CATALINA LA GRANDE: MÁS ALLÁ DEL MITO SEXUAL

¿Cómo puede ser que nos guste un buen escándalo?

Sección Histórica 05/09/2021 Carlos Llanas
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¿Cómo puede ser que nos guste un buen escándalo? Y más si es de alguien famoso… y más si es algo relacionado sobre su vida sexual. El ejemplo más claro es la tsarina Catalina II la Grande. La emperatriz rusa ha protagonizado uno de los mitos sexuales más conocidos de la historia, pero ¿es verdad todo lo que se cuenta sobre ella? Hoy hablamos sobre Catalina la Grande y el mito de su supuesta loca vida sexual.

Sophie Frederike Auguste von Anhalt-Zerbst, nombre secular de Catalina, era hija de un príncipe alemán y emparentada con el rey Carlos IX de Suecia se casó a los 16 años con el futuro tsar Pedro III, de 17 años y con quien compartía parentesco por parte de madre. Debido a sus cortas edades, marido y mujer no tenían relaciones sexuales y eso no le gustaba a la reina de Rúsia, la tsarina y tía de Pedro, Isabel I.

El matrimonio se llega a distanciar tanto que ambos esposos tendrán relaciones extramatrimoniales: Catalina mantuvo relaciones con el conde Serguei Saltikoff, con el que engendró al futuro Pablo I, y Pedro se relacionaría con la duquesa Voronstova.

El 5 de enero de 1762, Isabel I moría y Pedro III y Catalina II se convertían en los nuevos emperadores de Rusia. Pero, ese mismo año, Catalina y sus seguidores, de los que podemos destacar a los hermanos Orlov (también amantes de la reina) secuestraron y asesinaron al marido de esta que se convirtió el tsarina. A pesar de no ser rusa, el pueblo aceptó a la nueva reina que, a diferencia de su marido, se esforzó en querer a su nuevo país.

Durante su reinado, Catalina la Grande establecería alianzas pasando por la cama como fue el caso del militar Gregori Potemkin que, gracias a sus capacidades militares y amatorias, llegó a ser príncipe de Táurica. También mantuvo relaciones con Andrei Chernychev (posible hijo ilegítimo del abuelo de su marido), Estanislao Augusto II Poniatowski (quien llegaría a ser rey de Polonia) o el príncipe Platón Aleksándrovich Zúbov, quien fuera el último amante de la emperatriz cuando esta le sacaba cuarenta años al joven príncipe.

Como podemos ver, la vida sexual de la reina realmente fue movidita y es entendible que, en el siglo XVIII, se propagaran rumores como que la reina muriera mientras practicaba sexo con un caballo. Aun así, estos rumores se intensificaron en el siglo XX cuando se supone que, durante la Segunda Guerra Mindial, unos soldados (no queda claro si alemanes o soviéticos) dijeron haber hecho fotos a un par de salas secretas que, según cuentan, estaban decoradas con escenas pornográficas y objetos como sillas y mesas decoradas con miembros reproductores masculinos y femeninos.

Aunque esas fotos y esas salas se perdieran en la guerra, la veracidad de la existencia de estas no se pone en duda, ya que el museo del Hermitage conserva la reproducción de algunos de esos muebles eróticos hechos por el carpintero francés Dominique Roitel que hizo esas copias a partir de las fotos.

En resumen, es verdad que Catalina II la Grande fue una mujer con una intensa vida sexual, pero eso no quita que estos líos de faldas no sean una constante en la historia de Rusia.

Y a pesar de que, como he dicho al principio, nos gusten los escándalos sexuales de Catalina II, estos no deben eclipsar el exitoso reinado de 34 años en el que la reina hizo grandes avances como someter y limitar el poder e influencia de la Iglesia Ortodoxa, mejorar la sanidad y fomentar la educación ilustrada en Rusia sin olvidar lo inteligente y leída que era; manteniendo relación epistolar con grandes mentes de la época como era Diderot, el creador de la Enciclopedia o el filósofo Voltaire.

 

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