Entrevista Marcos Salinero.

 “La Religión De Las Hormigas” es una novela de amor y lucha. La lucha por intentar transformar un destino que, a ojos vista, ya estaba escrito para los personajes que dan vida a sus páginas. Y de amor, de ese que nace de forma inesperada, y donde menos espera uno.

Marcos Salinero, autor de la obra, ha firmado uno de los libros más apasionantes del año. Hemos tenido el privilegio de charlar con él acerca del “peso de la voluntad y la naturaleza del amor”, dos grandes pilares sobre los que vertebra un sinfín de emociones que consiguen atrapar al lector desde la primera página. Aficionado  a la literatura de todo género, este bilbaíno de 22 años, decidió dar el salto hace dos y ponerse al otro lado. La jugada, le ha salido redonda.

     ¿ Qué nos vamos a encontrar en “La Religión De Las Hormigas”?.

 “La Religión de las Hormigas” es una historia de amor y sufrimiento. Una reflexión novelada sobre el peso de la voluntad. A lo largo de toda la historia, los protagonistas se enfrentan consigo mismos y con su entorno, se destruyen y reconstruyen una y otra vez. Esconde también una reflexión más profunda sobre el papel del hombre en el mundo, pero la tarea de descubrirla queda sobre los hombros del lector.

    ¿Por qué está tan enfadado Daniel con el mundo, Marcos?.

 Él respondería devolviendo la pregunta, ¿por qué no estamos todos tan asqueados como él? Siente que la realidad está rota, desgarrada por la injusticia, cubierta de caos. En ese contexto, su oposición al mundo es una forma de cruzada idealista.

     Lidia es el polo opuesto de Daniel aunque su vida no ha sido precisamente fácil, ¿verdad?.

 Así es.  Lidia es pura voluntad, todo corazón e ilusión. Es un optimismo infantil y, al mismo tiempo, un aplomo permanente ante la adversidad. Como todas las personas, reales o ficticias, está llena de contradicciones. Eso es, en realidad, lo que define la esencia humana. La complejidad, el mosaicismo.

  Ambos personajes muestran las distintas formas con las que uno puede afrontar lo que le asusta, ¿ se vació por dentro mientras perfilaba la novela?.

 Me volqué en ella por completo. O, quizás mejor dicho, me desparramé entre sus páginas. No expresé tan solo una forma de afrontar los miedos, traté de reflejar mis dudas sobre cuál es la actitud correcta ante el mundo, ante su injusticia, ante la sensación de vacío constante que rodea al ser humano.

    Háblenos de Álvaro…

 Álvaro es un desdoblamiento de Daniel, la traslación de sus rasgos básicos a un contexto infinitamente más desapacible. Es menos brillante intelectualmente que Daniel, pero comparten misantropía y desarraigo. Ambos se castigan, se maltratan, uno lesionando su cuerpo y otro su mente. Lidia, pintora y como tal buscadora de luz por vocación, es capaz de encontrar destellos de esperanza aún entre sus tinieblas.

     La lucha entre el amor y el destino, y  el realismo con el que narra el nudo que ahoga a los protagonistas, dota a su novela de mucha carga emocional. ¿Se lo han dicho ya?.

 Lo cierto es que he recibido muchos comentarios alabando el nivel de empatía que la novela es capaz de despertar en el lector. En no pocas ocasiones, sin embargo, esa empatía arrastraba una cierta amargura. Empatizar com personajes atormentados implica, en cierto modo, impregnarse de su sufrimiento…

Quiero que el lector sienta lo que sienten los protagonistas, aunque eso, en ocasiones, retuerza el corazón. Porque vivimos de espaldas al sufrimiento, y creo que la auténtica emancipación pasa por empezar a mirar al dolor a la cara.

  Defina a Aurora con tres adjetivos, es decisiva en esta historia.

 Esta es una pregunta complicada… Pero ahí van: Aurora es heterodoxa, perspicaz y profundamente desafiante. No creo que los adjetivos merezcan mayor explicación. Animo al lector a descubrir su sentido.

 ¿Por qué ambientó la novela en Granada?. ¿No le servía Parla, por ejemplo?.

 Granada tiene algo. Fui allí a pasar apenas unas horas hace unos años y quedé absolutamente prendado. Desde entonces tenía la imagen del atardecer sobre Sierra Nevada clavado en la retina… y cuando se me ocurrió la idea que más adelante culminó en esta novela, lo tuve clarísimo. Una historia intensa, bonita pero dura como la mía, tenía que transitar las estrecheces de Granada, respirar su olor a magnolia en flor a finales de la primavera.

    ¿La verdad duele, Marcos?.

 Por supuesto. No hay nada más verdadero que el dolor. En un mundo lleno de impostura, de sobreactuación y falsedad en cada esquina, asumir el dolor como natural es revolucionario. Esa es una tarea a asumir cada mañana: evitar huir del dolor, ser capaz de mirarlo de frente y enfrentarlo, en lugar de intentar sortearlo entre fotos manipuladlas y sonrisas artificiales.

  ¿ Improvisó mientras avanzaba en la escritura, o todo lo que ocurre responde a un plan trazado?.

 Me dejé llevar. Todo sucede dentro del marco que definí al inicio, pero hay subtramas que brotaron a mitad del libro, y creo que enriquecen enormemente la historia. Escribir es una labor creativa, y siempre he creído que limitarla tratando de ceñidla a un plan muy estricto es capar sus posibilidades