Dueño de una de las voces más peculiares de las nuevas generaciones, Jordi Bastida acompañó, guitarra en mano, a artistas como Carlos Sadness o Ramón Mirabet por muchos escenarios que lo curtieron como músico. Ayer publicó “Chico Jorge i”, su primer EP como solista.  Debuta Jordi con cuatro canciones en las que no pone diques a sus influencias; cuatro canciones que nos llevan en volandas hacia la música noise sin renunciar a la tradición pop que tanto le ha marcado.

Los títulos de las nuevas pistas forman una estrofa de cuatro versos con los que nos sentimos deambular por un largo túnel necesario. Imprescindible para conectar con nosotros mismos, con nuestras vivencias más profundas, y con esos arañazos que dejan de doler una vez cicatrizados. En la cara A sobrevuela la caída, en la B todas las intenciones de Bastida se centran en levantar el vuelo para remontar, de una vez por todas, como ave Fénix.

Suena muy Wilco en “amalgama de miedo y furia”, un tema modelado a fuerza de capas sonoras y guitarras suaves como terciopelo; en la letra desata la lucha entre la razón y el corazón cuando alrededor todo parece explotar. En la deliciosa “Las flores que arden” se filtra la reconciliación, el perdón para con uno mismo apuntalando una letra que se diluye a ritmo de indiepop.

Cuando busca otra vía, se aferra a la esperanza de “Pájaros”. Es un corte que desnuda al músico y despliega su fuerza. Suena potente pese a su suavidad, y en la letra nos exhorta a seguir avanzando con firmeza. Letras fuertes y frágiles las que facturan este trabajo conduciéndonos, certeramente a “grieta en sol Mayor”, el broche perfecto para despedirse mientras nos acompaña a la puerta de salida con paso firme y seguro. Desnudando sentimientos, resurgiendo glorioso.

“Chico Jorge i” es mucho más que una reflexión personal musicalizada. Es un pequeño tratado sobre la caída y el auge del ser humano. Una vuelta a casa tras la tormenta de dudas; la caída, a veces, puede ser edificante.