Durante la Segunda Guerra Mundial, la Alemania Nazi aplicó una política de estados títeres o colaboracionistas en Europa. Estos estados mostraban una imagen de autonomía muy alejada de la realidad. El estado colaboracionista por antonomasia de la IIGM fue la Francia de Vichy. Hoy hablamos de este Estado que existió entre 1940 y 1944.

 Una “nueva” Francia
Estamos en junio de 1940. Alemania ha invadido Francia. El 22 de junio, una delegación del gobierno francés y una delegación alemana encabezada por Adolf Hitler firman el armisticio en el vagón de tren en el que, el 18 de noviembre de 1918, Alemania había firmado su rendición en la Primera Guerra Mundial. Esta paz fue solicitada por el nuevo primer ministro de la III República, el mariscal Philippe Pétain. Este general fue un héroe de guerra por su capacidad de liderar a Francia durante la Primera Guerra Mundial. El presidente anterior, Paul Reynaud, quiso dimitir antes que pedir la paz con los alemanes.

Aparte de la derrota, este tratado de paz tenía un punto muy importante: Francia quedaba dividida en dos partes. De esta manera, la gran zona norte del país pasaba a ser una zona directamente controlada por el III Reich. Por lo tanto, París dejaba de ser francesa y, a parte, la zona sud del país, que comprendía desde Ginebra (Suiza) hasta Hendaya, más las colonias y territorios insulares, serian la Zona Libre que formarían parte del llamado Estado Francés o, de manera informal, el Régimen de Vichy por la capital de esta “nueva” Francia. La población de Vichy fue elegida como capital provisional del nuevo régimen por ser un centro turístico muy importante durante la belle époque. Sus palacetes y sus conocidos balnearios visitados como centros de reposo y curación lo convertían en el lugar ideal.

 El Estado Francés
Este nuevo estado representó el fin de la III República francesa. El 1 de julio de 1940, el gobierno se estableció en Vichy y el día 10, la Asamblea Nacional votó la ley que abolía la Constitución vigente para acabar con la III República. La propuesta salió adelante. Una vez acabado con el viejo régimen; tocaba construir el nuevo.

El Régimen de Vichy quiso seguir los regímenes autoritarios de la época. De esta manera, el general Pétain se convirtió en el jefe del estado con plenos poderes y, por lo tanto, la Asamblea Nacional se suspendió. Con todo el poder en sus manos, Pétain se dispuso a construir un estado corporativista, tradicionalista e imitando a los estados autoritarios de su entorno. Con esta idea, el État Françai, añadió a la bandera tricolor una hacha al estilo fascista y estableció como lema de la nación “trabajo, familia, patria”. Por su parte, Pétain quiso establecer una “revolución nacional” donde se ponía en valor la religión, la familia, el trabajo y los valores tradicionales franceses.

En el Régimen de Vichy, siguiendo el lema nacional, el trabajo es una obligación. El trabajo es un factor estrechamente relacionado con la tradición y el corporativismo que la “Revolución nacional” promulga. Pétain quiso que los diferentes sectores económicos cooperen entre sí para acabar con los monopolios, aunque, rápidamente, esta idea se viene abajo al ver que los representantes de los monopolios y los representantes del Estado son los líderes de los comités de organización. La sociedad del nuevo régimen estaba claramente jerarquizada y dividida entre los que tienen el poder y los que no. Para el dictador francés, eso se llamaba “la Francia organizada”.

La familia es el otro gran pilar de la nación francesa para Pétain. La familia también estaba ligada a la tradición porque era donde se depositaba el espíritu francés que era traspasado a lo largo de los siglos con el paso de las generaciones. Como los demás regímenes dictatoriales y corporativistas de la época, la familia era muy importante, ya que representaba el primer núcleo donde se formaban relaciones interpersonales y se empezaba a educar a los ciudadanos. Con esta idea, la Francia de Vichy favorecía la creación de familias numerosas, se perseguía el aborto y, se promovía la educación a través de la Iglesia que confería los valores tradicionales que tanto se valoraban y se difundían.

Finalmente tenemos la patria. Para Vichy, la patria lo era todo, ya que era la que hacía que la gente quisiera a su país y decidiera aceptar el nuevo régimen: por el bien de la nación.

Como ya hemos dicho, este nuevo estado era conservador, autoritario y siguiendo las líneas de los estados dictatoriales del momento, Pétain recibía culto a la personalidad: había desfiles militares en su presencia, se pintaron paredes con su cara, se publicaba propaganda apoyándolo a él y al régimen y exaltándolo como gran líder, etc. A pesar de todo lo que se ha dicho, gran parte de la sociedad francesa apoyó incondicionalmente a Pétain por ser el “héroe de Verdún”. A pesar de eso, este epíteto no le salvaría en el futuro.

 El estado colaboracionista
En octubre 1940, Pétain sentó las bases de lo que seria, en realidad, el Estado Francés: un estado colaboracionista de la Alemania Nazi. Con esta idea, Vichy aceptó la anexión alemana de las regiones de Alsacia y Lorena, se declaró abiertamente a colaborar con Alemania a nivel militar y se aprobaron leyes antisemitas. Al principio, estas leyes contra los judíos que vivían en Vichy fueron de carácter excluyente de todo lo relacionado con la vida pública y administrativa, pero, a partir de 1942, estas leyes se volvieron más duras hasta tal punto de que la policía francesa ayudaba a la Gestapo a detener judíos y judías para enviarlos a campos de concentración y de exterminio en Alemania, Austria y Polonia.

A nivel militar, la Francia de Vichy colaboró más con Alemania y los demás miembros del Eje, la Francia de Vichy fue explotada por Alemania y sus aliados del Eje. Con Alemania, la Francia de Pétain tuvo que fomentar el envío de fascistas franceses para que se unieran a la Wehrmacht para la campaña alemana contra la URSS que Hitler inició en el verano de 1941. El esfuerzo hacia la causa alemana no solo fue humana, también fue económica y militar, en el sentido de que, desde el gobierno de Vichy, se tuvo que obligar a las grandes fortunas francesas a financiar a Alemania en su lucha contra los “enemigos del capitalismo” y, desde las colonias, la Francia de Vichy debía luchar en favor de los nazis contra las otras potencias coloniales enemigas como Gran Bretaña.

 El Fin
A partir de 1942 el Estado Francés se desmorona. El 11 de noviembre, Italia y Alemania invaden el Régimen de Vichy. Quien se lleva el control de facto es Alemania. A pesar de mantener la estructura burocrática y a Pétain como jefe de estado, los nazis pasaron el control de la seguridad del régimen a la Gestapo. Por otro lado, 8 meses después, el norte de África e Italia cayeron en manos aliadas en 1943. Durante los siguientes 12 meses, el Estado Francés vivió una espiral destructiva con enfrentamientos internos, problemas económicos, la presión aliada tras el desembarco de Normandía y la presión interna de la Resistencia.

Tras negarse Pétain en varias ocasiones, el 20 de agosto de 1944, el gobierno de Vichy se trasladó a la población de Belfort. Con el avance imparable de los Aliados, Hitler ordenó que llevasen a los miembros del gobierno a Sigmaringen, en Alemania. Pétain fue llevado contra su voluntad. El 25 de agosto, París fue liberada por, entre muchos batallones, el batallón con republicanos españoles, la Nueve, y, de manera oficiosa, el État Françai quedó disuelto. El 22 de abril, Sigmaringen fue ocupada por fuerzas estadounidenses y de la organización del líder libertario Charles De Gaulle. Pétain, por su parte, ya había huido a Suiza, pero el día 26 se entregó a las autoridades francesas.

Para Pétain hubo un proceso judicial y fue condenado a prisión hasta junio de 1951 cuando fue trasladado a una casa particular para que, el 23 de julio, falleciera.

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