Como un monje, en la hospedería del Monasterio de Silos, donde recalan políticos maltrechos y poetas escondidos. Umberto Eco se inspiró en su botica para un libro y una película, EL NOMBRE DE LA ROSA. Lorca levitó cuando desembarcó en una diligencia. Alberti se derrumbó, «dejarme bajar, que quiero madre ser tu jardinero». Y Machado derramó sus versos desde el dedo verde del árbol mítico.

Recuerdo ahora mirando la luna creciente del islam y sus sucesores de Mahoma, que hubo papas benedictinos pero lo ideal sería un buen negro que sabe de sufrimientos, mártir en las selvas. O un asiático sabio que sabe de la paciencia infinita, humana, resistente.

Hoy en el ordenador de mis secretos me he caído de un guindo, no de un ciprés cargado de hojas míticas, de la historia castellana, hablo de la otra España, la de las televisiones inquisidoras que nos torturan en el potro salvaje de la pantalla que nos escupen palabras virales en interminables jornadas, refugiados y atrincherados en madrigueras a pruebas de bichos misteriosos, colando depresiones, ataques de pánico y miedo, y ojos asombrados de nuestros pequeños, sin tocar tierra europea, la de la libertad real no aquella de LENIN ¿libertad para qué y por qué, para morir de hambre? No entendía que la libertad es cultura, el alma que mueve voluntades y hace grande al ser humano, con la palabra.

Este país no se merece tanta basura de una imagocracia insostenible, no aquella democracia helenista y luego romana que levantó una civilización global. Hoy, ya noche oscura, no veo fantasmas, ni creo en ellos, el monasterio suena a música y voces del cielo, ese gregoriano que nos limpia la mente sobrecargada de ruidos, gritos, violencia y perversidad calculada. Vamos buscando un guiñol que nos mueva a la paz interior pero aún no hemos encontrado el camino de esa ingenuidad limpia que tenemos escondida, ni al artista. Quizas los sueños, sueños son.

Hay que despertar de la pesadilla intermitente, y encontrar ese paraíso que busca el pueblo español con la esperanza de un monje de Silos. O un peregrino camino de Sangri Lá. O las voces de la lotería histórica con el premio gordo de la suerte, aquella al cruzar el rio de la vieja Itálica. El Rubicón se lo ha saltado el nuevo César de la izquierda española, un tal Garzón al grito rebelde de ¡Alea iacta est ! mordiendo en hueso duro de la carne en el momento más elevado de la pandemia. Inteligente oportunidad para desengancharse del poder alquilado, aniquilado el partido comunista por un ministerio consumado.

Imagen: Botica del monasterio de Santo Domingo de Silos, Burgos.

iguenos en Telegram: https://t.me/impactoespananoticias

Twitter: https://twitter.com/impactoSumustv