Al día de hoy, desde ayer, el mundo de La Moncloa y de rebote de nuestro amado país, dependen de buena parte de una chica comunista, eurocomunista como afirmaría san Santiago Carrillo, una camarada listorra, elegante y pícara con matices. Se llama, recuerden, YOLANDA DÍAZ, además, gallega, de esa especie celta que no sabes si está subiendo o bajando la escalera podemita.

La viñeta que ilustra este somero análisis, del colega madrileño  PUEBLA, todo un editorial en regla, con solo diez palabras y dos españoles, él y ELLA para que el feminismo transgresor no llore en el mar oscuro de la androfobia, despreciado el varón de todas las almas.

Efectivamente somos los lémur de la UNIÓN  EUROPEA incluyendo Cataluña. Cuando uno de estos, se supone que líder, animalitos se lanzan al vacío −cuenta la leyenda− por los precipicios, todos los siguen en tropel, como los aborígenes canarios al grito de  ATIS TIRMA! aplastados por las tropas castellanas, hermanos lejanos del PP de la señora Ayuso y el inteligente Teodoro, hijos putativos de AZNAR el gran jefe castellano que depuró  a lo más granado y honrado de sus filas, y mantiene en nuestra comunidad autónoma a sus herederos, los que  permitieron la hazaña del Mar Menor de la mano de  los socios socialistas con sus guerras enanas.

Servidor, no, inmovilizado por una lumbalgia de caballo, no me puedo arrojar por el dolor amargo, sin que nadie me alivie o nada, salvo la droga de escribir hasta para mi propia cosecha añeja que alimenta mi espíritu amasado entre los riscos cariñosos del Rif  africano, aunque  te descalifiquen como fascista, machista o te insulten llamándote político loco, en  una nación en la que la locura funciona en las altas esferas, hasta en las pedanías, dicen las lenguas de doble filo.

¿Y para qué? Cuenta el maestro IGNACIO RUIZ QUINTANO que hace muuuchos años el camarada falangista ARRESE entonces ministro del Movimiento  regresando a Madrid con Franco en un auto regalado por Adolfo, que en lo peor de la cuesta de Orduña se caló, comenzó a recular el vehículo, claro, hacia el precipicio. El ministro abrió la puerta y gritó desaforado ¡¡TÍRESE, MI GENERAL!! Y el generalísimo, mirándole con perplejidad contestó con voz gélida ¿Y para qué ministro?

Es verdad, para qué nos vamos a tirar a la puta rue hoy blindada por el populismo mágico −y el caudillo Sánchez, que viven como nuevos ricos, vigilando las calles para que nadie se mueva. Y  controlando nuestros bolsillos un socialismo que nos amenaza. Aquí en Murcia ya lo tienen claro− con nuevos impuestos y resucitando otros como el latrocinio legal de Sucesiones y manipulado  el de plusvalías de los ayuntamientos arruinados rondando la quiebra técnica.

Vivimos inmersos , en pleno apogeo, de disparates globales como la cumbre del clima boicoteado por los demócratas rusos, chinos, venezolanos y dictaduras coronadas árabes, dentro de la estrategia de matar esperanzas imponiendo a la madre Tierra, prostituida, para dentro de un siglo, un techo de temperatura de menos un grado y medio.

Nos engañan con argucias de ideas zorras porque enfriar el Planeta CUESTA DINERO,  sea rojo, amarillo, azul, violeta o verde. Y agregan los fantasmas de la cumbre que la transición ecológica con un cambio brusco de modelo energético acarrearía el riesgo de una crisis brutal de empobrecimiento, evidentemente a los que viven en los umbrales del hambre.

Solución, suicidio multitudinario, y a tomar por el saco o lo que sea, imitando a los lémures o a los bizarros aborígenes canarios. Los ricos, los propietarios del mundo, ellos, resistirán sin problemas, se irían volando a la luna amarilla entonando versos.

   Es tu boca pequeña, Yolanda,

           clavel que se inflama,

           y tus labios del rosal

           socialista que canta

           de risas lleno de espinas.

EPÍLOGO.- Ha  aumentado los casos de suicidios en España, se han disparado y existen influencias políticas por degeneración en una sociedad  maltratada, pero existen suicidios de otro tipo, la falta de valores humanos, que es la decadencia, cuando la voluntad se pierde por el miedo, nos inmoviliza, nos bloquea.

Entiendo la eutanasia por enfermedad pero no la que nos están aplicando desde los poderes fácticos sembrando el caos social y económico, llegando a tocar las fibras sensibles de hogares destrozados. No hay que rendirse, igual que cuando aplaudíamos a los sanadores, ahora hay que expresar nuestras inquietudes en la calle con una resistencia pasiva del basta ya. Pero sin manejos de partidos o sindicatos amaestrados.

Sureste Press