Entrevista: Enrique Pérez ex PSOE, "Espero que fiscalicen los fondos europeos para que no acaben en el sitio mas probable"

Sánchez es un criado de Von der Leyen, y hará lo que le digan que tiene que hacer, igual que por desgracia hizo Zapatero.

Entrevistas 30/12/2021 Salvador T. Gimenez
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Enrique Perez

 Enrique Pérez histórico del PSOE, deja el partido socialista tras 18 años.

¿Qué sentimiento tiene después de dos décadas en el PSOE y estar fuera ahora?

El «después de» está suponiendo sobre todo un sentimiento de liberación, de ligereza y de alivio. Ha sido más complicado el «durante», el tiempo de maduración de la decisión, donde han debido ponerse en juego distintos tipos de emociones, niveles de responsabilidad social y consideraciones políticas. Ese proceso ha sido complicado y doloroso.

¿La decisión de darse de baja del partido debe haber sido difícil?

Me remito al final de la respuesta anterior. Sin duda. Tuve abuelos represaliados por el franquismo, mis padres han votado al PSOE toda su vida, y yo llevaba 18 años militando. Dejo buenos compañeros y algunos amigos, y otros muchos que se han ido conmigo, antes que yo o se irán pronto. He dedicado buena parte de mis últimos diez años, en tiempo, dinero, ilusión y trabajo, a intentar regenerar el PSOE. No es fácil dejar atrás todo eso.

¿En su carta hablaba de que Sánchez se había alejado de la ideología del PSOE?

Lo que digo exactamente es que es el Secretario General más desideologizado de la historia del PSOE. Cuando creyó que ser presidente pasaba por pactar con Cs, un partido de centroderecha, firmó un acuerdo con ellos. Cuando entendió que quizá solo podría serlo pactando con Podemos, lo hizo, aunque «le quitaba el sueño» pocos días antes.

Cuando vio claro que sin los independentistas no podría llegar a Moncloa, pactó con ellos darles todo lo que pidieran, que es lo que está haciendo. Y no me cabe ninguna duda de que si la aritmética parlamentaria tras las próximas elecciones generales le obligara a pactar con el PP para seguir siendo presidente, lo haría sin ningún remilgo.

Las promesas de campaña de Sánchez quedaron en saco roto, desde endurecer las condenas por sedición, no pactar con Pablo Iglesias, no pactar con Bidu, ¿Por qué ese cambio tan rotundo?

Todas las preguntas sobre la trayectoria de Sánchez tienen la misma respuesta: la ambición de poder. Ha hecho todo lo necesario para llegar, y hará todo lo necesario para permanecer. La ética, la ideología, el PSOE y el país, están en muy segundo plano, si es que están.

¿Cree que Sánchez engaño a sus votantes en campaña y a sus propios militantes?

Por supuesto. A sus militantes, absolutamente. Las Resoluciones del 39º Congreso que le encumbró quedaron en papel mojado. A sus votantes, también. Ni ha aplicado el programa electoral ni ha cumplido prácticamente nada de lo prometido en entrevistas y mítines. Está todo en los documentos, y en la hemeroteca audiovisual, es fácil de comprobar.

Usted hablaba que Sánchez es narcisista, falaz y antidemocrático, ¿a qué se refiere con estas afirmaciones? 

El narcisismo es, por un lado, la manía del narciso, cuyo origen es la fábula del hombre mirándose en el espejo del agua; por otro lado, se refiere a la «excesiva complacencia en la consideración de las propias facultades u obras». Por un lado, mi formación en comunicación audiovisual, me hace sencillo saber la cantidad de horas que ha pasado frente al espejo ensayando gestos, movimientos, palabras y discursos, es muy evidente.

Por eso genera en tantos ciudadanos una sensación tan grande de falsedad, porque nada de lo que hace o dice es natural, sino largamente ensayado ante el espejo. En cuanto la excesiva consideración de sí mismo, es algo nítido para cualquier que lea su Manual de resistencia, él se ve como un estadista de altura, y en realidad sus aportaciones intelectuales, políticas e ideológicas son prácticamente nulas.

Lo poco que ha aportado por el momento (que es realmente muy poco) proviene de colaboradores y amigos, empezando por las sospechas sobre su tesis doctoral y terminando por presentarse a las primarias de 2017, a las que casi le tuvieron que empujar porque no se atrevía (lo cuenta él mismo en su libro).

Usted junto a otros compañeros a trabajado sobre ideas para recuperar los votos que perdió el partido socialista, uno de sus abanderados fue Pedro Sánchez, ¿ha cumplido con algo de ese proyecto Pedro Sánchez?

Aquel proyecto se basaba en dos aspectos: convertir al PSOE en el partido de la militancia y girarlo a la izquierda. Lo segundo solo ha consistido en discursos, declaraciones y gestos, pero solo hay que ver la reforma laboral, que es prácticamente la misma que la de Rajoy, para entender que en realidad no hay nada.

En cuanto a lo orgánico, el PSOE nunca ha estado más muerto por dentro que ahora y nunca han pintado menos los militantes. En mi agrupación, por ejemplo, cuya Secretaria General la puso a dedo Sánchez en el Congreso de los Diputados, ha estado más de dos años sin convocar asambleas, excepto para aquellas cosas que necesitaba la dirección.

¿Otra critica a Pedro Sánchez ha sido que hace políticas liberales?

Claro. Por ejemplo, la ley trans es un monumento a lo liberal: no existen hombres ni mujeres al nacer, todo el mundo puede elegir su sexo por el camino, un insulto a la materialidad de lo que significa ser mujer (el feminismo ha abandonado masivamente el PSOE) y una aceptación de las tesis posmodernas neoliberales según las cuales todos podemos ser lo que queramos ser y lo que importan son los sentimientos, no la realidad material.

Otro caso es el gravísimo problema con el robo que están perpetrando las empresas energéticas, en las que el PSOE ni se ha planteado siquiera matizar el libre mercado; él dice ser socialdemócrata, pero no ha debido estudiar los orígenes de la socialdemocracia, y en especial el ejemplo británico, donde las empresas de sectores estratégicos estaban nacionalizadas, y eso sin necesidad de que se produjeran atracos como los que ahora sufrimos.

Otro ejemplo es la gestión de la pandemia, donde al final ha coincidido plenamente con Isabel Díaz Ayuso, quizá la liberal más ortodoxa de la política española: la «responsabilidad individual», paradigma del liberalismo y que, a la vista está, no funciona para evitar muertes  ni contagios, igual que no funcionaría eliminar las normas y multas de tráfico para evitar accidentes.

¿Cree verdaderamente que el único fin de Sánchez es seguir en Moncloa por encima de todo?

Estoy plenamente convencido. Y, aunque espero equivocarme, creo que el tiempo lo demostrará aún más que hasta ahora, con ejemplos aún más dramáticos.

¿Qué opina de los pactos con Podemos, Bildu y los separatistas catalanes?

Que eran los únicos con los que podía ser presidente y por eso los suscribió. Una de mis razones para salir del PSOE es el indulto a los independentistas, un verdadero escarnio a los catalanes que respetan la legalidad y un insulto a las regiones pobres que esperan a la cola mientras se satisfacen los deseos ilimitados de nacionalistas catalanes y vascos.

¿España con las políticas actuales cree que saldrá de esta crisis social y económica como dice Sánchez?

El Gobierno de España, en ese sentido, es una sucursal de Bruselas, así que seremos, tal cual, lo que Bruselas quiera, y concretamente Alemania, que pronto se cansará de dar dinero. Sánchez es un criado de Von der Leyen, y hará lo que le digan que tiene que hacer, igual que por desgracia hizo Zapatero.

Es una tragedia  para la izquierda que los únicos países rebeldes en la UE tengan gobiernos de derechas. Espero que haya suficiente fiscalización de la UE, de la oposición y de la ciudadanía sobre los fondos europeos para que no acaben en el sitio más probable: las arcas de empresarios amigos del Gobierno y redes clientelares destinadas a asegurar la reelección de Sánchez.

Pero a medio y largo plazo no se ha hecho nada de lo necesario, ni se hará: una buena ley de educación consensuada, un impulso serio a la reindustralización de España, una reforma integral de las Administraciones Públicas y una racionalización de los sueldos y privilegios políticos, entre otras cosas.

¿Cree que el Presidente ha estado a la altura de la crisis sanitaria, social y económica?

En absoluto. Primero utilizó el estado de alarma como propaganda política; cuando comprobó que podría tener un coste electoral se pasó a la «responsabilidad individual»; y poco después dimitió en favor de los reinos de taifas de las CC.AA. El resultado es lo que tenemos: el peor momento de contagios en dos años, sin tests de antígenos para todos, poniéndonos la mascarilla en la calle y dejando que nos la quitemos en los bares, y fiándolo todo en las vacunas cuando ha quedado claro que, por sí mismas, no suponen el final de la pandemia.

¿Ha quedado mucha gente atrás?

Aún no, porque solo lleva tres años. Si agota la legislatura, y cuando podamos hacer un balance, la clase trabajadora se espeluznará. Será entonces cuando colapse la izquierda. Solo pondré dos ejemplos: el fraude del Ingreso Mínimo Vital, un desastre de gestión que además no ha llegado ni al 10% de los que lo necesitan, en vez de poner en marcha una Renta Básica Universal de oficio, como ya se ha ensayado con éxito en diversas partes del mundo y que es el futuro de un contexto con mercados laborales cada vez más mermados.

Hay muchos otros ejemplos, pero pongamos el de los interinos y temporales, otro engaño masivo vendido como el paso a la fijeza de los que llevan más de diez años, y, sin embargo, si el TJUE no lo evita, será el ERE más grande de la historia de España, y un posible coladero de redes clientelares.

¿El blanqueo a Bildu cree que es justificable? 

Bildu es un partido democrático. Se le pidió muchas veces a ETA que dejara las armas e hiciera política. Además, están tomando medidas difíciles entre sus simpatizantes, para tratar de avanzar y normalizar Euskadi. Todo esto ha de tenerse en cuenta en un sentido democrática y políticamente amplio.

Lo que pasa es que no puede servir como chantaje diferido para conseguir privilegios. En este sentido, no es muy distinto a lo que pasa con el independentismo catalán, que emplean la amenaza separatista como extorsión para ordeñar al Gobierno.

Todo esto está teniendo efectos devastadores en la política española, como por ejemplo la explosión de partidos provinciales que nacen con el mismo propósito que los partidos nacionalistas periféricos: es algo completamente legítimo por parte de la ciudadanía española ante los atropellos de los separatismos, pero puede convertir todos los parlamentos del Estado en instituciones ingobernables o, lo que es peor, en un «qué hay de lo mío», más parecido al caciquismo del siglo XIX que a lo que todos desearíamos como la España del siglo XXI.

¿Comentaba en su Carta que no quería ser cómplice de dejar a España en una situación crítica durante décadas?

Eso es. Es una de las líneas rojas que me puse para seguir en el PSOE, y que, tras la gestión de la pandemia y los indultos a los independentistas, se estaba rebasando.

A no ser que todos los hados se pongan de su parte, Sánchez va a dejar una España más polarizada políticamente, con el problema de los nacionalismos agravado, las redes clientelares intactas, la educación y la sanidad igual o peor, a los trabajadores atados de pies y manos ante los empresarios y ante unos grandes sindicatos conniventes con el poder político, unas Administraciones ineficientes sin reforma seria alguna, y una destrucción de tejido empresarial sin precedentes. Ojalá me equivoque al menos en la mitad, o los hados le favorezcan.

¿Qué cree que necesita el PSOE para recuperar su esencia?

Hacer políticas de izquierda. Es así de sencillo. Los nacionalismos son de derechas por definición, así que arrodillarse ante ellos, no es de izquierdas. Convertirse en un partido monárquico de facto podrá ser muy «responsable institucionalmente» pero nadie puede decir que es de izquierdas; si en España es legítimo el separatismo, ¿no lo es el republicanismo? (¡qué dirían todos los muertos y represaliados por defender estas ideas!).

Aceptar el mismo sistema económico que el PP y el resto de derecha europea (libre mercado, empresas estratégicas en manos privadas, aceptación de fórmulas privadas o público-privadas en sanidad y educación, economía financiarizada sin control ni límites, renuncia a la igualación entre beneficios empresariales y salariales, etc., etc., etc.), tampoco se le escapa a nadie que no es de izquierdas.

El PSOE es un partido laico, no solo por vocación, sino también porque está escrito en las Resoluciones de los Congresos y en los programas electorales; sin embargo, lejos de cumplir el compromiso de resolver el Concordato, Sánchez manda a Yolanda Díaz a departir con el Papa sin tratar ninguno de esos temas. En fin, no quiero alargarme. El PSOE, si no es de izquierdas, no sirve para nada. El centroderecha liberal y democristiano ya está ocupado.

¿Los Sanchistas son conscientes del daño al partido socialista?

Muchos ya se han dado de baja. Otros empiezan a tener serias dudas. Pero aún quedan otros muchos enormemente fanatizados que serían capaces de cualquier cosa para que Sánchez siguiera en el poder. Demasiados. Trump dijo una vez: «Aunque saliera a la Quinta Avenida pegando tiros, mis fans seguirían siéndolo». Esto no es muy diferente. El sanchismo más recalcitrante (que no es más que autoritarismo y mesianismo), se ha convertido en un problema para España. Es verdad que cada vez son menos, y que la  tendencia es a la baja, pero aún son demasiados.

¿Cómo ve las próximas elecciones generales para el PSOE?

Si todo sigue como hasta ahora, y los hados no hacen su función, la izquierda quedará arrasada en España en los próximos procesos electorales. Lo vimos en las autonómicas madrileñas. Observemos con atención las próximas autonómicas castellanoleonesas, y las andaluzas, que se prevén pronto.

¿Volverá al  PSOE?

Mientras siga Sánchez o el sanchismo, de ninguna manera. Cuando no quede huella de esto, que no va a ser fácil, volveré si el PSOE vuelve a ser un partido de izquierdas en sus acciones y políticas, no en sus discursos, programas y promesas.

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