Al Norte , la libertad de expresión de Albert Monreal

Me apetecía el hecho de dejarme llevar y crear temas propios sin corsés ni prejuicios de estilos

Cultura 25/06/2021 Maria Teresa Ceron
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En un segundo plano, sin hacer mucho ruido. Así entró Albert Monreal en nuestras vidas hace algunos años, acompañando a  amigos como Antonio Madrid o Wichy de Maya en sus respectivos proyectos.

Desde entonces, han pasado bastantes cosas. Han crecido ilusiones que vistió  con el ropaje de las canciones, ha pisado nuevos escenarios empuñando su guitarra, y ha puesto toda su fe en un proyecto propio que se coció durante los meses de confinamiento; un paso adelante que lo empujó a romper el silencio, incitándolo a abandonar su habitual sigilo para que viera la luz Al Norte, su primer larga duración como solista.

Es un trabajo redondo en el que no hay nada fruto del azar, de hecho, hasta el título posee peso y mensaje. “ Tiene mucho significado ya que siempre sentí atracción por las latitudes húmedas y frías del norte. El título supone un reencuentro conmigo mismo”. También el planteamiento de la grabación arrastra una pequeña historia de superación personal de la que Albert me habla no sin cierto orgullo, “pensé que, quizá estaba en un buen momento para adentrarme en esta aventura.

Me apetecía el hecho de dejarme llevar y crear temas propios sin corsés ni prejuicios de estilos”. Es cierto. Sólo necesitamos una escucha para comprobar que Al Norte es un disco pop por el que  deambulan el rock, el folk, y el swing, influencias que ha mamado desde la cuna.

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El haber participado en “Carrusel”, el bellísimo disco de Antonio Madrid, le animó a dar un nuevo salto; tenía ‘algunos bocetos de temas a falta de terminar y darle forma en cuanto a letras y armonía” , pero fue Miguel Bañón (Marañones) la pieza clave que faltaba a su engranaje para que pudiera echara rodar con soltura.

Bañón lleva la batuta en cuanto a dirección, “tenia muy claro que Miguel debía orquestar el proyecto. Somos muy amigos desde hace mucho tiempo pero, al mismo tiempo, porque tampoco creo que nadie hubiera entendido y enfocado los temas tan bien como él”. Le chocaba que Miguel pudiera leer su mente y supiera la sonoridad que quería darle a cada canción. Sus palabras desprenden gratitud, se nota que ha sido para ambos una experiencia única en todos los sentidos. Han trabajado “codo a codo” , compartiendo opiniones, sacándole todo el jugo a las guitarras, pero ante todo, “escuchando muchísimo”.

Casi toda la grabación fue en Murcia, en los míticos Estudios Huracán Bañón propiedad de Miguel; las baterías y los teclados, sin embargo, se graban en Albacete en el Quino Home Studio. Su querido Wichy de Maya lo acompañó con contundencia a la batería, Quino Lucas no dudó en darle su toque elegante al teclado. El sello femenino corre a cargo de María Alcázar, a ella le debe Albert la dulzura que supura el coro de “Direccion al norte”; el pedal steel de “Casa en ruinas” tiene nombre: Ángel Galera, otro aliado a la hora de apuntalar el sonido de una obra que abre con “Dirección al norte”, primer single, o carta de presentación por todo lo que engloba desde el punto de vista “sentimental y musical”.

Es elegante y directa, como su letra. “Habla de ese viaje largo y esperado después de mucho tiempo en donde lo cotidiano se pone de manifiesto: bares de carretera, el sonido del coche al rodar, etc ..todo ello aderezado con la espera por parte de otra persona”. Le sucede “Revolución”, un golpe a traición. Una reivindicación, una forma de vivir sin querer estar sometido a la voluntad de nadie aplaudiendo otras formas de existencia que no son “políticamente correctas”.

Sentadas las bases, se atreve con “La ciudad no es para mí”, un homenaje a la vida rural; una carta imaginaria cuya destinataria sufre la tiranía de la vida en una urbe de la que no puede escapar. Le sucede la divertida “Noche de tequila. Ganada la confianza, Albert hace click en nuestras cabezas con esta oda a la amistad como “refugio para olvidar lo que no pudo ser”. Una de las letras más mordaces del disco es “Sacar la lengua a pasear”, sus estrofas son dardos cargados de veneno dirigidos a los aburridos que , a falta de vida propia, hablan mal de los demás. “Está muy mal, pero es así.

El mundo iría mejor si la gente no estuviera tan aburrida”, confiesa. No ha querido dar de lado a la nostalgia, la viste de largo en “Casas en ruinas”, que en palabras del propio Albert: “habla de la añoranza que todos y todas sentimos al recordar la vida que tenían algunas casas antiguas de nuestras calles y pueblos. Ahora aguardan pacientes sin vida en su interior”.

Llegando al último tramo, nos sorprende con “Universo a tus pies”, pura magia a la que cada cual dará una interpretación dependiendo de cómo sienta sus versos. “Un jueves normal” suena fresca, directa, y necesaria; gira entorno a cómo afrontar el día “cuando nada calma tu amor”. Un poema de su hermano Chema le sirvió de inspiración para que cobrara vida “Volver a empezar”; no oculta su admiración por el poeta de la familia, y era de justicia que la maestría de Chema Monreal enhebrando versos estuviera presente en Al Norte: “mi hermano escribe muy bien, y esta letra es bastante explícita” , remata con sutileza.

El disco cierra con la inolvidable “Al Norte”, swing puro y duro.  “Un punto y final”, la liberación que tanto necesitamos tras el encierro y la distancia social. Un adiós atrevido con el que vuelve a ensalzar el valor de la amistad, en este caso, la suya con Juan Antonio Hurtado “el sopas”. Cual gato silencioso, Albert Monreal, abandona la sombra.

Se acaba el disco y es momento de gritar al mundo que el eterno guitarrista sabe lo que quiere, que es capaz de armar diez pistas de letras luminosas y envolventes, tanto como han sido siempre sus solos de guitarra.

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