Existen en este mundo otros segadores que no son los que andan alrededor del himno catalán ni los que cultivan y cortan las mieses de Ciudad Real, esos de los inmensos trigales de los Campos de San Juan, la Mancha o Campos de Montiel. Tales segadores llevan algunos años entre nosotros. Son todos aquellos que a la sombra de la ideología imperante,” los nihilistas”, día tras día, con bolsillos repletos para invertir en tales argucias, enarbolan unas ideas hechas realidades en los mundos del cine, teatro, literatura, poesía o Historia del Arte entre otros.

Para ellos ningún valor ni principio tiene validez alguna excepto las suyas. En cualquier caso, muchos tenemos claro que el nihilismo disparatado, antes o después, no puede ser el destino de Europa ni el destino de cada uno de nosotros.

Frente a tales “productos” nos encontramos al Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1996, John Elliot, fallecido recientemente , británico, humanista,  donde ha utilizado la historia para comprender el pasado, no como arma arrojadiza para hacer política en el presente, donde ensalza el concepto de valores para el hoy de todos nosotros. La buena poesía actual de Dionisia García o los fastos que se han iniciado en torno a Miguel Hernández en su tierra natal de Orihuela, alrededor de su 80 aniversario del fallecimiento. Nada de ello huele a política rancia y pajiza sino a un Ave María de Caccini. 

 Los clásicos de Dostoievski, Cervantes o Shakespeare, nuestro Siglo de Oro Español, los que nos han contado la verdad y no los mundos de fantasía, los que no nos han mentido ni falsificado, los que no han jugado a la sombra de los poderosos de turno han sido “de aquella manera” ladeados. Tales libros nos han hecho comprender mejor la condición humana, la distinción entre el bien y el mal y enriquecer el mundo con sentido y belleza. Todorov, filósofo del lenguaje y crítico literario nos vocearía que nos están descreditando la propia literatura, la prosa y el verso.

Adam Zagajewski, poeta y ensayista, premio Princesa de Asturias de las Letras 2017 y ya candidato al Nobel desde hace algunos años, polaco, tuvo que dejar su tierra para escapar del comunismo y, durante su exilio en Europa y Estados Unidos, su poesía tuvo que dejar de estar centrada en la crisis política pasando a reivindicar el fervor frente al desencanto nihilista que descubriría en sus países de acogida. Hoy, tal ideología, se pasea por Europa como Pedro por su casa. 

El propio Adam comentaría algunos años más tarde que era necesario de nuevo ser metafísico y confesional; veía de lleno que la poesía política andaba limitada, que el campo de imaginación política resultaba insuficiente como elección estética y es que, la historia de Polonia, Ucrania y vecinos, vacunaron de lleno a sus habitantes y a sus escritores preferentemente contra la desencantada interpretación de la vida, vida que hoy día nos ofrece el Gobierno del Sr. Sánchez y, en particular, su ministro de cultura sin cultura.

Cuando se navega por la senda de estos “segadores nihilistas” observamos de lleno la pobreza de pensamiento, pobreza que ya vemos hecho realidad en los planes de estudios españoles. Lo que se espera del mundo de las letras, del arte, del cine no es el sarcasmo, ni la ironía, la distancia crítica, la sabia dialéctica ni el chiste inteligente, sino la visión, el fuego y la llama que acompaña a los descubrimientos de cierta trascendencia que todos llevamos dentro. Nos sobra escuchar y leer las sentencias modernistas y posmodernistas y,observar  e investigar cuáles son hoy día las dolencias del mundo.

De todas maneras, tales contemplaciones no deben dejarnos “tocados” por lo trágico y negativo que vemos, que nos puede dirigir a actitudes escépticas, nihilistas o cínicas; en él hay asombro, dudas, pero también capacidad de contemplación, espacio para la belleza y cierta esperanza para la persona y en su capacidad para hacer el bien.

Ante la tempestad y las diversas catástrofes que se están realizando desde nuestras máximas instituciones culturales, más que lamentos, hemos de acertar con nuestra sana inteligencia. Tal barbarie que se está acumulando en los recipientes donde residen las sabias dádivas de nuestros ilustres antepasados de las Letras Españolas ando convencido de que tal barbarie a la que asistimos es interior y hemos de combatirla desde los terrenos en torno a la filosofía, en torno al humanismo cristiano.

Ayer 29, en el Museo Gaya de la capital del Segura, mi amigo y poeta sevillano Carmelo Guillén, Coordinador del Premio Nacional Adonais , presentaba  su obra poética “Estado de Gracia”. Presentación llena hasta la bandera, nos encontrábamos sumidos en un patio de olores muy particulares como azahares, rosales, sakuras o edenes en torno a versos que nos harían más humanos, más abiertos a grandezas del alma. Justo al revés de lo que nos pueden ofrecer los segadores nihilistas: pobreza de pensamiento, oscuridades debilitadas  y olores rancios a literatura pro soviética . Así es la vida.

Es la hora de apostar por lo sublime, por lo que merece la pena en torno al bien y a la belleza del buen vivir del ser humano.

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