el suministro de alimentos.

  No es fácil encontrar información precisa sobre este tema.

El USDA y los desarrolladores de fármacos no están obligados a publicar ninguna información sobre los medicamentos veterinarios en fase de desarrollo, por lo que los detectives independientes tienen que buscar en artículos revisados por expertos, publicaciones universitarias, contratos del USDA, notificaciones de subvenciones, libros blancos de las empresas y sitios web de las universidades para saber qué hay en el horizonte. Este sistema está lejos de ser transparente y, francamente, no creo que sea un accidente.

Antes de que cualquier tecnología de vacunas se utilice en humanos, suele probarse primero en el mercado veterinario debido a la increíble laxitud de la normativa. Sabiendo esto, no debería sorprendernos que nuestros animales de abasto hayan estado recibiendo inyecciones de ARNm durante años antes del lanzamiento de la vacuna Covid.

Alrededor de 2014, el USDA concedió una licencia condicional para una vacuna de ARNm para su uso en cerdos contra el virus de la diarrea epidémica porcina. Esto equivale a una autorización de uso de emergencia y elude el proceso de autorización y concesión de licencias de vacunas del USDA.

En 2015, Merck compró Harrisvaccines para adquirir su plataforma de ARN. El comunicado de prensa de Merck de 2015 afirmaba que esta «tecnología de partículas de ARN… representa un gran avance en el desarrollo de vacunas.

Además, cuenta con una plataforma de producción muy versátil capaz de dirigirse a una amplia gama de virus y bacterias». Los patógenos se recogen de una granja, y los genes específicos se secuencian y se insertan en partículas de ARN, fabricando vacunas seguras y potentes capaces de proporcionar protección específica al rebaño.»

Presentada en 2018, Sequivity es la plataforma de vacunas de ARN de Merck basada en la tecnología Harrisvaccines. Estas inyecciones de ARN ya se utilizan en cerdos. Están personalizadas para diferentes virus, y cada inyección personalizada no se somete a nuevas pruebas de seguridad; las nuevas formulaciones se despliegan inmediatamente. Es probable que la carne de cerdo que usted consume en el supermercado ya haya sido tratada con estas terapias génicas.

En 2016, BioNtech y Bayer se asociaron para desarrollar vacunas veterinarias de ARNm utilizando los conocimientos veterinarios de Bayer y la plataforma MRNA de BioNtech (la utilizada para la inyección Covid de Pfizer). Dados los años transcurridos para su desarrollo, es posible que en un futuro próximo se lancen al mercado multitud de nuevas vacunas ganaderas de ARNm.

En octubre de 2021, la Universidad Estatal de Iowa inició un proyecto para probar una novedosa vacuna de ARNm contra las infecciones por VRS en vacas, en forma de implante subcutáneo que libera continuamente ARNm en la vaca. La fecha prevista de finalización del estudio es 2026.

Si cree que las vacunas de ARNm son el único problema, piénselo de nuevo: según un artículo de 2021 publicado en Frontiers in Veterinary Science, se están desarrollando vacunas de ADN, ARN y vectores virales recombinantes. Se dice que pueden aplicarse rápidamente:

no hay tiempo para las molestas pruebas de seguridad, y mucho menos para comprobar si los humanos que consumen carne de estos animales sufren algún efecto sobre la salud a largo plazo. El documento también señala que el salmón de piscifactoría ya recibe múltiples inyecciones de ADN para diversas enfermedades.

Según el Manual Veterinario de Merck, se han producido vacunas experimentales de ADN contra la gripe aviar, la rabia, el virus de la diarrea vírica bovina, el herpesvirus porcino, el herpesvirus bovino-1, la fiebre aftosa y otros virus veterinarios.

Todo esto lleva a preguntarse: ¿pueden las vacunas de ADN cambiar el código genético de un animal o un ser humano? Según un libro blanco de Moderna de 2017 titulado Vacunas de ARNm: Disruptive Innovation in Vaccination, «El desafío clave asociado con las vacunas de ADN es que deben penetrar en el núcleo celular… Una vez dentro del núcleo, las vacunas de ADN tienen el riesgo de cambiar permanentemente el ADN de una persona.»

¿Pueden las inyecciones genéticas administradas a animales afectar a la persona que consume el producto animal? Científicos chinos han publicado un estudio en el que se inyectó leche con ARNm en los intestinos de ratones.

El ARNm se absorbió con éxito a través del tracto digestivo y se activó en sus organismos. Los investigadores planean hacer un seguimiento con una versión en la que los ratones sean alimentados con el ARNm en lugar de ser inyectados, y en la conclusión de su artículo, opinan que «En un futuro próximo, un sistema de administración de ARNm basado en exosomas derivados de la leche servirá como plataforma para el desarrollo de terapias con ARNm.»

Sabemos que la leche materna humana se contaminó con nanopartículas lipídicas de ARNm tras las inyecciones de Covid-19. Esto plantea dudas sobre el proyecto del Estado de Iowa que desarrolla un implante de ARN de liberación continua para vacas. ¿Cómo podemos estar seguros de que no pasará al suministro de leche?

Más allá de las vacunas para animales está la frontera de los vegetales modificados genéticamente para liberar ARNm en cualquier ser humano que los coma. La Fundación Nacional de la Ciencia está financiando uno de varios estudios que utilizan plantas como la lechuga y la espinaca para generar terapias génicas de ARNm que entran en el cuerpo humano cuando se come la planta.

La experimentación de inmunización basada en plantas comenzó hace más de dos décadas: En 2002, una empresa llamada Prodigene fue multada con millones de dólares cuando su maíz transgénico productor de vacunas contaminó 500.000 libras de soja.

Los pesticidas de ARNi también presentan un riesgo significativo para la salud humana. Estos aerosoles, utilizados en cultivos OMG, están diseñados para modificar genéticamente organismos vivos en un entorno agrícola. Los aerosoles de ARNi pueden soplar libremente en el viento, contaminando vastas franjas de tierras de cultivo fértiles y cultivos por lo demás limpios, causando potencialmente modificaciones genéticas a muchas especies más allá de su objetivo previsto, e incluso alterando los vegetales orgánicos cultivados a favor del viento.

En 2017, la EPA aprobó el maíz RNAi Smartstax PRO de Monsanto y Dow, que ahora representa hasta el 17 por ciento del maíz cultivado en los Estados Unidos, por lo que el maíz que está consumiendo en chips de tortilla y otros alimentos procesados bien puede contener esta tecnología de silenciamiento genético.

En cuanto al peligro potencial de daño genético para los seres humanos y las especies animales de los aerosoles de ARNi, un informe de Jonathan R. Latham y Allison K. Wilson, del Proyecto de Investigación en Biociencia, señala que «la digestión en los mamíferos es un proceso complejo en el que las moléculas de los alimentos entran en el cuerpo por muchas rutas.

Se ha demostrado en mamíferos que algunas de estas vías permiten la entrada limitada en el torrente sanguíneo de macromoléculas como el ADN y las proteínas intactas. Así absorbidas, las macromoléculas pueden entrar en órganos internos, tejido muscular e incluso embriones.

Al menos en algunos tejidos, el ADN extraño entra en los núcleos de células individuales». Los autores también señalan que «los dsARN dúplex largos se han descartado anteriormente como terapias médicas por la razón de que inducen efectos secundarios a dosis bajas. Basándonos en nuestro análisis, parece poco probable que se pueda argumentar de forma convincente a favor de su inclusión segura en los alimentos.»

En el libro blanco de 2021 de la Livestock Research Innovation Corporation titulado «El futuro de las vacunas para el ganado», los autores opinan con entusiasmo que:

«La actual pandemia de COVID-19 nos ha enseñado muchas lecciones, entre ellas que el proceso de desarrollo, producción masiva y aprobación de vacunas podría acortarse de varios años (o décadas) a 8-9 meses. Esto tendrá un impacto significativo y duradero en la forma en que se produzcan y desplieguen las vacunas para el ganado en el futuro.»

Nos recuerdan que «la buena salud empieza por la bioseguridad» y que «a raíz de la pandemia, la sociedad está más en sintonía con el concepto “Una sola salud”, por lo que la vacunación del ganado se considerará parte de un panorama sanitario más amplio, que incluye a los seres humanos y el medio ambiente».

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