La erupción del volcán de La Palma esta noche ha vuelto a cobrar fuerza. En una fase más estromboliana, el volcán sigue expulsando grandes cantidades de lava que alimenta todas las coladas que crecen en altura y apenas avanzan en su frente.

Las columnas de lava que han roto la isla de La Palma en su cara oeste ya alcanzan alturas de 30 metros, edificios de cinco plantas que han ido sepultando lentamente la Isla Bonita.

El principal flujo de material magmático continúa siendo importante y se descarga principalmente en las coladas 1 y 4, la primigenia o más antigua y la colada 4, a unos metros del cantil. Esto supone que discurre sobre coladas anteriores y terreno ya destruido, creciendo en alto y sin producir más daños. En los últimos días se ha dedicado a rellenar islas entre coladas que habían quedado libres de lava, y se han contabilizado dos edificaciones más destruidas en las últimas 24 horas, seis en las últimas 48.

Las coladas en el interior del barrio del Corazoncillo (colada 10 al sur) y la que se encuentra parada dentro de La Laguna (colada 8) permanecen en el mismo lugar desde hace varios días.

El último informe del Departamento de Seguridad Nacional ha informado que la ruptura del cono principal y un flujo que se mantiene al oeste sobre coladas existentes. Advierte de la posibilidad de que la lava llegue al mar y se ha ampliado el perímetro del área de exclusión marítima al norte, hacia Tazacorte.

 El satélite Copernicus en su último informe cifra en 911,6 hectáreas la superficie afectada por la lava, 3,4 más en las últimas 24 horas. Según el cálculo de edificaciones que realiza el satélite, inexacto, son 2.183 construcciones afectadas, 21 más en las últimas horas.

 Preocupa la calidad del aire
Preocupa la calidad del aire y el efecto que los gases y las cenizas puedan provocar a largo plazo. En lo relativo a las cenizas, ya la aerolínea de viajes principalmente interinsulares ha informado que cancela sus vuelos nocturnos por seguridad, mientras en lo relativo a los gases, los expertos advierten que podría estar afectando a la biodiversidad palmera.

 El registro de las emisiones de dióxido de azufre en el penacho volcánico, entre otros parámetros, advierte de que el fin del volcán no está cerca y aún hay volumen de magma bajo la tierra que tratará de buscar nuevos puntos para salir, siempre en el entorno de la fisura del cono, aseguran los expertos.

El Instituto Geográfico y Minero de España (IGME) realiza estudios en las colada para obtener muestras de gases licuados, mientras se mantiene la 'Operación Cenicienta' que busca conocer los espesores y los movimientos de las cenizas y los sedimentos que expulsa el volcán en La Palma.