Shakespeare: “ Los actos contra la naturaleza traen disturbios contra ella misma”.

“ Una persona honesta lo es porque vive otras cualidades que permiten llevar una vida digna. Se convierte en fiable porque se sabe que no cambiará de criterio, aunque reciba presiones.”. 

Hace pocos días, en prensa nacional, nos servía de desayuno el siguiente comentario: “La salida de Merkel de la Cancillería alemana y el Brexit han motivado que los grandes de Europa se reposicionen. Macron se alía con Dragui  en acuerdo histórico entre Francia e Italia. ¿Dónde está Sánchez en todos estos movimientos? Ni está ni se le espera”. Esta es la realidad. Hemos pasado de enarbolar la bandera en medio mundo a la pura aldeanía de compinches aldeanistas dentro de un mundo global”.

Y es que el mal de todos los males viene una vez más por lo que nuestros abuelos nos enseñaron:la Honestidad.

Es honesta la persona que piensa y obra con justicia, rectitud e integridad; la sinceridad es una muestra de honestidad. La persona íntegra ni miente ni incurre en falsedad alguna. Valora ser más coherente con sus principios, con una buena conciencia que el beneficio que pudiese obtener si se lo saltase. Bonitas palabras pero… hay que ser de una pieza para cumplirlo: matrimonios desestructurados, vida del mundo político, jiventud-estudio y amigos, nosotros mismos ¿hasta dónde llegamos?

Nuestros abuelos compraban y vendían fincas, cosechas, llegaban a acuerdos de distinta índole solo con un apretón de manos. No necesitaban notarios. ¿Tenían nuestros abuelos menos cultura que hoy, con tantas universidades? El género humano, me da que pensar es posible que se haya aguado más de la cuenta. ¿Por dónde empezar?

Manzoni, , el autor de Los novios, cuando escribió : “Una de las alegrías de la amistad es saber en quién confiar”, ya nos hacía ver que el verdadero amigo ni pide ni ofrece lo que es deshonesto. Esta forma de actuar puede llevarle a perder el trato de personas que no entienden sus principios; más todavía, piensan que ellos no reciben favores porque no están en su entorno.

En cada país varían las muestras de corrupción, pero es reducido el abanico de vicios que empujan a conductas innobles: la avaricia y la falta de compromisos éticos, son dos rasgos; ser firmes en el principio de que el fin no justifica los medios; a veces, muchas veces, puede ser heróico, y lo es, seguir dicha pauta. Algunos piensan que, en el fondo, todos tenemos un precio y es cuestión de buscar el flanco débil para llegar a acuerdos inmorales.

Hace pocos días asistía a una de esas reuniones “en petit comité” donde se amasaba un tema central sobre el mundo político. Ya saben ustedes que a partir de enero las sucesivas movidas en torno a las elecciones del 2023 darán su arranque. Pues bien, ya se hablaba de personas con nombres y apellidos y de ellos, lo más importante que se buscaba era su coherencia de vida y su honestidad por encima del resto de las materias. Fue todo un latigazo de ejemplo los que me dieron, pero supongo que ello no es lo políticamente correcto.

A mi modo de ver, quien es fiable, pide el salario justo para su trabajo; esa retribución debe no solo ser acorde con la ley, sino deseable que las personas que ocupan cargos públicos reciban un sueldo digno; así se valora su trabajo y se evitam factores que llevan a la extorsión. Nuestro Quevedo , con la agudeza que le caracterizaba, escribiría: “aquel hombre que pierde la honra por el negocio, pierde el negocio y la honra”.

Nuestro gran Cicerón  no se quedaría atrás: “en el cumpleaños de un gobernante, se recibieron en su casa muchos regalos. Durante la cena de celebración, esa persona encargó a otra de su confianza que separara aquellos en los que venía el nombre del donante de aquellos que no lo ponían. Cuando vio que había terminado su tarea le pidió traer los regalos. Abrió primero los regalos en los que ponía el nombre del donante; algunos eran muy valiosos.

Después de abrir cada uno, llamaba al donante y le decía: Te agradezco tu regalo, pero no debo aceptarlo y lo devolvía sin excepción. Al terminar ese grupo, abrió los regalos que venían sin nombre y comentó: Estos los acepto porque no comprometen mi forma de gobernar”. Glosó su actuación diciendo que en su puesto, no había que atarse favores. Conclusión: evitar compromisos incómodos. 

Los medios para corromper a las personas son tan antiguos como la misma historia. Deudas de juego, prostitución, abuso de alcohol siguen siendo usadas con éxito. Puede varíar la estrategia, pero las personas somos vulnerables por los mismos flancos. Cambian las personas que ocupan los puestos, pero no la naturaleza humana. Tomás Moro, no sería condenado por no ceder a una petición injusta al rey. Lo fácil hubiera sido ceder, pero hubiese sido actuar contra el derecho y su conciencia.

Hará más de medio siglo, un gran personaje internacional diría en su momento: el hombre, la mujer contemporánea escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan o, si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio.

Cuenta un desconocido autor, Harvard de nombre, que dando un curso de gestión a miembros de un gobierno, uno le dijo: “habla Usted a un público que no es el suyo; somos políticos, precisamente porque no somos virtuosos”.

Claramente, la persona honesta cumple los acuerdos, no se aprovecha de las leyes injustas ni de vacíos legales. En algunos países, en donde la corrupción está muy extendida, es motivo de burla quien tras ocupar un cargo público, no se ha aprovechado de su situación para robar con impunidad. 

 Deseamos de todo corazón que desde nuestros partidos,  nuestros políticos estén dando siempre el ejemplo y la talla que esperamos. 

Mientras que el mundo de la honestidad sigue sus cortos cauces me cuestionaba la siguiente reflexión , cuestión que deberían hacerse estos personajes que hoy tenemos tan infravolorados llamados políticos o “mueve hilos”:

Ni habrá 2030 ni plan 2050 si en pleno 2021-2022 existen casas sin techo para incorporar placas solares, ni niños que se conecten al wifi porque el parque demográfico está más que vacío”. Es tarea de todos apostar por tantos talentos que quedan ocultos. La falta de honestidad, la falta de la búsqueda hacia el bien de la ciudadanía, sobre todo la más vulnerable, nos hace pensar una vez más que, no todos tenemos las mismas oportunidades de prosperar, ya que el punto de partida, donde nacemos, genéticamente, familias, condicionan la llegada a una buena meta y, dicha meta, hoy por hoy, se la sigue lasdeando.

Ya Michael Sandel, filósofo político y profesor de Harvard, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2018, nos lo deja claro en su libro La tiranía del mérito. ¿Qué ha sido del bien común? Les recomiendo este gran ensayo. 

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