Big Colors: La Redención De Ryan Adams.

Ryan Adams vuelve al redil. Lo hace con rostro cabizbajo, implorando una nueva oportunidad

Cultura 21/06/2021 Maria Teresa Ceron
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Ryan Adams vuelve al redil. Lo hace con rostro cabizbajo, implorando una nueva oportunidad; intenta enterrar, de una vez por todas, su turbulenta vida personal con el fin de quedar libre de pecado. Enterrada la culpa, se redime con Big Colors , un nuevo disco de estudio tras el insulso y acústico Wednesday que contribuyó, un poco más si cabe, a prolongar su destierro musical.

Hace tan sólo unos días presentó al mundo doce canciones que condensan sus influencias musicales bajo el título de Big Colors ; es un trabajo que empaca sonoridades que han inspirado a Ryan a lo largo de su interesante e irregular trayectoria, y en las que se observa su clara tendencia por el rock y el pop americano. El pistoletazo de salida corre a cargo de Big Colors, un tema que encierra viejas heredades, y nos presenta a un compositor lúcido que pide tiempo y respeto al oyente.

Le sucede Do Not Disturb , una pista sobrecogedora muy al estilo Brian Ferry; es It’s So Quiet, It's So Loud una bajada al infierno más sangrante. Su letra nos recuerda la cara menos amable de las relaciones humanas, Adams arma un puñado de versos basados en sus noches eternas y en la soledad de habitaciones cuyas paredes parecen  querer observarle, mientras nuestro protagonista nada en un mar de culpa. 

La cadencia en clave de folk se titula Fuck The Rain, lo que más engancha de ella es su corte confesional; el autor se abre las venas ya en la primera estrofa. Está cimentada sobre una atmósfera redentora que envuelve un puñado de versos en los que el intérprete, se explaya al recordar antiguas heridas y cicatrices que pesan cual losa. Es un tema precioso de sonido lúcido que nos prepara para recibir Manchester, en la que se adivina la añoranza por la adolescencia; en esta pista llena de ribetes poperos , sus estrofas más sangrantes  evocan una ciudad idealizada ( aunque cruel, a veces) , a la que regresar con el pensamiento: “ Manchester se cierne- dice Ryan-. Se cierne como un fantasma con sus cadenas vibrantes y gime….”.

“Lluvia y alcohol, recorrido rápido por las calles de las fábricas de algodón”, remata escudado en una melodía incisiva. Antes de volverse a sentar en el banquillo de los acusados, vomita What Am I, probablemente su creación más sincera como compositor de los últimos años. La letra gira entorno a la dificultad para enfilar la carretera más recta cuando se carece de guía, es un crujido sonoro que nos acompaña a abandonar el sinsentido que provoca el saberse solo y perdido. Nos avisa de que se va a producir un volantazo inminente, un cambio de dirección sonora al más puro estilo Billy Idol; este giro se titula Power.

Es un tema vitamínico con el que se te van los pies en un jugoso baile, y que antecede a la perfecta I Surrender; a estas alturas de disco, da la sensación de que Bryan Adams se aferra a sus canciones como si de troncos sólidos se tratase. Es su peculiar manera de escapar de la mediocridad; sale del abismo como el que deja atrás una guerra en Showtime, entre un sinfín de cuerdas, anima a su interlocutora a llegar hasta el final de la historia: “Di lo que quieras y llévate lo que puedas”. “Si me dejarais solo, podría llegar a soportarlo. Es hora del espectáculo.”

Rubrica una letra tierna en In It For The Pleasure, un tributo a su amor por el folk de la vieja escuela. No posee tanta rabia, es una composición de pulso firme que desemboca en Summer Rain, con la que agudiza la mirada tras otro huracán envolviéndonos en su particular atmósfera.  Una vez concluido el disco, tenemos claro que a  Ryan Adams no le interesa seguir transitando por la cuerda floja. Quizás va siendo hora de que aparque la melancolía y demostre que su talento sigue en un excelente estado de forma.

 

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