A dos años de esta pesadilla, la realidad, pese a que a muchos no les guste, es que todavía sigue sin haber debates entre científicos y sanitarios que promueven la vacunación y científicos y sanitarios, tildados de negacionistas por la oficialidad, sin serlo, que cuestionan la gestión pandémica y las vacunas utilizadas.

A estos últimos, no solo se les niega todo espacio en medios informativos sino que se les censura con total impunidad y descaro. Si tan segura está la oficialidad de la eficacia de las vacunas y de unos efectos adversos a medio y largo plazo que solo conocen los fabricantes de las mismas y probablemente algunos más, deberíamos al menos preguntarnos el porqué de esta censura.

Recordemos que Pfizer pretendía mantener en secreto los datos de seguridad y eficacia de sus vacunas durante 75 años. El año comienza con el fallo de un juez de Texas que obliga a la multinacional a publicar estos datos antes del próximo mes de agosto. Un éxito hacia la transparencia, por el momento…

Por otra parte, resulta vomitivo ver los insultos de los no vacunados (no todos), “covi-idiota” etc y algunos de los memes o viñetas que aplauden acaloradamente con sus “me gusta” en las redes. No sé qué extraño triunfo pueden experimentar en una imagen donde una madre propina dos fuertes bofetadas a su hijo por expresar su voluntad de querer vacunarse. Y lo que es peor, diría que hasta repugnante, es que da la sensación de que están esperando como buitres a que muera un vacunado por covid para decir aquello de ¿veis cómo teníamos razón ?

Cada vez que alguien con sus dosis entra en la UCI, algunos se apresuran a poner sus míseros comentarios en las redes, sin ni siquiera comprobar si el enfermo es doble o triplemente vulnerable (y aunque no lo fuera).

Hasta qué punto llega la maldad humana, de un lado y de otro e insisto, qué fácil es manipular.

Hace algunas semanas hubo una manifestación de “negacionistas”, decía la prensa, ya sabemos…, en contra del pasaporte covid, de la gestión de la pandemia por el gobierno comunista (decían…) y por los muertos. A los pocos días hubo otra para defender la sanidad pública. La mayoría de quienes fueron a la primera, claramente politizada, no estuvieron defendiendo la segunda, con clara intención social. Ya me dirán…

La otra España, aquella heredera de la zona sublevada, ha sabido, entre medias verdades, algunas enteras, hay que decirlo, coger el punto, lo “chic”. Ha sabido utilizar la necesidad de algunos de sentirse supuestamente a contracorriente, en defensa de una libertad que más bien responde a sus intereses políticos. Y algunos se han creído paladines de una lucha manipulada por quienes nunca han sabido lo que es el civismo o lo han puesto siempre por debajo de sus propios intereses.

En este país, parece imposible que todos, independientemente de creencias políticas y religiosas, se unan y se organicen como fuerza social que cuestione, que pida explicaciones a los dirigentes del caos y la confusión creadas por declaraciones y afirmaciones encontradas entre unos y otros, que se una en la lucha por una sanidad pública fuerte, por una vuelta a las aulas segura, en fin, que se una y sea realmente eficaz para todos y no solo para algunos, los de siempre.

España, tierra de bandos, políticamente polarizada y por tanto dividida y sin fuerza. Son y siempre han sido los de arriba, de ambos lados, bandos, partidos o si lo prefieren, el cemento del régimen del 78 cuyo vértice sabemos donde termina, los que perpetuamente han estado y están unidos y en connivencia por intereses mutuos y varios. Y es el pueblo y la sociedad civil la que se deja dividir y prefiere reir y hacer chistes con memes y demás sinsentidos creyéndose libres sin serlo.

¿Recuerdan una de las pinturas negras de Goya, aquel “Duelo a garrotazos” ? Digna y triste estampa de la sociedad española, de ese siglo XIX, del posterior y del actual.

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