Porque está muy claro y transparente, que cuando gane Vox, seguido del Pepé, las elecciones próximas, si un gobierno de la tipología aparente del actual no ha tenido pelotas, que sí la han tenido más de siete u ocho países donde quedaba por abolir el llamado concordato o teto, volverá con más fuerza a Cartagena el copón de oro macizo, el cura con papada y la criada preñada por el señorito, de una España que está ahí, latente y esperando el poder absoluto con saña. 

Con el concordato o teto en vigor, tal y como rige en la actualidad, el construir una catedral nueva, caso que desean un grupo de cartagineses que no llenarían por número dos autobuses, ni, a lo mejor, un taxi si vamos al sentimiento verdadero de necesidad sin barrigueo, el citado teto o concordato dice claramente que: “Por medio de la Corporaciones locales contribuirán con una subvención extraordinaria a los gastos iniciales de organización de las nuevas Diócesis; en particular SUBVENCIONARÁN LA CONSTRUCCIÓN DE LAS NUEVAS CATEDRALES.” 

Y algo tan en contra de la Constitución que teóricamente rige en España, está todavía en vigor, esperando el momento oportuno para, según su tradicional estilo, dirán que basados en una profunda necesidad espiritual demandada por todos los cartagineses, empeñar el presupuesto de la ciudad por cientos de años, para entregarle un bien raíz a un estado extranjero: El Vaticano. 

Y como el beaterio católico puede “aumentar las parroquias a costo del Estado” lo tienen muy fácil para hacer lo que les guste en la esperanza de volver a la cultura tradicional española de ver al pobre en la puerta de la iglesia con la mano extendida, mientras que alguna gente de bien le regala una limosna con la condición previa que no se lo gaste en vino ni en comprarse joyas. 

Visto lo que ha pasado con los asesinos del Mar Menor, y lo que está pasando con los suelos llenos de radiactividad cancerígena, que ambas cosas no son ningún tipo de delito para la justicia a la murciana, y que toda la región, especialmente la ciudad de Cartagena si se somete a un examen actualmente la calidad, esperanza y realidad de vida, que hubo un tiempo antes de Pilar Barreiros, con Pilar y después de Pilar, nos suministra jornadas cartaginesas tan sumamente horribles, impunes, fuera de toda lógica, para que al ayuntamiento actual no le tiemble el pulso y se gaste y se empeñe en que vuelvan con turno de espera semejante al de la sanidad actual, los pobres a las puerta de las iglesias. 

La dramática risa y carcajada que está resultando en Cartagena el tratamiento que se le está dando a los suelos contaminados por los que sopla una enfermedad más letal que el propio coronavirus, no deja lugar a dudas que con el concordato o teto en vigor, pronto, en cualquier momento, nuestros mandos nos sorprenderán con otra cereza o guinda puesta sobre uno de los pasteles, o puede que sobre el pastel, más apestante de toda España: La Cortijá Murciana, en manos de políticos terminales tragaperras. 

Es de toda lógica que un tratado, el denominado concordato o teto, firmado en el año de 1.953 por dos bloques fascistas, el franquismo y el vaticanismo, implicados ambos en la muerte de miles y miles de personas en toda Europa, que son motivo de análisis actuales y controversias respecto de responsabilidad en crímenes por cuestiones étnicas o ideológicas, no debería de estar en vigor en la actualidad en España. 

Pero aquí lo primordial es hablar del carajillo, de los temibles submarinos, y que el que venga por detrás, que se joda y arree. 

Salud y Felicidad sin covid-22 

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