“ La humildad y la sumisión solo conducirán al fortalecimiento y la preservación del cautiverio “ ( Józef Pilsudski. Jefe de estado y dictador de la segunda república polaca ).

 Hoy ha sucedido algo muy inesperado, al menos por mi parte. Para ponernos en antecedentes, escribo estas letras el sábado 26 de junio de 2021. No sería una fecha especialmente significativa, en principio, salvo por el hecho nada desdeñable de que hoy es el primer día, desde hace un año, o algo más, que nos han permitido a los españoles quitarnos la mascarilla en espacios abiertos.

 Esto, para mí, tiene vital importancia. Dentro de la aplastante pérdida de libertades que hemos sufrido este último año, esto de la mascarilla quizá sea lo más humillante a lo que nos hemos visto sometidos.

 Teniendo en cuenta que Fernando Simón, en rueda de prensa el seis de abril de 2020, fecha ésta en la que nos encontrábamos en arresto domiciliario forzoso, se permitió decir que el uso de la mascarilla era totalmente innecesario y que la población no debía preocuparse por no tener mascarillas en casa, no es comprensible la obligatoriedad posterior hasta en espacios abiertos. Bueno, si, se comprende porque en abril de 2020, el gobierno era incapaz de satisfacer la demanda que esta obligatoriedad hubiese generado.

Sin embargo, cuando en mayo de 2020 el gobierno destinó trescientos millones de euros a empresas con dirección, localidad o CIF desconocido, la obligatoriedad se estableció de inmediato. Esta España socialista es muy proclive a este tipo de casualidades.

 Baste recordar la compra, en mayo de 2020 de 700.000 hisopos, material necesario para los test PCR a una empresa malagueña,  por el mismo precio que anteriormente se había pagado a una empresa china, concretamente radicada en Hong Kong, por 1.000.000 de hisopos. Mismo precio, 300.000 unidades menos.

 Nos hemos acostumbrado a la mentira, a la política del chiringuito, a la prevaricación. Y lo peor de todo es que nos hemos vuelto sumisos, hemos perdido todo sentido crítico y todo atisbo de cuestionar aquello que viene impuesto por aquellos que nos gobiernan.

 Por eso, hoy ha sido tan doloroso salir a la calle, en mi barrio, Chamberí, en el centro de Madrid, y comprobar que la gran mayoría de personas que me he encontrado en la calle llevaban la mascarilla.

Habrá quien diga que es por seguridad. Mi opinión es que el gobierno nos tiene donde quería; Asustados, sumisos y sin ambición ni fe alguna en el futuro. Este gran hermano que nos vigila y nos somete ha convertido al pueblo en la masa aborregada que era en los tiempos del absolutismo, con la diferencia de que en la actualidad, en su mayoría, el pueblo tiene cultura, el pueblo tiene medios económicos, en gran parte comprometidos por esta situación, y el pueblo debería tener criterio.

 Es imposible deshacer el ovillo de la amalgama de mentiras con las que Pedro Sánchez nos ha sometido, Pero conviene recordar las más significativas.

 Para comenzar, Pedro Sánchez llegó al gobierno, por la puerta de atrás, tras la moción de censura presentada contra el gobierno de Mariano Rajoy el 31 de mayo y el 1 de junio de 2018.

Prometió entonces que convocaría elecciones de manera inmediata. Sin embargo, estas no se produjeron hasta noviembre de 2019. Primera mentira.

 No cesó Pedro Sánchez de jurar que nunca, en ningún caso, pactaría con Podemos, llegando a aseverar que él no dormiría tranquilo con Pablo Iglesias como vicepresidente. No obstante, tras las elecciones no pasaron tres días hasta la tierna escena del abrazo entre ambos. A Pablo Iglesias, por cierto, le faltó llorar. Tierna escena que fue el prólogo del gobierno más nefasto y más dictatorial que ha visto esta democracia.

 En la investidura fallida del verano de 2019, Pedro Sánchez dijo en el congreso “ le diré algo, señor Iglesias.  Si para ser presidente del gobierno tengo que renunciar a mis principios, si tengo que formar un gobierno a sabiendas de que no será útil a mi país, entonces usted está en lo cierto: yo no seré presidente. Sería un presidente del gobierno que no dormiría por la noche, como el 95% de ciudadanos de este país “.

Tócate los huevos, Manoli. La verdad es que, ante esto, me quedo sin palabras. Sean ustedes mismos los que lleguen a una conclusión.

 Hemos sido sometidos a la dictadura de la desinformación, de la mediatización, de la inoperancia de la oposición, del ninguneo de las instituciones, sobre las que se ha pasado merced al estado de alarma sin control ninguno y ya, para rematar el asunto, hemos llegado a la mayor ignominia que hemos conocido en democracia; el indulto a los traidores.

 Este ha sido el último escalón en la demostración de que el gobierno está por encima de la ley, o al menos lo siente así. Si bien la ley contempla la figura del indulto, es necesario, para su tramitación siquiera, que el reo haya solicitado tal medida de gracia, supuesto que, en este caso, no se ha dado.

Además, el reo ha de mostrar arrepentimiento sincero e intención de no volver a reincidir en el delito, supuestos ambos que tampoco existen en el caso de los políticos independentistas procesados.

No obstante, la medida ha llegado a término. Basándose en un supuesto legal, Pedro Sánchez ha pagado la cuota catalana excarcelando a los traidores. En las postrimerías de 2019, Pedro Sánchez declaró que “ nadie está por encima de la ley. Quiero garantizar a la ciudadanía que la sentencia se va a cumplir “.  La hemeroteca, afortunadamente, queda para juzgar estos actos.

 Tienen estos indultos otra grave consecuencia. La implicación del Rey, obligado a sancionar la orden. Para los que en algún momento hemos sido monárquicos es decepcionante comprobar la total inutilidad de la corona. Triste momento para esta institución, con un monarca acorralado, que en ningún momento ha manifestado opinión alguna al respecto de estos acontecimientos.

 Para mantenernos callados, Pedro Sánchez ha hecho coincidir el anuncio de la no obligatoriedad de llevar las mascarillas con el de la materialización de los indultos, intentando y, lamentablemente consiguiendo, mediatizar de nuevo a la opinión pública ofreciéndole, una vez más, una zanahoria a la que perseguir.

 Decía Ricardo Flores Magón, escritor y filósofo mexicano y, por ende, socialista, que “ la rebeldía es la vida: la sumisión es la muerte “. Hora es ya de levantar la voz. Hora es ya de no dejar que los mentirosos continúen engañándonos. Hora es ya de ser rebelde, de cuestionarse los dogmas.

 Hora es ya de poner a cada uno en su sitio.

 Es la hora.